Sin ningún rubor en el rostro, ni sentido de culpa, el empresario Lorenzo Mendoza incursionó a publicitarse gratuitamente en los medios de comunicación como víctima del gobierno y de la sociedad venezolana. Atrás quedan las denuncias que históricamente se han realizado sobre el uso de posiciones de poder de ese grupo empresarial a lo largo de una buena parte del siglo pasado y de todo lo transitado en este que todavía huele a fresco.
Un breve recuento sobre el carácter victimario del grupo Polar revela que su avance progresivo en la economía nacional ha sido como ensamblador de alimentos y bebidas. Su perfil no tiene mucho que ver con la suplencia de producción primaria para sus propias industrias, sino su adquisición en el mercado internacional, favorecido por la presión de dominio tecnológico sobre las divisas generadas por el negocio petrolero nacional. Aunque no se dispone de un balance consolidado de divisas logradas de las arcas del Estado y aquellas producidas por la empresa, no es difícil estimar que han retornado al país menos del 5 % del total de divisas recibidas a lo largo de la historia. También, en su historia se cuenta como sus allegados lograron tomar posesión de las bancadas del antiguo Congreso Nacional y de los cargos burocráticos de importancia en agricultura y tierras, educación, finanzas y otros ministerios de la época. Con su poder de financiamiento ha logrado obtener análisis de situaciones de mercado mundial, de falencias de la agricultura venezolana y de percepciones sobre necesidades de productos masivos, de centros de investigación de universidades. A un bajo costo esa información ha permitido incrementar su posicionamiento en el mercado nacional.
En sus capacidades productivas se mueve desde desinfectantes y otros productos del hogar hasta la famosa harina precocida, pasando por una planta de untables desarrollada en los años 70 del siglo pasado que se ha repagado sin que exista una inversión retributiva para su modernización a las nuevas realidades. Inclusive este última fue parte de una jugada que se revirtió, evitando que el Estado la asumiera o tomara su control y pagara por esa chatarra como si fuese oro cochano. Nadie, absolutamente nadie ha realizado estudios de largo plazo sobre la inocuidad de las formulaciones de Polar en diversos alimentos, que se modifican de acuerdo a las circunstancias, que cambian procesos importantes en margarinas, a tal punto que nadie puede decir que ha visto una mosca posarse sobre una margarina de esas empresas; huyen de su posible toxicidad.
Lo otro y más grave es la relación de Polar con la producción de cerveza en nuestra Patria. En la mayor parte de los accidentes automovilísticos el alcohol está presente. De la cantidad de muertos y lesionados graves y menores, Polar tiene su cuota de responsabilidad. Camuflada en una marca de bebida "Maltín Polar" promueve con su logo la cerveza aun en las misas de Catedral, para no señalar lo evidente en los eventos deportivos favoritos de los venezolanos. Y ¿Cuánta es la inversión que hace Polar para evitar hacer de la diversión una tragedia?
Su producto más famoso, después de la cerveza, es la harina precocida, invento de tecnólogo venezolano Luis Caballero Mejías por el cual nunca recibió ningún estimulo. Polar no financia ni el 5% de la cosechas que necesita para que sus plantas funcionen. Es una ensambladora parasitaria de la producción nacional de maíz y de las importaciones. Hace un tiempo hubo que pararle el trote porque mediante pequeñas modificaciones, partía de la concepción del desarrollo de nuevos productos, y los presentaba al mercado como novedosos y a precios altísimos para su momento. Varias veces dejó de última prioridad la producción de harina precocida común.
En síntesis, la sociedad ha sido víctima de sus jugadas económicas. Ha crecido a expensas de la renta petrolera, y captura una buena parte de los ingresos familiares con sus tendencias monopólicas (dominante en los oligopolios). Ha crecido tanto que se ha dicho que es, después de PDVSA, el segundo mayor consorcio del país.
Con esa posición de dominio y con la experiencia del golpe de Estado anterior es muy loable hacerle seguimiento a cualquier vestigio de golpismo de ese grupo empresarial y de su líder. Lorenzo Mendoza es el autor intelectual de un endeudamiento propuesto por la MUD para lograr unos 80 mil millones de dólares del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial, que meterían sus fauces fétidas otra vez en nuestra Patria, pero que sin escrúpulos, serviría para seguir con el festín de los dólares, y el pueblo… ¡que se joda!
De victimarios a víctimas hay un gran trecho.