El pensamiento político de Occidente se abre al neoliberalismo y al capital de mercado, teniendo un matiz republicano, proveniente de la antigua península Itálica, que nos da una categoría social acorde con la lucha de clases y unos niveles de criterios o postulados que nos reflejan una condición de ciudadanos, lo que conlleva ejecuciones de cualquier proyecto político e ideológico.
Esto, nos da una perspectiva de ciudadano con el republicanismo hispanoamericano y conforma una moral de consagración, a la vez, búsqueda y realización del bien común, llevando consigo la construcción de ciudades, ciudadelas y pequeñas comunidades. Desde ese momento, el ciudadano puede gozar de su libertad consagrada en leyes republicanas como civiles, adscritas constitucionalmente al Derecho Romano, porque todavía estamos apegados a él por el derecho civil y penal.
El Estado Político determina un orden de convivencia individual como comunitario y descubre las formas judiciales de preservar el orden público y crea espacios en lo privado para orientar la esfera territorial de lo público. El Imperio Itálico como Ottomano estaba concebido en un orden moral real y planteaba el mundo ideológico, bajo proyecto de persistencia hacia la república.
La concepción hispanoamericana tiende a interpretar la República en términos de comunidad política, gobernada por autoridades civiles electas por el pueblo a través de un organismo centralizado, compuesto por individualidades de distintos pareceres políticos. Jamás podrían tener una adicción directa con la República y sus aproximaciones deben servir para argumentar los despliegues políticos de interés público. Estas ideas romanas emergieron la clave para comprender la idea de República esculpida en la Francia de finales del siglo XVIII y, tomadas por el Libertador Simón Bolívar para darle un sentimiento sublime a los territorios conquistados en el Continente Sureño y conformar la Gran Colombia, pero, la primera lucha tenía la modalidad superior de conciliación de los diversos intereses particulares de grupos humanos.
El Consejo Nacional Electoral- CNE- hoy, representa un resorte moral para el ordenamiento jurídico y republicano, pero, a través de sus rectores afines, el oficialismo y su configuración trastocada con el Psuv, ya constituye una apelación a la racionalidad política y, en vez de tener una jurisdicción legal, se viene constituyendo en una teorización del sentimentalismo oficialista. Por eso, la rectitud de las rectoras de ese organismo federal.
Rompe la idea de libertad y forja la ética del individuo a un nivel de violencia, estimulada algunas veces por líderes populares, rompiendo con sus esquemas políticos en la imagen perfilada de un diálogo de Paz. Como lo desea Nicolás Maduro Moros, el premier elegido por el pueblo
Abordamos, a veces el amor por la patria en una virtud y pasión con dimensiones de ser felices y ser feliz con el prójimo y, no transformar esa idea en un interés particular de individualidades a favor de la república, pero, la realidad constituye la búsqueda rigurosa de bienes particulares con base sobre el bien común, llevando al pueblo a una hambruna y los infantes muriéndose por carencia de alimentos, como sucede en la Goajira Venezolana y el territorio nacional, donde ya es vergonzoso y, ya no es la perrarina con leche, sino peor, el agua de maíz, creando altos índices de desnutrición, agregándose la inseguridad y promoción del Estado Delictivo.
El CNE debe interpretar los planteamientos de sus propias normas y lo indicado por el pueblo adscrito a nuestra Constitución, de una vez, debemos ir al revocatorio para definir las condiciones percibidas por la ciudadanía hacia ese bien común, la democracia que soñó Chávez y que ahora aborrece un segmento de sus seguidores.
La República está colapsando por falta de una definición clara de nuestras principales autoridades. La Revolución Bolivariana es trabajo y disciplina hacia áreas específicas del poder en un mundo como hoy, totalmente globalizado y cristalizado en el pueblo, como una acción de factorización de poderes.
Debe existir un espíritu público para exigir un revocatorio y decantar la fundamentación del orden público. Es el pueblo no chavista que solicita ese revocatorio, según lo dictamina la Constitución Bolivariana. Está muy bien enmarcado en la Carta Magna y que absorbe los parámetros cívicos y políticos de cada ciudadano. En este caso, se debe actuar sin ventajismo y actos de violencia. el presidente Nicolás Maduro Moros debe acceder a ésta realidad nacional. Su cuerpo legislativo y gabinete no debe caer en retrogradas argumentaciones que hacen incomprensibles un orden público como político, el pueblo solo desea trabajar y lograr su alimentación.
El Estado Bolivariano debe afinar los mecanismos para ejecutar las leyes republicanas, tal como aparecen instruccionalmente, en caso adverso es aplicable la Carta Democrática, siendo acertadamente su aplicación y por lo misma violación de la vida y descomposición del poder ciudadano.
Queremos que el CNE se aboque a la legalización de Marea Socialista y somos hombres de progreso y conciencia social, me refiero a la verdadera izquierda venezolana y cumpla con los parámetros constitucionales, sin sentimientos, todo regido por las reglamentaciones dadas.
Emiro Enrique Vera Suárez. (Camco).