Precisemos, Por qué y cómo se encadenan las alzas de precios de preguerra y guerra

El meollo del valor en la sociedad capitalista o la enorme dificultad que ofrece su correcta comprensión está en el hecho de que en el mercado no sólo circulan-rotan-mercancías, sino el capital, y este comprende el proceso productivo[1]. Para estudiar ambos componentes debe hacerse abstracción alternativa de uno de ellos para luego involucrarlo y terminar de entender que circulación de mercancías es una cosa y circulación de capital, otra.

La teoría del valor trabajo ha costado sangre y mucho tiempo para tan siquiera ser medianamente admitida por la Economía Política Burguesa, habida cuenta de que ésta, por la misma razón de que no es una ciencia verdadera, sino un cúmulo incoherente de principios y leyes considerados unilateral y clasistamente, según las invocaciones de la clase burguesa, esa seudoteoría, decimos, la misma que se aplica y funciona en los más connotados centros educativos universitarios del planeta burgués, lleva, pues, el crédito de la concepción capitalista, según la cual las máquinas y la materia prima son tan productivas y determinantes de la ganancia como la viva fuerza de trabajo en pleno uso productivo[2].

Los trabajadores que asumen la profesión de Economistas en todos aquellos centros de estudio adquieren en su carrera una repulsa, explícita o subrepticia en el mejor de los casos, sobre la Economía Marxista o Economía científica, única que explica al detalle la verdadera fuente del valor, un tema, por cierto, frente al cual se estrelló irremediablemente el genio de la Antigüedad , Aristóteles, El Estagirita, histórico personaje al que interesadamente siguen admirando y vigenciando todos los apologistas de la burguesía, sus filósofos, sociólogos y seudoeconomistas en general.

Cierto es que las fuerzas productivas, o materias primas y demás medios de producción conocidos en la literatura marxista como capital constante, contienen valor trabajo, esto es, trabajo "muerto" convertido en un valor de uso, estéril o incapacitado por sí mismo para crear valor ni de uso ni de cambio y muchísimo menos para crear plusvalía. Su valor de uso, al contrario de lo que hace la fuerza de trabajo, agota su valor de cambio mientras es usado, en tanto que aquella crea valor para autocubrir el salario y hasta un plusvalor.

La presencia del valor de los medios de producción en los costes de producción adquiridos a precios de mercado es para la correcta cuantificación microeconómica del capital total adelantado por cada empresario, y capital al cual determinarle su tasa de ganancia que es una categoría del mercado, tasa que debe cuadrarse en función de la previa tasa media de ganancia arrojada por el mercado. Es más, los estudios de mercado previos a la implementación de una empresa comercial cualquiera suelen predeterminar su viabilidad a partir de los potenciales precios de mercado a los cuales podría venderse la correspondiente mercancía. Esa tasa media del mercado garantiza la estabilidad de la Economía de los países burgueses ya que cada capitalista termina recibiendo una tasa de ganancia media en función de toda la plusvalía proveniente de todas las empresas y sectores y no sólo de la creada con su capital en particular, y por eso se aquieta cualqueir competencia desestabilizadora en búsqueda de mayores tasas de ganacia.

De allí que en la literatura burguesa se haga depender la ganancia de todo el capital en lugar de acreditarle esa creación sólo al capital variable, a los asalariados, vale decir, a la fuerza de trabajo aplicada útilmente a esos medios de producción.

Esa es la razón por la cual la tasa de ganancia individual de cada empresa resulta muy diferente para cada empresario en función de la composición orgánica de su capital en juego. Así, hay empresas donde por excelencia predomina el capital constante sobre el variable; tal es el caso de las empresas dedicadas a la producción de medios de producción. En estas, para iguales tasas medias de plusvalía para todo tipo de empresas y sectores productivos, sus asalariados agregan menos plusvalía absoluta que en aquellas empresas especializadas en la producción de bienes de consumo y que proporcionalmente operan con una menor composición orgánica[3]. Esta composición orgánica permite relaciones cuantitativas entre valores de uso tan disímiles entre sí e insumables como, digamos, materias primas y mano de obra, o sea, trigo y panaderos[4].

Así, pues, dado por sentado que en toda mercancías su valor de uso es resultado de la mano de obra viva que lo produjo, y que su valor de cambio viene determinado por cierta cantidad de horas de trabajo consumidas en laproducción del citado valor de uso, entonces, no puede resultar extraño ni improvisado que cuando una mercancía cualquiera suba de precio en el mercado-no a título particular de ningún empresario-entonces esta alza induzca necesariamente alzas en toda la cadena de mercancías sustitutivas y complementarias involucradas, y que cuando se trata de mercancías de la cesta básica no sólo suben encadenadamente las sucedáneas sino también todas la que integran dicha cesta.

Así, pues, si sube el precio de la ropa, subirá el del calzado, el de las medias y el de otros bienes como el cinturón y la corbata, el de las lavanderías, los detergentes, cosas así, y hasta el del automóvil y sus derivados porque lo QUE ESTÁ EN JUEGO ES LA SUBA DEL VALOR TRABAJO, al margen de aquellas arbitrarias subas de precio, ajenas a la estructura de costo global que respondan a intereses empresariales, por ejemplo, involucrados en crear malestar social con fines inconfesables y/o para enriquecerse con la mayor brevedad posible.

Una vez instalados unos precios de mercado especulativos en la totalidad de los distribuidores y fabricantes en general, tales precios servirán de marcadores de precios para cada día o semana. Algo así como justificar alzas de precios de una mercancía porque en el mercado vale tanto, como que si cada vendedor no formara parte del mismo mercado. Esta manera de fijar precios convierte a los comerciantes en agitadores comerciales, en especuladores, en delincuentes masivos representante de lo que podríamos considerar delitos masivos o difusos.

Para entendernos mejor, el valor trabajo está presente en todas las mercancías, y como se trata de un valor trabajo social o medio, no hay bien trabajado que no sea susceptibles de alzas concomitantes de precios. Por supuesto, estamos hablando de precios de mercado, que distan mucho de parecerse a los COSTES DE PRODUCCIÓN, a los precios de los insumos, ya que en los mercados el valor de las mercancías sufre variaciones transformativas de tales valores en PRECIOS DE PRODUCCIÓN, una categoría macroeconómica de precios que todavía no termina de digerir la Economía Política Burguesa ni sus apologistas. Por el contrario, la literatura económica burguesa ha pretendido desmontar la teoría marxista del valor con argumentos deleznables como los presentados pomposamente un Nobelado como Paul Samuelson. Más detalles en próximas entregas.

25/05/2016 09:09:38 p.m.


 

[1] En el proceso productivo o de trabajo se halla todo el capital aportado por cada capitalista, y este, razonablemente, aspira una ganancia sobre aquel, ganancia que para una economía equilibrada y estable ya no procedería sólo del plusvalor particular de cada empresa, sino de todo el capital social o el c. macroeconómicamente invertido, y de toda la plusvalía alcanzada por este macrocapital. De allí que el PRECIO DEL MERCADO refleje la competencia estabilizada o participación de todo el capital que rota en cada lugar y tiempo dados, y no sólo el tráfico espacial de las mercancías particularmente lanzadas al consumo. A eso, súmese que los capitalistas suelen robarse y estafarse entre sí; por ejemplo, un poderoso "bachaquero"-novísimo remoquete eufemístico de comerciante-estafa a uno menor, y este al que le sigue en poder económico en la cadena comercial correspodiente. Como semejantes robos y estafas discurren en el mercado, el consumidor final es quien recibe en alícuotas el monto global de dichas estafas y robos. Este estafado final, por supuesto, como asalariado ya viene de ser esquilmado en las fábricas

[2] La Economía Política Burguesa confunde, adrede o no, el proceso de trabajo con el de producción. De aquí que en la empresa privada destaque mucho la asesoría de Ingeniería por encima de la Economía, y cuando esta toma el control lo hace bajo el mismo criterio ingenieril. Conste que, desde el punto de vista técnico, los profesionales de la Ingeniería son excelentes profesionales. Esa confusión no es para nada heteróclita, es que se convierte la Economía Burguesa en una falsa ciencia o en Economía Vulgar, es decir, al alcance inclusive de los quincalleros y buhoneros en general. Es de inferirse que si un simple detallista maneja asuntos "económicos" como compra, venta, ganancia, precios, demanda, oferta, etc., entonces y con mayor razón estaría mejor facultado todo un profesional de la Ingeniería que en verdad conoce con alto nivel técnico de los aspectos técnicos, valga el pleonasmo, del proceso de producción, aunque no del aspecto económico o clasista del modo de producción burgués que es el pivote de la Economía Política. Así, decimos, lo técnico pertenece al proceso de trabajo, una relación extraeconómica en sí misma porque se trata de las relaciones hombre-Naturaleza, mientras lo económico se refiere a las relaciones obrero-patronales que por contratación jurídica parecieran pertenecer a la superestructura, pero, realmente son la verdadera ESTRUCTURA ECONÓMICA del modo o formación social que se ventile en tiempo y lugar.

[3] Por composición orgánica de capital debe entenderse la proporción en que entran los valores de cambio de los capitales constantes y variables, y que reflejan en dinero la distribución del capital total de los valores de uso correspondientes a sus medios de producción y fuerza de trabajo.

[4] Así, por ejemplo, cuando se trueca 2 m de tela por 1 traje, tal intercambio es el de sus valores de cambio independientemente del dinero imaginario que se maneje. Antes del uso del dinero cada compravendedor tenía un conocimiento previo y personal del costo-trabajo de las mercancías intercambiadas.



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Manuel C. Martínez


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