En los avatares de la historia venezolana el mes de abril ha tenido especial significación; producto de las circunstancias de la vida, en ningún caso ajenas a la praxis humana, este mes, ha estado signado por hechos trascendentes revestidos de gloria enaltecedora y, también, de acciones no exentas de deslealtad y traición.
En 1810 forjador de libertad
Es el caso, en los inicios de la vida republicana, hace ya más de doscientos años, un 19 de abril, el de 1810, se dio el primer grito exitoso de soberanía, con el cual se marcó la disposición colectiva de proclamar y forjar la libertad nacional, rompiendo el yugo de las cadenas que nos mantenía, como pueblo, por más de tres siglos, sometidos al imperio español; voluntad nacional que vino a concretarse, al poco tiempo, con la Declaración de Independencia, el 5 de julio de 1811 y dando comienzo a una gesta gloriosa revestida de triunfos y derrotas, de heroísmo y sacrificios, de sublime lealtad pero también de muestras de deslealtad y traición, que llevó a los venezolanos a tramontar montañas y ríos, selvas y sabanas hasta coronar en Ayacucho, 1824, la derrota del colonialismo español y sellando así la independencia política del subcontinente suramericano.
Y cuando todo indicaba que se estaba generando un gran parto histórico que presagiaba la consolidación del proyecto de articulación Grancolombiano y el alumbramiento de la Patria Grande, se interpuso el interés mezquino, la deslealtad y la traición de algunos dirigentes criollos y las insidiosas intrigas del vetusto imperio inglés y del incipiente imperialismo estadounidense para dar al traste con la visión futurista e integracionista del Libertador Simón Bolívar.
En 2002 expresión de dignidad
Y más recientemente, otro hecho histórico, acontecido, también, en abril, en este caso de 2002, del cual se está conmemorando, ahora, el catorce aniversario, marcó la vida venezolana contemporánea; oportunidad en la que la clase dominante desplazada del poder político del país, por el proceso bolivariano liderado por el Comandante Chávez, intentó restaurarse en el poder a través de un golpe de Estado, monitoreado por la estación de la Agencia Central de Inteligencia estadounidense (CIA, en inglés), que operaba desde la embajada yanqui en Venezuela.
Golpe de Estado orquestado por los dirigentes más conspicuos de la burguesía local parasitaria y apátrida (Cisneros, Mendoza, Salvatierra, etc.), la dirigencia de los partidos de la oposición, especialmente de Primero Justicia, Acción Democrática, Copei y la Causa R y voceros de las autodenominadas ONGs de la sociedad civil, la jerarquía eclesiástica católica, las cúpulas empresariales de Fedecámaras y de la CTV, los dueños de los medios privados de comunicación y los traidores generales y almirantes de la cúpula militar así como por algunos desleales dirigentes de las propias huestes bolivarianas (Miquilena, Alvarenga, Medina, etc.).
Esta élite, (económica, política, militar, eclesiástica, mediática y sindical) confabulada para derrocar al gobierno constitucional presidido por el Comandante Chávez, concibió y desarrolló, un plan macabro que les permitió hacerse del poder entre los días 11 y 12 de abril, montando por tan sólo 47 horas un gobierno derechista, espureo e indigno encabezado por el presidente de Fedecámaras, Pedro Carmona Estanga, mejor conocido como "pepe, el breve".
Este gobierno, que en tan poco tiempo desconoció la Constitución de la República de Venezuela, la única en toda la historia patria aprobada en referéndum popular, desató una feroz represión que conllevó a que el pueblo armado de dignidad, con el apoyo manifiesto de la inmensa mayoría de las fuerzas armadas, ya entre el 13 y 14 de abril, repusiera en su puesto al Presidente Chávez, líder indiscutido de la Revolución Bolivariana y del proceso de redención histórica del bravo y preterido pueblo venezolano.
2016 del combate decisivo
Ahora, en el presente año, una vez más, abril, está llamado a ocupar un espacio estelar en la historia del país, pues, la derecha en su afán revanchista, sustentada en la dictadura parlamentaria que han venido ejerciendo a partir del momento en que tomaron posesión de la Asamblea Nacional, tiene dispuesto salir del gobierno constitucional a como dé lugar, con la fábula de que el país se está cayendo a pedazos; sin incluir en esa narrativa el hecho ostensible de los denodados esfuerzos que los empresarios apátridas han venido desarrollando para crear una situación de zozobra y angustia colectiva producto de la inflación inducida y de la guerra económica que de manera implacable han desatado en contra del pueblo y del gobierno presidido por Nicolás Maduro.
En este sentido, se debate en el seno de la derecha cuál es la acción táctica que van a activar en función del derrocamiento del gobierno constitucional. El guasón Ramos Allup, expresión de la centro derecha adeca, señaló, inicialmente, 6 meses de plazo como meta para salir del gobierno, planteando de manera oportunista, que cualquiera de las figuras que se han venido manejando son válidas (renuncia, enmienda, referéndum), en cambio el flaco Capriles pone el acento en la figura del referéndum que podría activarse para finales de año.
Pero, la ultraderecha, representada por Freddy Guevara, de Voluntad Popular, está empeñada en que sea por la vía de la presión de masas y para tal efecto está convocando una manifestación en Caracas, pero con pretensión de que tenga repercusión nacional, para el martes 19 de abril, ¡otra vez abril en la palestra! Cómo si fuera tan fácil, en esos cálculos, como siempre, se subestima al bravo pueblo de Chávez.
Asumiendo que la historia es hechura de los hombres que a su vez son productos de ella, el desenlace lo determina la lucha de clases, "… la lucha entre la tradición y la revolución, una por conservar la sociedad caduca y otra por llevar la transformación más lejos de lo que los dirigentes del cambio quisieran". En ese punto estamos.