Se buscan cientos de miles de millones de dólares extraviados y en bolsillos de empresarios, banqueros y funcionarios corruptos. En la cuarta república sucedió lo mismo pero existían menos mecanismos de búsqueda y unos medios de comunicación sumisos y cómplices . Ahora la filtración del secreto bancario, el clamor del ciudadano, medios de comunicación y redes sociales independientes, y el hackeo de documentos y correos electrónicos hace que muchos dineros sean identificados y comience una campaña de repatriación.
Dentro del sector alimentos, medicinas, y equipos de generación de energía eléctrica hay una cantidad de empresas, unas con larga trayectoria y otras de maletín que recibieron cantidades obscenas de divisas preferenciales para la importación exagerada de insumos que para su momento no eran necesarios o no eran los prometidos. Un fraude de dimensiones inmensas que recuerdan aquella situación económica que desde una pobre vivienda en Caucaguita la residente Carlota Flores y su familia denunciaba con indignación en 1978 como un gobierno de Carlos Andres Perez que había vivido una bonanza petrolera dejaba a un país desvalijado y sin esperanza.
Los reales están en el exterior y la investigación realizada al mejor estilo de los Panama Papers llevará a la palestra a los más de 1500 individuos que no pueden ya esconder sus riquezas y deberán responder ante una conciencia ciudadana que reclama justicia y repatriación.
Las riquezas de venezolanos en Estados Unidos no pasan desapercibidas. Hay unos individuos que se identifican como empresarios exitosos que han multiplicado sus ahorros sin explicación alguna. El haber recibido divisas de CADIVI para importar legítimamente y hacerse de unas ganancias cambiarias ficticias y opacas los hace cómplices de un descalabro de las finanzas públicas en Venezuela.
Carlota Flores
