Quizás como izquierda nos ha faltado hegemonía discursiva y trabajar las plataformas de difusión cultural influyentes en el modelaje de conducta de las masas, así como la visibilización de los códigos que reafirmen nuestra identidad cultural caribeña.
Partiendo de esto, se hace urgente repensarnos para reagruparnos, asumiendo que nos encontramos en una relación político - afectiva desde hace más de 20 años, siendo Hugo Chávez quien logró trascender del proyecto político a la conexión emocional.
Es así como nuestros programas sociales alcanzaron el éxito, no solo por saldar una deuda histórica en cuanto a la educación, salud y atención integral sino además porque con ellas comenzó a formarse un vínculo, nos reconocíamos, nos situábamos, nos escuchábamos, existíamos, no nada más para una estructura burocrática, sino para nuestros iguales, conectábamos entre nosotros en un espacio de encuentro, el chavismo.
Desde entonces nos encontramos con Chávez desde lo afectivo, desde la sensibilidad humana, los valores y la solidaridad, esto responde el porqué la derecha nacional dirigida internacionalmente necesita no solo un aparataje mediático para deslegitimar a nuestros lideres sino también trabajar en estrategias psicológicas y comunicacionales que socaven todo lo positivo que puede agrupar el movimiento chavista.
Nuestro deber en estos momentos es entonces, reafirmar lo positivo y asumir lo negativo proponiéndonos una nueva manera de hacer las cosas, una nueva forma de ser, sumando toda la creatividad que nos caracteriza, y poniendo todos los recursos a la mano para defender lo que nos ha costado años conquistar, la esperanza y la confianza de un pueblo.
En este momento de mayor complejidad trabajemos en la patria que soñamos sin olvidar las palabras que hicieron posible que en medio de una profunda tristeza no olvidáramos nuestro deber con la historia, ¡unidad, lucha, batalla y victoria!
