"Por consiguiente nunca hagas preguntar por quién doblan las campanas: doblan por ti."
Ernest Hemingway
ENGAÑADO: Se dice de un pueblo consciente de un derecho a elegir (o a revocar la elección si fuere el caso), a alguien para que administre sus bienes, les de buen uso y lo represente como si fuese él mismo quien está realizando la tarea. Del mismo modo ese pueblo tiene conciencia de que puede cancelarle el mandato si no cumple con las tareas que le ha encomendado. Pero sucede que el elegido se apropia de los dineros y las cosas que se le han confiado, los dilapida, los maneja como suyos, le quita el pan y la medicina de la mano a quien lo necesita, se embriaga con las más espirituosas y costosas bebidas, y cuando se le quiere revocar, lo impide mediante los más curiosos ardides. El mejor remedio es desengañarse.
ESTAFADO: La expresión alude a las sociedades que, como la venezolana, hacen un depósito de confianza en un grupo político que les ha ofrecido el cumplimiento de la Constitución, las Leyes, y la estricta observancia de las normas dispuestas, para encontrarse después con unos bribones duchos en manejos fraudulentos, que emplean los medios de comunicación, que pertenecen a todos, para mostrar a diestra y siniestra una constitución de bolsillo que irrespetan apenas la nombran o exhiben. A esa sociedad que ha actuado de buena fe se la califica como estafada, y a los otros como estafadores.
CHANTAJEADO: Ordinariamente se usa la expresión, relacionándola con un pueblo que continuamente es seducido con el otorgamiento de una vivienda, o amenazado con despojarlo de ella si no actúa como el "misericordioso" adjudicante quiere. Así mismo se presiona con entregarle una bolsa de comida al hambriento, o suministrarle al enfermo medicinas que nadie consigue, siempre que aplauda a este "piadoso" dador, lo adule, lo respalde sin condiciones, y se rinda ante sus pies. Hasta ahora lo que se conoce es que en algún momento el pueblo chantajeado se cansa, levanta su honor, y queda descubierto y perseguido el chantajista.
COMPLOT: Dícese de la acción continuada, sigilosa, secreta, en la que concurren varias personas para cometer un delito. Se trata de la actividad que desarrollan personas en Venezuela, con altos cargos públicos, con la finalidad de avasallar en lo inmediato el orden constitucional que el pueblo ha determinado como sus reglas de juego, y el fin último de disfrutar a como dé lugar las ventajas y privilegios derivados de los cargos que ostentan. Intentan que nada quede al azar, y simultáneamente concurren jueces y gobernadores dictando sentencias locales, "acatamientos" en minutos de las mismas, por parte de rectoras electorales nacionales, cadenas presidenciales y complicidades de todo orden. Al concretarse el delito, experimentan el goce cruel de haber aplastado la voluntad social, con su acto sedicioso.
DESPRECIO: Se relaciona con el menosprecio claro y manifiesto que los complotados tienen de la Constitución Nacional de la República Bolivariana de Venezuela. Desdeñan sin recato alguno sus normas, tanto las que imponen al funcionario público el deber de servicio a la gente, como el juramento de cumplir y hacer cumplir los mandatos determinados por ella. Asimismo, se trata del arrebato obsceno a los derechos constitucionales de elegir o revocar a los mandatarios, que no han cumplido la gestión encomendada.
GOLPE: Se asocia esta voz, a la acción realmente violenta o aparentemente pacífica que es derivada del complot. Es un golpe de estado cuando se depone a un gobierno, o cuando un gobierno que puede ser reemplazado válidamente por un pueblo participante y protagonista, produce acciones aparentemente legales, pero una vez que han discurrido los hechos, se revela que los actos hostiles, agresivos y violentos contra la Constitución Nacional, es lo que ha prevalecido.
CAMPANADA: Las campanas en su tañido se relacionan al llamado que se hace a los feligreses para acudir a la iglesia, o lo que es lo mismo, para participar en la asamblea. En Venezuela es así, y los campanarios también resuenan como alertas en momentos críticos de la República, cuando se anuncian tempestades. De hecho, cuando la tiranía de Marcos Pérez Jiménez se resistía a salir del poder, y se anunciaban nuevos tiempos, las campanas fueron al pueblo lo que los tambores mayores son a las marchas militares. Nuestro pueblo no es bobo, está vivo y es amante de la paz viva. Sabe que hay estafadores y chantajistas con apariencia de sordera, y que una campanada puede ser útil en su sanación.
¿Será conveniente que las campanas suenen a rebato?
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