Creo que con las nuevas designaciones que públicamente anuncia el excompañero Nicolás Maduro se le coloca un clavo más al ataúd del proceso político que hoy vive Venezuela, se cambian ministros y vicepresidentes como cambiar de calzones, las variables para el cambio son muchas y pueden sacarse multitud de conclusiones, pero eso es harina de otro costal.
Lo que realmente me preocupa es saber que votar vale madres, no importa por quien votamos para que nos represente como gobernador, alcalde, diputado si en un segundo al Presidente de La Republica se le ocurre retirar a un ciudadano o ciudadana electo por "el soberano" y de ser un representante electo por el pueblo se transforma en segundos en un ministro, viceministro, etc. Designado por el dedo encantado de Nicolás Maduro.
Yo no vote por Tareck El Aissami, Aristóbulo Istúriz, Erika Farías, Elías Jaua y de haber votado por ellos simplemente mi voto estaría perdido, ya que sin respeto alguno a sus electores se van al más mínimo coqueteo, llamada, insinuación del Presidente de La Republica la pregunta ¿de qué sirve votar y ganar? si el voto no será respetado y otro será quien represente a una población confió en que su voto apalanca y determina quién será su representante.
Por ahí un buen amigo de Maracay de esos que creyó, aposto, confió, voto, "eligió" a quien dirigiría los destinos del Estado Aragua me escribe entre otras cosas: Sí señor. Yo me refugiaré en el laberinto de la lectura, la escritura y el arte. Me leeré la picaresca universal: Cela, el lazarillo de Tormes, La vida inútil de Pito Pérez, La conjura de los necios de Kennedy Toole y Gargantúa y Pantagruel de Rabelais.
La decisión del mal llamado "soberano" ese que ya no determina nada, ese que solo es llamado a las batallas del bulto, del lleno de plaza, del grito en segundo grado va perdiendo más valor, tan rápido como el símbolo monetario nacional y es que aunque no conozco la habilidad del Presidente de la República para el ajedrez sé que el enroque parece ser su jugada favorita aunque él juegue solo y hable de diálogos y evite los acuerdos.
La designación de Aristobulo Isturiz quien después de ser electo por el pueblo de Anzoátegui como Gobernador del Estado y luego fue convertido, transformado, coronado como Vicepresidente de la Republica por la sola decisión de un hombre y el voto de 292.753 ciudadanos. También el caso Tarek El Aissami que obtuvo 341.316 y que esos votos, esos electores protagonistas, solo votaron por un fantasma que correría a los brazos del inquilino de Miraflores sin importarle de manera alguna los cientos de miles de electores.
Por el camino que van las cosas, con este flatulento proceso político venezolano, las cosas podrían ir peor, lo veía difícil pero con este equipo político que ha convertido a una población valiente que se atrevió a enfrentar la dictadura militar de Pérez Jiménez, que insurgio en los años 60s contra gobiernos hambreadores y represivos, que salió en febrero y marzo del 89 en contra de medidas económicas "que hoy serian vistas como tibias" contra el gobierno de Carlos Andrés Pérez y fue acribillado en calles, casas y barrios por la Fuerza Armada y la Policía. Ese pueblo adormecido, castigado, ofendido e inhabilitado inclusive para elegir a algún representante que respete el compromiso que se tiene al ser electo por el pueblo o sea por el soberano. Nada más dramático que ver a una nación postrada ante un poder ejecutivo, legislativo y judicial que solo sirve para llenar nóminas y repartirse una torta, una torta de 916 445 3 km² o sea Venezuela.
Ya vendrán tiempos para verlos en alguna revista de moda o de ricos y famosos, en mucho papel impreso y claro despreciados por los lectores.