Como hombre de fe y esperanza –que nada tiene que ver con religión alguna-, aguardaré a que mejoren los CLAP –que en estos momentos atienden a los más urgidos- y me llegue mi bolsita por ahí, de modo que me salga más barato, mientras eso ocurre, haré otro agujero en mi cinturón, seguiré con dos comidas diarias, ocasionalmente conduciré mi viejo Corsa de 16 años y haré el necesario cambio de vida que hay que hacer, a los fines de enfrentar, a mi manera, la guerra con la que quieren fracturar a Venezuela.
Y hay que hacerlo. Hay que ir a un auto mercado, para no caer en la desgraciada trampa de las colas, aunque signifique someterse a otra tortura –de la que son arte y parte- junto a políticos de la oposición, un consolidado grupo de viejos empresarios establecidos en el país desde hace décadas y ya muy millonarios.
La tortura de dichos auto mercados, en el fondo, no es muy distinta de la empleada por los otros empresarios que manejan la distribución, además de los operadores de los empresarios-golpistas-políticos, hoy popularmente conocidos como bachaqueros.
En esos negocios, todo saltó de precio lo que puede calificarse como una monstruosa barbaridad. Vas a uno de ellos, como en mi caso, haces 16 compras, entre ellas yogurt, naranjas, auyama, queso, cebollín, cebolla, ajo porro, zanahoria, tres jojotos, 300 gramos de jamón de pierna, yuca parmesano, entre el número antes citado y lo que no me acuerdo, nada contundente, como se pude apreciar a simple lectura, y la cuenta te pasa de los 15 mil bolívares.
Hay como una especie de atraco sutil, donde las cajeras, que no son culpables, lo que hacen es seguirle la conversación al cliente y sonreír sin opinar en absoluto.
Los bachaqueros son más descarados que cualquier comerciante y te espetan en el rostro que la que mentada harina pan vale 2 mil bolívares el paquete y si quieres hacer arepas, pues tienes que bajarte de la mula como dicen en las calles para conseguir un paquete; la canilla que antes costaba 30 bolívares ahora vale 300 y el pan campesino 600. Mientras, el pan andino unos lo cobran a bolívares seiscientos y otros piden ochocientos; por su parte, la leche –que no sale en cartón sino en garrafa- te cuesta 1.400 bolívares y tienes que bebértela rápido, porque se pone piche. Al menos pasó en casa con identificada con el nombre de Yaracuy. Ojalá que no ocurra así con la planta de procesamiento de Cacao que montarán en ese estado.
¡Que conste que no nos metemos con el gentilicio!
En algunos estantes se consigue un café con el nombre de Brasil y tiene un costo que supera los 3 mil bolívares y ni se me ocurre ir a la avenida Baralt por los lados de Quinta Crespo, ya caí con una viejita vendedora de café que mantenía escondido el producto en un bolso. Recuerdo que era Café Venezuela.
Ni busco azúcar porque no se consigue y hasta le huyo al papelón, que se consigue en los auto mercados en más de dos mil bolívares y de broma se compra plátano, cuya unidad está en 100 bolívares, cuando hace unos cuantos años una unidad costaba 1 bolívar.
¡Y quien sueñe con una bebida espirituosa, pues deberá despertarse y salir corriendo a ver si consigue un buen licor de Cocuy, pero lo más pronto posible, porque también aumenta de precio, de semana a semana, pese a que no necesita dólares para traer materia prima del exterior, pues penca es lo que nos sobra en el país!
Hay una gigantesca especulación a la que no ha sido posible meterle el diente. No sé si es que la Sundee carece de capacidad, si los cuerpos de inteligencia a veces la pierden o es que nuestros funcionarios no aguantan –como dijo un mandatario de USA- un cañonazo de dólares, bolívares o productos.
Entiendo perfectamente que está siendo conformado un Estado socialista, de justicia, de respeto y paz, el cual –por su misma Constitución- no se da el lujo de dañar la vida de las personas, asunto frecuente en Estados Unidos y Europa, pero hay veces que se nos ocurre decir, a propósito de que venimos de comprar unos cuantos vegetales, "bueno es cilantro, pero no tanto", aunque nunca echemos para atrás.