¡Epa, ocurrió en Quinta Crespo! Hoy 19 de abril de 2016. Primero llegó un mensaje de texto anunciando el incidente, y por ello mismo, por parecer rumor, una bola como se dice vulgarmente, no se le presta mucha atención. Pero el rumor tuvo una porción de certeza. Hubo un tiroteo entre funcionarios del orden público y… ¡los bachaqueros! Es decir, no fue falso rumor.
Tan alto han escalado en importancia e incidencia dentro de la sociedad venezolana, y no es para menos: trafican con el alimento del pueblo. Merecen un plomo disparado por la autoridad y, asimismo, poseen la capacidad para disparar ellos también a la misma autoridad. Y eso que, para utilizar una expresión descriptiva y no despectiva (hay mucho delicado revolucionario por ahí), son unos pobres diablos que poder no tendrían si desde adentro de la cadena de distribución alimentaria no hubiera alguien que les suministrase los productos.
La semana pasada hubo también otro reporte: ciudadanos usuarios se amotinaron en una cola contra los tales insectos deforestadores del pueblo venezolano y una dama de la cola resultó con una cortada en la cara.
Están allí, de modo normal y de hecho, como las hormigas en el patio de la casa. Son el paisaje, apéndice y contexto de la vida misma. Amados y odiados, 1 y 99%, respectivamente. Defendidos por muchísimos militantes humanistas del Partido Socialista Unido de Venezuela, quienes lo consideran "pueblo", seres inocentes juguetes entre garras más poderosas.
Lo cierto del hecho es que, ya fuera del partido, en los predios de la realidad, en la calle sufriente y aterradora, no son nada bienvenidos y nadie los defiende, y si los tratan son debido al chantaje de poseer el rubro que otros necesitan y, si hay la transacción para comprarlo, la hay coloreada de muy bajas pasiones. Mientras algunos en ejercicio de puestos claves del poder operativo y ejecutivo se encuentran entrampados dentro del ideario humanista del socialismo y no operan para paliar a favor de muchísimos afectados, la gente los rechaza porque son sus contrincantes hasta en el arte de hacer la cola para conseguir el alimento. Toman las aceras y puestos desde el día anterior y son los primeros que pasan en las colas.
En Quinta Crespo mantienen su mafia, su rosca, su sistema permitido de comisión de delitos bajo el amparo y el pago de vacuna a funcionarios harto conocidos en el mercado. Hay en el Mercado de Quinta Crespo un cuerpo policial designado para mantener el orden en el área, pero lo que hace es empeorar el problema, la estancia y consistencia del fenómeno bachaqueril. Esto es, generan más aristas y pelos del erizo, problemas que ni ellos mismo pueden luego solucionar cuando las cosas se complican, incluso teniendo la inteligencia y el conocimiento de la delictuosidad, debiendo intervenir otro cuerpo de seguridad y orden público para hacerles la tarea y correr los riesgos que ellos, esa policía, genera irresponsablemente en la comunidad. Y ese cuerpo bien puede ser la Guardia Nacional Bolivariana, como al parecer fue el caso de hoy.
¿Hay pie y cabeza en tal triste historia? ¿Hasta cuándo, hablando ya de una institucionalidad policial contradictoria en su dirigencia, para ya no hablar más del pueblo, que es algo así como llover sobre mojado. No ha habido manera de denunciar semejante irregularidad, cada vez más fortalecida y lesiva en el árbol de la patria venezolana.