A veces hay que invocar los demonios para expulsarlos. Eso lo sabe cualquier exorcista.
Esta vez quiero invocar al demonio de la mentalidad paranoica-conspirativa que posee alguna gente; pero que se hace especialmente peligroso si se apodera de dirigentes con poder: ministros, jefes de partido, gobernadores, etc.
Los demonios se evidencian en las reacciones inmediatas, en los reflejos reptiles, que provocan su manifestación. El paranoico-conspirativo ve en todos los hechos sociales una señal de entidades difusas, omnipresentes, absolutas, inmaculadamente buenas o malas, que se materializan en personas, eventos o procesos. Esta mentalidad es vecina cercana de la que llamaremos "compendio de estereotipos", que no ve realidades sino prejuicios e imágenes pre-construidas para poder construir un cómodo mundo aparte, a la manera de los psicóticos, a quienes son parecidos, aunque no es igual. La persona que tiene un compendio de estereotipos en la cabeza es un discapacitado mental, simplemente. El paranoico está enfermo. Un ejemplo del "compendio de estereotipos" lo vimos con el "debate" acerca de la regurgitación (el vómito, pues) sifrina, nueva rica, de la señora Ramos Allup acerca de las mujeres chavistas (eso de que eran feas, sucias, desarregladas, etc.). Lo notable es que el reflejo reptil de algunos chavistas, fue colocar en las redes sociales fotos de chavistas que estaban "bien buenas", en poses provocativas, "sexis". O sea, repitieron el mismo compendio de estereotipos. Es que pensar, a veces, cuesta.
Un ejemplo de reflejos reptiles de la mentalidad paranoica-conspirativa, fue la del gobernador de Bolívar cuando la masacre de mineros en su entidad federal: negación, satanización, acusación, persecución. También Diosdado reaccionó así. Siempre lo hace. Lo mismo está pasando con las pequeñas explosiones (saqueos, disturbios, protestas, etc.) que se han producido en varias partes del país; incluso con un saldo de muertos. Generalmente, se comienza con una negación simple. Luego, se cataloga automáticamente como información del enemigo, fruto de todo un plan macabro y (esto es importante) perfecto. La CIA, el imperialismo, claro, son entidades omnipresentes, onmiscientes, todopoderosas, casi que mágicas, que están jodiendo. La crisis económica, no. La "guerra económica" (que, se reconoce, está ganando) nos tiene rodeados.
El paranoico-conspirativo generalmente le atribuye al enemigo una perfección mágica, sobrenatural, mística, que alimenta su propio terror y el de quienes le paran. Siempre el enemigo dispone de las tecnologías más refinadas, los planes más precisos y detallados, la previsión de todos los incidentes y casualidades, unos recursos ilimitados, una incidencia en los más insospechados personajes. El azar, el desorden, las probabilidades, todo esto que los científicos saben que actúa inevitablemente en procesos naturales y sociales, quedan expulsados de la explicación. El Mundo, con toda su riqueza y complejidad, queda reducido a traidores y ángeles fieles. Así, toda la gente cercana a Chávez es automáticamente sospechosa de haberle "inoculado" algo (se ha hablado de nanotecnología, sustancias tóxicas, ondas electromagnéticas, transportadores genéticos, etc.) para que le diera el cáncer que lo mató. Por supuesto, los cubanos no fueron. Tampoco Nicolás, Diosdado, Elías, Cilia; o sea, la gente más cercana, pues. No pidamos lógica: estamos tratando con puro pensamiento mágico.
Desde un punto de vista psicológico (iba a escribir psicoanalítico, pero haría más el ridículo), los delirios paranoicos son un tranquilizante. Parece mentira, pero así es. Calman, porque reafirman el compendio de estereotipos que el paciente tiene en la cabeza. Le impide pensar o, mejor, le justifica su resistencia a pensar, analizar, clasificar, distinguir, etc. Todas esas operaciones racionales que le dan al ser humano el calificativo de "Homo Sapiens" que tanto ha refutado en su historia.
Pero no se nos escapa que, así como sospecho que el papa y los curas son ateos, el uso del delirio paranoico-conspirativo, es un recurso político cuando el dirigente está en problemas porque, simplemente, no sabe qué hacer. Es un reflejo reptil, claro. Así como algunos "analistas" señalaron que hubo grupitos de izquierda animando la revuelta social del 27 de febrero de 1989 y David Morales Bello gritó aquel perfectamente olvidable "Muerte a los golpistas" en 1992, ahora los disturbios en varias partes del país han sido planificados, organizados, dirigidos, agitados por agentes de la CIA o militantes de Voluntad Popular y de María Machado. No niego que eso haya sido posible EN PARTE (muy pequeña, creo yo); porque la realidad es compleja, tiene muchos factores que, además se retroalimentan. Pero la paranoia viene de la simplificación extrema que alivia los prejuicios y estereotipos para impedir pensar y reaccionar como un reptil. No hay desesperación, no hay escasez, no hay abuso de algunos militares o policías. Sólo el enemigo imperialista superpoderoso y místico.
Por eso me entra un fresquito cuando el gobernador de Sucre reconoce que no había comida suficiente en Cumaná, que hay un problema real, no de distribución, sino de existencia que, de paso, los CLAP no pueden resolver porque, agregamos nosotros, no se cura el cáncer con aspirinas. Al menos el profesor Acuña tuvo un momento de sensatez en esta época cuando los demonios están tan alborotados.