La guerra mediática

Ya nos hemos referido, en otras oportunidades, a las campañas mediáticas que la oposición ha venido imponiendo con tal de lograr que el gobierno del presidente Nicolás Maduro, por demás legítimo, sea sustituido cuanto antes, aún cuando no ha cumplido su período Constitucional.

Si bien es cierto la convocatoria al referéndum revocatorio es un derecho consagrado en nuestra máxima carta magna, no hay que olvidar que la oposición siempre se ha ido por los atajos para buscar que el gobierno revolucionario que encabeza el presidente Maduro cese en sus funciones, mucho antes de llegar a cumplir la mitad de su ciclo.

Ha sido evidente que durante estos 17 años que llevamos de revolución las campañas mediáticas o también llamadas de cuarta generación organizadas por la oposición, con apoyo y las estrategias comunicacionales definidas desde el imperio, además de las acciones de calle en caliente, siempre han intentando buscar el descalabro del gobierno revolucionario.

A través de las redes sociales, por ejemplo, la oposición ha caído, incluso, en el irrespeto a la inteligencia y a la memoria de los venezolanos.

A diario publican mensajes distorsionados, mediáticos, carentes de la verdad, con el claro propósito que el pueblo, sobre todo los sectores más vulnerables del país, dejen de ver a la revolución con buenos ojos, como hasta ahora lo han venido haciendo.

A través del Facebook, por ejemplo, nos hemos encontrado con mensajes incluso retadores y por demás agresivos y ofensivos, no solo en contra de la figura del presidente Maduro, sino también en descalificación de todos los que votamos para elegirlo.

Otros tipos de mensajes, al mismo tiempo, se publican para hacer creer que Venezuela es un estado forajido, que está actualmente dirigido por delincuentes, por narcotraficantes, como muchas veces lo han expresado.

Se busca, incluso, hasta con desespero, que la OEA y la propia ONU, ordenen cuanto antes fuertes sanciones en contra de Venezuela, similares a las impuestas por más de 50 años a Cuba, con la sola idea de ver sucumbir al gobierno revolucionario.

Lo triste y lamentable es que vemos también a muchos venezolanos exigiendo que se haga una intervención armada desde el propio imperio en perjuicio de nuestro país, sin medir las graves consecuencias que esto traería para toda la población venezolana, sobre todo para los más vulnerables, como son los niños y los ancianos.

No podemos dejar a un lado lo que la oposición viene también publicando en contra de la presidenta del CNE, Tibisay Lucena, con la sola idea de crear un clima adverso y de rechazo en su contra, que no se comparece con la verdad.

Caricaturistas afamados y quienes utilizan la pluma para rivalizar con el gobierno han tomado la imagen de la rectora Lucena para mofarse de sus condiciones físicas e intelectuales, incluso, de su estado de salud.

No hay el más mínimo respeto ni compasión con esta mujer que hoy es blanco de quienes pretenden que el CNE, a pesar de ser un organismo legítimo y neutral, se ubique al lado de la oposición.

Hasta ahora, por fortuna, la gran mayoría del chavismo se ha mantenido al margen de estas provocaciones que a diario promueve la oposición, sin embargo el temor nos asalta cuando notamos que la paciencia está por agotarse.

Es evidente que en materia electoral las reglas del juego están claras. Si el referéndum es un derecho legítimo que está consagrado en la Constitución esto no contradice que se deban aplicar las normativas ajustadas y a derecho para convocarlo.

El oficialismo, ni que sonso fuera, ha hecho lo que ha tenido que hacer. Pedir la revisión minuciosa de las firmas, que resultaron en gran proporción ilegales lo que deja en evidencia que el primer paso para convocar el referéndum no goza de legitimidad o autenticidad.

Recordemos que antes que el CNE se modernizara y se blindara era común en la cuarta república que los muertos aparecieran votando en cada una de las elecciones que se convocaban en el país, pero hoy –por fortuna- es fácil descubrir esta triquiñuela.

Concluimos diciendo que la convocatoria a referéndum la propia oposición la echó por la borda, porque además lo convocaron a destiempo. Por ello el Tribunal Supremo de Justica (TSJ) debe desestimar su petitorio, que ha estado cargado de trampas y marramuncias que han sido puestas al descubierto.

Si la oposición desea de nuevo retomar el poder pues debe dejar a un lado las artimañas, la violencia, las triquiñuelas, las campañas mediáticas y ofensivas y ceñirse, de una vez por todas, al estado de derecho y que sea el pueblo quien escoja la propuesta que le garantice un mejor futuro.

*Periodista

italourdaneta@gmail.com



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Ítalo Urdaneta

Periodista, historiador y profesor universitario

 italourdaneta@gmail.com

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