El SNTP, ignora los ventanales del odio mañanero

Aún no es posible entender las razones que impiden llevar a prisión a personas que violentan las normas, difaman, insultan y dicen el más variado número de improperios como si realmente fueran esas personas las dueñas de la verdad; asistimos a una calle de una sola vía totalmente provista de los más grandes ventanales del odio y la ira adornados de hiel.

Nos referimos a una gran cantidad de programas de radio en Venezuela, la mayoría en manos del sector privado, que abren cada mañana la llave de la catarata de la amargura intentando hacer pensar a los radioescuchas que son víctimas del régimen, concepto al cual quieren hacer ver como un disparate y un desastre político, cuando en realidad la palabra régimen tiene varias acepciones y dos de ellas quieren decir, de acuerdo al diccionario de la Real Academia de la Lengua Española : "Sistema político por el que se rige una nación o Conjunto de normas por las que se rige una institución, una entidad o una actividad".

Pero el caso no es ese de la definición de la conocida palabra, que por supuesto intentan desvirtuar sin éxito alguno. Comentamos la triste realidad de personas –mujeres y hombres- no se sabe si son periodistas o apenas malos comunicadores, porque quien comunica rabia, bronca, no puede ser gente buena.

Hoy día, esa gente está como cuando la emprendieron –naturalmente sin éxito- contra el Comandante Supremo de la Revolución, Hugo Chávez, solo que esta vez es contra el Presidente Nicolás Maduro, las Fuerzas Armadas Bolivarianas, la Policía Nacional Bolivariana, el Consejo Nacional Electoral, el Tribunal Supremo de Justicia, las mujeres de la mayoría de la población venezolana y contra todos los ministros que les pasen por el frente.

Por lo general no escucho radio –salvo que trasmitan salsa-, pero a instancias de un camarada amigo, sintonicé en la mañana a cierta emisora, creo, que una de las que más prestigio tenía en el pasado o quizá la más conocida.

¡Experiencia de locura!

Tenía tiempo de no escuchar algo tan repugnante y lo digo por la calidad y me atrevería decir que, quien sintonice programas de tal naturaleza, está condenado a vivir rodeado de una niebla de bilis toda su vida. Y todo eso ocurre ante la fría indiferencia del actual sindicato de la prensa (SNTP) que, presuntamente, ignora la presencia y actuación los ventanales del odio que han fabricado desde el área privada, cuando debería esgrimir el sentido ético y dirigirse a quienes manejan esos programas.

Independientemente de que las emisoras –digamos su personal- pueda estar afiliado al sindicato de radio y televisión, el SNTP debe emitir una opinión, porque lo que viene sucediendo es la germinación de un mundo aberrado. Llamémoslo como lo define el diccionario: Acto o conducta depravados, perversos, o que se apartan de lo aceptado como lícito. ¡Sí! Un mundo de aberración de dos puntas, es decir, de quien entrevista y del entrevistado, porque ambas partes están en el mismo bando.

Otra falla –dejamos la primera en manos de los dueños de las emisoras, por lo general opositores a la revolución; en segundo lugar nos atrevemos a mirar al SNTP, organización que no dice ni pío, porque ha venido funcionando como herramienta partidista de la oposición. Una tercera falla radicaría en el Ministerio Público, que permite que insulten al Presidente Nicolás Maduro y a otras personas e instituciones (Quizá porque piensen que ellos estudiaron Derecho y hasta tienen maestrías y el líder revolucionario no es un académico. Parecen olvidar varias cosas, que ser presidente no es una carrera universitaria y que Rómulo Betancourt y Carlos Andrés Pérez fueron bachilleres y Juan Vicente Gómez un hacendado) y una cuarta falla se la adjudicaríamos a una necesaria reforma constitucional, que actualmente deja en 30 años la máxima pena de prisión, cuando debería establecer una pena de 50 años, vital para sancionar.

Que conste que apenas me refiero a cierta programación radial, de la cual hemos conversado en la Plataforma de Periodistas y Comunicadores de Venezuela, pero es una parte, porque también están los medios impresos, televisivos y digitales, la mayoría en manos privadas y en contra de la Revolución Bolivariana y ninguno a favor de las necesidades de los periodistas, comunicadores y demás trabajadores.



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Pedro Estacio


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