El ingreso como miembro pleno de Venezuela al Mercosur constituye un paso gigantesco en el proceso de contrainsurgencia de los pueblos del mundo contra la globalización neoliberal: la globalización de la solidaridad.
Rousseau decía que los antiguos hablaban de virtudes valores, los modernos de negocios y dinero. Pero Rousseau nunca llegó a imaginar siquiera, el grado de descomposición moral que generarían los negocios y el dinero dentro del capitalismo. Fue un crítico del capitalismo, pero desde la nostalgia del tiempo ido. Fue Marx quien formula la crítica más demoledora contra el capital, mirando su desarrollo futuro y advirtiendo que en su dinámica, una de las leyes internas del capital es su tendencia a la concentración y centralización. Con el tiempo daría paso a la formación de gigantescos oligopolios, que ahora operan a nivel planetario, sacando ventajas de los actuales desarrollos científicos y tecnológicos que a decir de Marx “reducen el espacio por medio del tiempo” y convierten el conocimiento social general en una palanca inmediata de producción, sometiendo a sus leyes todos los aspectos de la vida social. En otras palabras, sometiendo todas las esferas de la vida social a los negocios y el dinero, es decir, a las políticas de los dueños del capital, que son los que hacen los grandes negocios.
Hubo que quitar de en medio violentamente la acción del Estado-nación y los gobiernos que obstaculizaban los negocios. Se hizo dominante la tesis del mercado como instancia reguladora de la economía y la vida en todas sus esferas, Alba y TLC por medio. La globalización neoliberal, en algo más de dos décadas redujo más de la mitad de la población mundial -cerca de 3.500 millones de personasa una espantosa miseria, que sobrevive con menos de dos dólares diarios. En el otro extremo, quinientas personas concentran el ingreso equivalente a esta mitad de la población del planeta. Y las tres personas más ricas concentran el equivalente al ingreso de todos los países más atrasados del mundo con sus 600 millones de habitantes.
Por eso, que el Protocolo de Adhesión de Venezuela al Mercosur invoque como uno de sus fundamentos “que el proceso de integración debe ser un instrumento para promover el desarrollo integral, enfrentar la pobreza y la exclusión social y basado en la complementación, la solidaridad y la cooperación” ; que Nicanor Duarte exija la materialización de los sueños de igualdad de nuestros pueblos antes que el crecimiento de nuestras balanzas de pago; que Néstor Kirchner reconozca que “En todo este tiempo que he tenido la responsabilidad de gobernar no puedo dejar de reconocer la solidaridad que Argentina recibió de la mano solidaria del Gobierno y del pueblo venezolano” ; que Inácio Lula da Silva diga que “la firma del protocolo más que un documento que garantiza un comercio más justo o que permite a nuestros empresarios hacer negocios, es la concreción de un sueño de millones de personas y millones y millones de latinoamericanos que murieron creyendo que era posible construir una región unida”, son síntomas de que vamos por buen camino.
Todas estas expresiones, como señala el presidente Chávez, son los fundamentos para crear una nueva libertad, que es la mejor manera de celebrar la firma del Acta de Independencia.
Por ahora, 250 millones de habitantes en un área de 13 millones de km2 fortalecemos la solidaridad para construir la unidad. Recursos materiales no nos faltan. Inventiva tampoco. Coraje menos aún. Y comenzamos a construir la voluntad política necesaria para cumplir la tarea. Además tenemos samba, joropo y tango que quizás sea lo más importante:
la integración cultural de nuestros pueblos.