En la política es fundamental el diálogo como estructura vinculante y como base del hacer de la política y lo político, la negociación por otra parte, para dirimir los conflictos, es el método que permite evitar la violencia, los acuerdos son el resultado de un diálogo que llega a definir términos de negociación y avanza en alguno de sus aspectos, y los pactos son un tipo de acuerdo con condiciones que obligan a ceder principios en función de lo que se pretenda sean acciones más "nobles".
Todos estos elementos, en el plano de la política son considerados un arte, que con base en objetivos preestablecidos, y desde la perspectiva más tradicional, se utilizan en función de la obtención o preservación del poder, sin embargo, en la actualidad todas estas acciones, en el contexto democrático, sin la búsqueda permanente de la legitimidad basada en la consulta, participación y validación popular, están destinadas al fracaso.
Esto último es el verdadero debate de fondo. Hoy en Venezuela, tal como hemos denunciado desde hace más de un año, se viene fraguando una serie de negociaciones parciales entre sectores del madurismo y la MUD para la salida del gobierno constitucional pero ilegítimo del presidente Maduro, y esta negociación tiene de fondo el acuerdo de estos sectores de que el gobierno del presidente Chávez debe ser "superado" por un modelo que se distancia de las necesidades de la gente, para estar más próximo a los intereses del capital.
Hoy, ya no sólo sabemos que hay negociaciones y acuerdos, consumados en el "borrón y cuenta nueva" de sectores que ven en peligro su capital famiosamente acumulado, así como el acuerdo de convertir a todo lo que esté fuera de la polarización en "polvo cósmico y arena de playa", sino que ya se tienen evidencias de un pacto que implica la sustitución de las élites políticas, la consolidación de un modelo económico ajeno a los que viven de su trabajo, y que consagra la restauración del viejo modelo político de la democracia representativa, a través de la descapitalización del legado político dejado por Chávez, y esencialmente del abandono de las luchas del pueblo.
El problema de fondo de todo este proceso de negociación, acuerdo y pacto, que se consagra entre sectores que son capaces de sacrificar a sus propios aliados, voceros y "líderes", con tal de preservar alguna cuota de poder, o garantizar no ser castigados, es que se realiza de espaldas a la gente, tanto por los intereses de las mayorías, como por el derecho a saber qué y cómo se define en estos procesos y ni hablar de participar en ellos. El Psuv madurista-diosdadista, y la Mud protoadeca en nombre de las mayorías, atentan contra ellas, afirmando que en nombre del Referendo Revocatorio, lo mejor es no llegar a él, negociando la salida de Maduro, negando el derecho que tienen los venezolanos de revocar al nefasto gobierno del restaurador del que advirtió Chávez, el pueblo debía cuidarse, a pesar de que fue él mismo quien invitó a escogerlo.
Al final, entre quienes discuten el próximo vicepresidente que ya se siente presidente de la transición, el pacto en construcción avanza, aunque no cuentan que "el pueblo se levanta", cuando estas acciones antidemocráticas se consagran.