A 26 años del fatídico 27F de 1989 se repite por las mismas causas otro fenómeno devastador, pero esta vez pacífico, al producirse la catástrofe electoral del 6D de 2015 donde la revolución bolivariana perdió dos millones de votos. Si la conmoción histórica del 27F parió el 4F de 1992 y todo lo que vino después, las repercusiones de lo ocurrido el 6D también marcarán el devenir de nuestra historia. Lo loable y positivo sería que las consecuencias del desastre electoral no sirvieran a la derecha para asaltar el poder pero lamentablemente el gobierno sigue poniendo en bandeja de plata su derrota, a la burguesía y al imperialismo, al insistir en transitar el mismo camino, equivocado del neoliberalismo, que lo llevó a la inmensa protesta abstencionista del chavismo.
El descontento social de las masas populares el 27F es el mismo del 6D provocado por la política económica neoliberal de las clases dominantes a la cual se entregó y sigue entregado el gobierno de Nicolás Maduro. Ahora se queja porque Lorenzo Mendoza no le cumplió, después que le llenaron los bolsillos de dólares, en vez de reconocer que eso le pasó al gobierno por creer en la ideología de la burguesía y siguen haciéndolo con el plan de emergencia económica, capitalista por todos los costados, implementado por un equipo donde las piezas claves están ocupadas por hombres de pensamiento neoliberal. El problema fundamental de este gobierno es que no cree en el socialismo sino en el capitalismo aunque diga todo lo contrario y esa contradicción los mantiene sentados en un polvorín de inconsistencia ideológica.
Entre los saqueos del 27F y la abstención del 6D hay una coincidencia muy particular y es la espontaneidad en ambos movimientos sociales. No hay direccionalidad política en ninguno de los dos casos y los partidos de izquierda se quedaron al margen de los mismos. Se sabe que los motorizados y la TV fueron el instrumento comunicador que impulsó la movilización popular del 27F pero no se ha investigado a profundidad cómo se pusieron de acuerdo dos millones de venezolanos chavistas para no ir a votar el 6D. De lo que si no hay duda es que fue el descontento con las gestiones del gobierno, de las gobernaciones y de las alcaldías, por su indiferencia con el hambre y la miseria del pueblo sufriendo en las inclementes colas del neoliberalismo salvaje, lo que motivó el terremoto abstencionista del chavismo. Estas colas expandidas por todos los rincones del país son el nuevo instrumento comunicador que visibiliza desgarradoramente el dolor del pueblo.
Cuál será el comportamiento de esos dos millones de chavistas indignados en los próximos eventos electorales de esta coyuntura política. Eso es una incógnita pero es poco probable que su inclinación pueda ser por el gobierno o por la oposición. Tampoco es probable que la votación de la oposición vaya a variar de manera significativa en lo inmediato. Lo que sí está por verse es si el gobierno puede mantener los cinco millones y más obtenidos el 6D sin una rectificación profunda y con este plan capitalista de emergencia económica.
Parecerá una exageración comparar el 27F con el 6D pero no lo es porque en ambos casos explotó el descontento del pueblo. En el primer momento con los saqueos y en el segundo con la abstención. La violencia del gobierno de CAP contra los pobres fue con las armas de los FAL y la del gobierno de Nicolás Maduro es con las armas del maltrato, las humillaciones, la incomprensión y el abandono, a su suerte, de la gente en las colas ignoradas y olvidadas.
*Profesor de Filosofía de la Educación jubilado de la UPEL.
