¡Qué desgracia!

Las borduras del pie de monte del Parque Nacional Henry Pittier en las proximidades de Maracay fue poco a poco colonizada, atraídos los inspirados pobladores por el encanto de un paisaje maravilloso, de fuentes de aguas naturales y de la posibilidad de construir un proyecto de vida en armonía con ese mundo natural que sirve de albergue a muchas especies de vegetación y animales propios de la selva nublada y de refugio temporal a cientos de especies de aves que migran y pasan allí algunos días. Rancho Grande, ha sido un espacio donde se dan cita científicos muy reconocidos de la botánica y la zoología. Por El Limón se transita hasta allí, pero también hacia unas playas que forman parte del mar de la historia de la Patria. Hasta aquí vale la poesía, los cantos, los amaneceres, y la ganas de vivir cerca del pulmón de la ciudad de Maracay.

En pocos años EL Limón y el Municipio Mario Briceño Iragorry mutó de un pulmón oxigenante a una cloaca pútrida. Su acceso principal, la avenida Universidad es un asco, al igual que otras calles, está tapizada de basura maloliente. Es el símbolo de una urbe en decadencia con contrasta contra todo los encantos que se le han asignado a este pie de monte. Las calles internas son un una cara de luna, llena de huecos pero no causados por meteoritos, sino por la desidia en las gestiones de los alcaldes y alcaldesas. Nadie, ni el Tribunal Supremo de Justicia, ni el gobierno nacional o regional, los electores, ni los partidos políticos, ni los movimientos organizacionales emergentes han podido poner orden a esta desfachatez. Da pena ajena.

Recientemente le di un corto paseo a un Vice-Ministro para que viera el desastre, y dijo ¡Que desgracia! También intencionalmente le di una vuelta a unos conferencistas y participantes a un foro sobre cambio climático y casi al unísono dijeron: ¡Qué desastre!

Este amanecer hablé con mi esposa, le expuse que el nivel de estrés que me nace de esta desgracia ambiental y que tendrá sin duda repercusiones en la salud de los habitantes de este municipio y su entorno próximo me está devorando el alma. Es insoportable vivir entre toallas sanitarias usadas y papel higiénico con las huellas humanas intimas. Las aves del Parque han comenzado a bajar a comer inmundicias, pero lo mayor son las alimañas que allí se crían y que luego avanzan sobre los patios de las viviendas. La basura ha derrotado a todo un Pueblo que siempre ha aspirado a vivir en un ambiente sano y que incluso tuvo como proyecto un municipio ecológico.

Para aumentar mi desgracia, acabo de bajarme de un autobús que tomé desde el centro de Maracay, me senté y traté de no mirar a los lados, era una buena oportunidad que el bus venía lleno para no ver la abominable acumulación de basura. De repente, un ciudadano de piel morena, pelón más que yo, dijo: ¡Qué desgracia! Y cometí la pifia de volver a mirar por una rendija el estercolero en que han convertido el municipio Mario Briceño Iragorry.

Ya sabemos que el Alcalde opositor al gobierno nacional está preso, también sabemos que ganó las elecciones después de una pésima gestión de un equipo afín a nuestro gobierno nacional, pero él lo hizo peor al extremo que les he contado. Y la gente de la MUD sabe que aquí tienen una muestra de su incapacidad y la ocultan irresponsablemente.

Si está preso por conspirador, esa es la diversión más común de la política. Pero si le ponen preso por delitos ambientales y se interviene la Alcaldía para bien, para restaurar la dignidad ambiental, sin que exista esta posibilidad en la Constitución, aspiraría que le dieran cadena perpetua.

¡Qué desgracia!

 



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Miguel Mora Alviárez

Profesor Titular Jubilado de la UNESR, Asesor Agrícola, ex-asesor de la UBV. Durante más de 15 años estuvo encargado de la Cátedra de Geopolítica Alimentaria, en la UNESR.

 mmora170@yahoo.com

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