La guerra y la paz, vencidos al capital

"Solo a aquellos a quienes barre y aniquila, puede parecer la revolución la locura absoluta. Para nosotros era, aunque tempestuoso y agitado, nuestro elemento." Trotsky.

La guerra:

Comenzar una revolución socialista es comenzar una guerra contra la injusticia y la desigualdad. Esta guerra es fundamentalmente económica y social, contra el pillaje por parte de unos pocos, de los medios de producción, de las tierras, y las riquezas de propiedad social. Pero también política. Es política porque debe conquistar el poder político, transformar las instituciones, organizar la sociedad, organizar el poder para el gobierno de las mayorías, en función de los principios de justicia social e igualdad social, de bienestar para todos. Y es económica. Nos recuerda Toby Valderrama "La relación económica determina la relación humana, o dicho en términos de los clásicos: "la existencia determina la conciencia". Significa que si la relación hegemónica es capitalista, ésta generará conciencia capitalista que será soporte esencial del sistema capitalista." Nos corresponde a los revolucionarios socialistas, de forma "indispensable y urgente –para seguir con los revolucionarios-, separar los medios de producción de sus propietarios parásitos y organizar a la sociedad de acuerdo a un plan nacional" revolucionario y socialista. También es cultural, porque debe fundar una nueva espiritualidad, instaurar nuevos valores en las prácticas revolucionarias y en las prácticas sociales, y fundar principios éticos humanistas (revolucionarios socialistas). La sociedad plena, bajo el gobierno de la clase trabajadora, consciente del deber social, asume y avanzan hacia su propio destino, sometiendo al capitalismo hasta reducirlo a cenizas. …La guerra es continua, no hay descanso, no hay tregua, a menos que sea para intercambiar prisioneros, o para hacer que se rinda el enemigo.

La Paz

Los "cuadrantes de Paz" sin socialismo. Tecnología vs la consciencia del deber social, la tecnología como sustituto de la consciencia del deber social. Técnicos de diferentes especialidades: monitores deportivos, promotores culturales, policías, guardias nacionales, coordinadores de urbanismos, ideólogos del gobierno, milicianos, "patriotas cooperantes" (eufemismo de sapo). Todos tratando se contener al anarquismo capitalista, del mercado capitalista. Pero el libre mercado incluye todo tipo de mercancía. El libre mercado descansa sobre el fetiche de la mercancía, la mala conciencia del individualismo burgués.

Ahora, señores del gobierno, se compran y se venden almas, y todo lo que supone ese mercado: consciencias, fidelidades, disciplinas. En el mercado capitalista se compra y se vende drogas, sexo, pornografía, se compran y se venden títulos universitarios, se compran y se venden reputaciones, dignidades, se compran y se venden inocencias, absoluciones, "indulgencias", se compra y se vende la calumnia y la verdad. El mercado capitalista es la lógica capitalista, es la lógica del capital, de la cual hablaba Chávez, y que ahora está enseñoreada sobre la voluntad de la mayoría de nuestra población y de nuestras instituciones.

El otro lado de la PAZ, el de la conciliación con el capitalismo, anula (como se anula un alcaloide con un ácido), los buenos deseos de ordenar (¿o concientizar?) a un pueblo mediante la tecnología. Por ejemplo, la lógica que hace posible la instalación de una empresa como Barrick Gold en Venezuela, no se corresponde a una población honesta, responsable, con principios, con solidaridades férreas. La lógica capitalista obliga a comprar y corromper a funcionarios, a los individuos medrosos, sin carácter. En la naturaleza del capitalismo está el estímulo de la competencia despiadada entre los individuos, tentados por la riqueza fácil y los goces hedonistas y fatuos burgueses. La lógica del capital compra y vende todo tipo de solidaridades, y a esa falsa espiritualidad que se sustenta de la palabra vana y nada más. Y todo esto, de cara a los propósitos del gobierno para acabar con el robo, y la violencia producto del robo, o para acabar con la corrupción.

Esta PAZ de la conciliación, del diálogo, del Pacto con la derecha y con los capitalistas es el deseo de muchos, incluyendo a personalidades como José Vicente Rangel. Ahora el miedo a una verdadera revolución se les escapa por debajo de los pantalones, del nudo de la corbata, se les NOTA; después de tantos años de pelear valientemente.

Esta PAZ del pacto democrático frena la verdadera guerra, la guerra permanente de la revolución socialista contra el egoísmo, la injusticia, el despojo y la desigualdad, la misma revolución por la cual apostó Chávez desde un comienzo.

La PAZ de los acuerdos económicos, comerciales y de producción, con los capitalistas fulmina los cambios socialistas y revolucionarios, alimenta la avidez capitalista, mientras ésta, a su vez, fomenta el egoísmo, las soluciones individuales y no tan honestas; alimenta la violencia en el mercado negro de las almas descarriadas; promueve la ignorancia; la mendicidad y la picardía; la desatención por los problemas comunes, sociales, mundiales, ambientales; la indiferencia por el dolor y sufrimiento ajenos.

Y para acabar con esto, las tecnologías sin probidad, sin una estrategia económica y social claras, sin socialismo como meta humanística, pueden devolverse contra nosotros mismo, contra la misma revolución o lo que queda de ella, persiguiendo no a todos los sicarios, sino a los sicarios molestos, no a los ladrones, sino a los ladrones molestos, y sí contra la crítica, los críticos, opositores, rebeldes. Eso es lo que puede pasar con el uso de la tecnología sin escrupulosidad socialista, sin probidad: el fascismo.

Marcos luna, docente

marcos.luna1921@gmail.com



Esta nota ha sido leída aproximadamente 1812 veces.



Marcos Luna

Dibujante, ex militante de izquierda, ahora chavista

 marcosluna1818@gmail.com

Visite el perfil de Marcos Luna para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter



Marcos Luna

Marcos Luna

Más artículos de este autor