Ideas para un Táchira posible: observatorio fronterizo

Después del 6 de mayo de 1830, cuando Venezuela se separa de La Gran Colombia, comenzaron ambas naciones este calvario que nunca tendrá fin, aquí solo toca convivir con las fortalezas y debilidades que cada nación tiene y con este largo corredor fronterizo, que diariamente ofrecen variados y diferentes acontecimientos por su propio dinamismo.

Resulta difícil el manejo de relaciones diplomáticas y humanas en esta porción territorial fronteriza, tan particular por los fuertes lasos engendrados desde siempre, donde Venezuela fue el cobijo de muchos conciudadanos venidos de Colombia por diferentes motivos.

Solo quienes viven a uno y otro lado de esta raya imaginaria pueden generar instrumentos políticos, que definan su territorialidad física y humana, porque este territorio es la confluencia de dos países con costumbres y culturas muy parecidas, con ligazones familiares e intereses comunes de uno y otro lado de esta frontera que la definen los estudiosos como la más viva y dinámica de América Latina.

Bogotá y Caracas históricamente siempre han tenido marcadas diferencias con su visión sobre la frontera, cosa que no pasa para el que la vive diariamente in situ, porque aquí los conglomerados humanos han desarrollado un modo de vida que es producto de sus propias condiciones de frontera y sus vivencias permanentes.

Hasta el 18 de febrero de 1983, cuando ese viernes negro desdibujó casi que para siempre el espejismo de una la floreciente pero artificial economía venezolana producto exclusivamente de la renta petrolera, comenzó todo a cambiar en la frontera, ya no fue lo mismo ni nunca ha vuelto a ser lo que era; esto poco lo entienden los centros de poder de ambas naciones.

Dada la multiplicidad de variables que hacen que esta frontera sea compleja de manejar, permite asomar la posibilidad de crear un observatorio fronterizo, que estudie casi que en tiempo real y permanente el comportamiento de esta porción geográfica y humana.

Hoy mas que nunca Venezuela requiere de este observatorio que se dedique única y exclusivamente a estudiar la frontera con seriedad y disciplina, para obtener respuestas saludables a los procesos de integración de estos tiempos, que son diametralmente opuestos a lo que hasta ahora se ha conocido en el manejo integracionista, porque privan nuevas formas de organización e interrelación humana, comercial, cultural, política e histórica.

No es admisible que siempre que ambas naciones han tenido desavenencias por cualquier motivo político quien paga los platos rotos es la frontera, porque cada quien empieza a tirar flechas para todos lados, sin tener bien definidas las estrategias y eso se observa en las declaraciones de los personeros del gobierno, donde se puede notar que generalmente no hay sintonía entre quienes regentan el país.

De allí la necesidad de contar con un observatorio fronterizo que puede ser la clave para la definición permanente de políticas publicas fronterizas; que pueda brindarle a los dos países respuestas asertivas, que tenga la posibilidad de recurrir a fondos internacionales no reembolsables para hacer estudios y proyectos.

En el Táchira hay capacidad humana para llevar adelante esta tarea, se cuenta con gente que tiene la experticia en el tema fronterizo, pero se requiere organizar un equipo interdisciplinario y diverso en todos los aspectos que tienen que ver con la política fronteriza.

Este observatorio para asegurarle el éxito no puede ser apéndice de tal o cual bando político, debe ser precisamente esa diversidad política la que produzca respuestas comunes y consensuadas para aplicar en la frontera, debe ser un equipo técnico que tenga la visión transversal del asunto fronterizo.


 



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Juan Alberto Sanchez Garcia


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