¿Me importa el Mundial?

Siempre he creído que el fútbol es “el” deporte universal. Y no es un dogma. Alguno que otro razonamiento he elaborado.

El primero es que es un juego fácil.

No hay que ser experto para entenderlo.

Lo más complicado es la regla del jugador fuera de juego, que lo que busca, por cierto, es que no hayan más goles de los que se necesitan. Resultados más allá de los cinco goles entre los dos equipos, no es algo común, salvo que sea una “caimanera”. No es lo mismo, por ejemplo, que el juego de beisbol.

Vean. Un ser humano ultradespistado que vea por primera vez un juego de fútbol no se angustiará por su ignorancia.

Basta que observe cómo se mete el balón en el fondo de la red para darse cuenta qué cosa es un gol. En cambio, si se trata de beisbol, salvo el out y el jonrón, enseñarle a un neófito qué diablos es un pisa y corre, un balk o el arriesgadísimo squezze play, puede darte ganas de mandarlo al cipote para que te deje ver tranquilo el juego.

Otra razón es que en fútbol un equipo “menor”, se le puede plantar a un equipo “mayor”. Me explico, y para ello sigo con el beisbol. Un equipo “menor” de beisbol no puede plantársele por mucho tiempo a un equipo “mayor” de beisbol. Si ese equipo “menor” no tiene pitcher bueno, (que no tendrá porque si no, no fuera un equipo “menor” ) lo más seguro es que le descosan la bola en los primeros tres innings. Pero se ha dado el caso que un “menor” equipo de fútbol haga sudar a uno “mayor”. U obtener un ventajosísimo empate en un Mundial, por poner el caso.Ybueno, alguien tiene que ganar y para eso están los disparos desde el punto de penal. Que no hay que decir los penaltis, según, porque penalti es la burro de patada que le dan al infortunado jugador.

Toda esta perorata, que tendrá muchos detractores, es sólo para compartir con ustedes mis apreciaciones del Mundial de Fútbol Alemania 2006. Desde que me acuerdo se ha acusado a la Federación Internacional de Fútbol Asociado (Fifa) de favorecer a los grandes y favorecer a los grandes es favorecer al mercado y favorecer al mercado es favorecer al capitalismo. Con lo cual estoy “supremamente” de acuerdo.

No sé si de Mario Kempes para acá, primer mundial del que tengo recuerdos, pero el marketing metió su nariz hace bastante tiempo en el deporte.

En el amateur y en el profesional.

En las olimpiadas y en cualquier actividad deportiva que requiera de un “accesorio” aerodinámico.

Si algo me ha impresionado es que mis zapatos deportivos pesen menos que cualquier zapatilla de cuero.

Los más descreídos sencillamente no ven el Mundial, con el argumento de que la Fifa tiene todo arreglado.

Que la fiesta Mundial es un parapeto donde ganarán siempre los países donde el negocio del fútbol tenga más futuro.

Esos son: Alemania, Inglaterra, Francia, Argentina, España, Italia y Brasil. Los creídos, como yo, estamos de acuerdo en que sí, manda el marketing, pero que en el terreno de juego puede pasar cualquier cosa. Como que Ghana y Ecuador llegaran a octavos, como que Inglaterra esté fuera gracias a los portus y como que el poderosísimo y mercadeadísimo Brasil haya salido con los crespos de Ronaldinho hechos un asco. Ese es el fútbol mundial del año 2006. Y será hasta el 2010 porque con América fuera, pregúntenme si el Mundial me importa.


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Mercedes Chacín


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