En la preservación del medio ambiente es necesario el conocimiento de la dinámica que encarna el ambiente y mantener una fuerte actuación de los individuos a través de la adquisición de conductas responsables, éticas y comprometidas con la conservación, la preservación y la protección de los recursos. Mejorar la forma en que se utilizan los recursos y áreas naturales requiere de cambios en la conducta de la sociedad. Esto se logra a través del diseño y la aplicación efectiva de políticas públicas y un marco legal que regule ese sentido el comportamiento de los actores sociales y económicos.
En este aspecto, el analista Francis Fukuyama, hace alusión, en la visión axiológica ambientalista moderna, a los efectos colaterales, valor estético y tecnología El valor estético es aquella cualidad intrínseca al objeto que suscita la admiración, estima, respeto, afecto, búsqueda y complacencia que genera un grupo de acciones coherentes de asignación de recursos y decisiones tácticas. Tecnología es un conjunto ordenado de instrumentos, conocimientos, procedimientos y métodos aplicados en las distintas ramas industriales. La tecnología ayuda a tener mejor producción, en algunos casos puede abaratar los costos, pero también trae como consecuencias: la contaminación, el deterioro del medio ambiente y sobreexplotación de recursos naturales. En un punto crucial, los valores y el uso racional de los recursos naturales (ecosistemas, agua, suelo, energéticos, flora, fauna, etcétera.) La conservación de recursos naturales incluye una amplia gama de conceptos. Uno de ellos es el uso racional del ambiente, que incluye la preservación de áreas de reserva, sea para el estudio científico, o como utilidad estética o recreacional.
Ahonda, en este contexto Fukuyama, que la preservación del medio ambiente es un propósito ecológico que sirve para mantener la función del ambiente total, tal como la protección de bosques que asegure el sostenimiento del agua, del suelo, la flora y la fauna. Un uso racional también implica conservación de recursos naturales y energéticos. Los valores y el control de la contaminación ambiental, hacen posible confrontar la necesidad tomar algunas medidas: el Estado debe preocuparse del problema de la contaminación, promoviendo leyes severas, aplicando su cumplimiento y sancionando a los transgresores; los ciudadanos deben tomar más conciencia del problema, exigir respeto por el medio ambiente y no contribuir a su deterioro, aplicando alguna de las siguientes medidas: no arrojar la basura, evitar los ruidos molestos, sembrar árboles y colaborar en el mantenimiento de las áreas verdes, no utilizar productos que contienen contaminantes, moderar el uso de vehículos automotores; se deben usar alternativas menos contaminantes como abonos orgánicos en lugar de los sintéticos; transformar los desechos urbanos orgánicos en abonos; controlar biológicamente las plagas, y d) Educar a la población a través de las escuelas y medios de comunicación (TV, radio, periódicos) en el respeto por el medio ambiente y en la erradicación de pésimas costumbres de contaminación ambiental.
Tomando en cuenta lo anterior la educación en materia ambiental supone la formación en sentido integral de la persona, en especial en lo que se refiere a fomentar actitudes y comportamientos orientados a la convivencia. El medio ambiente es más que un entorno donde desarrollar las actividades "humanas", de hecho, el hombre y sus múltiples manifestaciones son parte de él. El ambiente no es un lugar ajeno a las condiciones sociales de vida del hombre, sino por el contrario es dependiente de las relaciones sociales que el hombre establece consigo mismo.
El concepto la educación va unida a la idea de desarrollo perfectivo y óptimo de la humanidad. Es importante considerar la educación desde el nivel axiológico, nivel entendido como el mejor, deseable, que se sigue como modelo ideal para lograr el objetivo final, que es el desarrollo integral de la persona. Se asocia a la educación en valores, la formación de individuos para la socialización, la autonomía e integración al desarrollo, pero desde su conciencia crítica. Educar en valores es promover, sin imposición y a través de la aceptación de cada individuo, conceptos que al formularlos produzcan motivaciones, intenciones, propósitos, adhesiones o rechazos, conducentes a formar ciudadanos críticos, comprometidos con ideales de justicia y respeto por los otros y por el ambiente. La educación en valores debe ser motora de la reproducción social y liberadora o potenciadora del crecimiento individual y colectivo que produzca cambios sociales, culturales y políticos, de tal forma que generen el progreso en ámbitos relacionados con la libertad, los derechos, la participación poder que tengan los ciudadanos. Estas consideraciones son tareas nada simples que se debe plantear desde el ámbito educativo para generar cambios a mediano y largo plazo.