Mucho se ha hablado de la supuesta crisis de legitimidad del gobierno bolivariano, asumiéndola como una situación que nace de la imposibilidad del gobierno de hacerse obedecer por los gobernados, sin poner en duda la cualidad que se expresa en la condición que tiene el gobierno de acuerdo al ordenamiento jurídico, al haber ganado unas elecciones democráticas.
La legitimidad contempla tres condiciones naturales, el ejercicio del poder político, mandar y hacerse obedecer por los gobernados. La última parece ser la situación que está afectando o erosionando la legitimidad del gobierno bolivariano, propiciando incluso un clima de impunidad que hace que el gobierno pierda el respeto ante los ciudadanos.
Ante esa supuesta crisis de legitimidad se invoca el referéndum revocatorio, como una salida legal que permita que el gobierno recobre su autoridad ante los ciudadanos. Sin embargo en este punto es bueno señalar que legalmente la vía del referéndum debe cumplir con las normativas establecidas, lo cual incluye lapsos y otros requisitos contemplados por el organismo que rige la materia electoral.
Se solicita entonces el referéndum como una vía política que pueda equilibrar la supuesta crisis de legitimidad del actual gobierno, e incluso algunos ilusos recuerdan que el presidente Chávez decidió convocar a un revocatorio, que cosa curiosa, no acabo con la situación de ilegitimidad que se generó después del desconocimiento de la legalidad constitucional, por parte de partidos políticos que activaron junto a un sector económico y algunos militares un golpe de estado contra el gobierno de Chávez.
Es decir para que la salida refrendaría pueda cumplir en la práctica su cometido, se necesita un compromiso real de los actores políticos, un acuerdo consensuado con el pueblo.
La pregunta real es si se puede o se necesita creer en un actor político que como la Mesa de la Unidad Democrática, ha utilizado tácticas políticas ilegales, violentas, e incluso terroristas, para derrumbar al gobierno.
Es ingenuo pensar que la MUD va a reconocer al ejecutivo, después de un revocatorio, porque esa organización política juega sucio, y quien juega sucio nunca reconoce la legalidad ni la legitimidad, y es aquí donde los venezolanos debemos reflexionar, porque gran parte de la supuesta pérdida de legitimidad del actual gobierno, es a consecuencia del juego sucio que ha impulsado la MUD, los empresarios, y sus aliados internacionales, sobre todo en el tema del desabastecimiento.
Pretender que un adversario que conoce las trampas que se le han aplicado, tenga confianza política, equivale a pedir que se ponga la otra mejilla siempre que sea conveniente, lo cual no existe en la política real, y más que una ingenuidad es un sin sentido, sobre todo cuando lo que se dirime es el poder con todos sus atuendos fetichistas.