De entrada, para muchos marxistas y no marxistas, resulta básico entender correctamente los siguientes conceptos-un adelanto de glosario-, pero, es bueno reconocerlo, ese resultado ha sido muy difícil, razón por la cual sigue pululando en la literatura económica una florida mediática inapropiada para los marxistas aunque muy conveniente para sus adversarios, quienes, no entendiendo casi nada de Economía Política expuesta y ya suficientemente criticada y elaborada por Carlos Marx, terminan dándola por obsoleta y hasta, de perogrullo, se ven obligados a hacerlo con mil desaguisados. Lo más lamentable es que connotados "marxista" siguen sin dotarse exhaustivamente, entre otros, de los siguientes conceptos recogidos en El Capital, de Carlos Marx:
Dinero
Mercancía en general que carece de precio y que no sufre metamorfosis, salvo por deterioro de las monedas y billetes. Se le conoce como circulante o monedas de uso corriente, como medios de compra. No circula ya que se limita a pasar de mano en mano durante los momntos concretos de compraventas, es decir, entra y sale de la circulación con cada compraventa, a diferencia del resto de las mercancías que sufren metamorfosis a lo largo de sus correspondiente ciclos, por ejemplo, M_D_M’ al punto de que el dinero puede ser represado en forma de atesoramiento, ahorros caseros y dinero ocioso como el que solemos mantener en la cartera o como caja chica.
Mientras sus tenedores lo reciban de los patronos voluntaria o impositivamente por el Estado, podrá ser aplicado a la demanda de mercancías en caso de cestas básicas insuficientes con los salarios anteriores, cuando halla suficiente oferta disponible no tiene porqué causar subas de precio.
Tiene como valor de cambio su presentación misma en metal como monedas o lingotes o en papel como billetes. Digamos que el dinero en sí mismo es un valor de cambio, y tiene como valor de uso el resto de las mercancías, con lo cual el dinero tiene como valor de uso los valores de uso del resto de las mercancías, y como valor de cambio su mera presentación en oro o billetes, en tanto que el resto de las mercancías tienen su presentación física como valor de uso en sí misma, y como valor de cambio su precio que resulta ser un valor imaginario o intangible.
Así, una cantidad de dinero = 100Bs.F, en oro o billetes, tiene como valor de uso un puñado de pan, de arroz, de zapatos, de aguardiente, de libros, de vestidos, etc., etc., etcétera, cuyos precios sean en común = 100Bs.F., y asimismo, cuyo valor de cambio sea el oro o billetes representativos de aquel monto de dinero.
Así, por ejemplo: cuando se oferta un libro-valor de uso-se le pone un precio según su valor trabajo, su valor de cambio, digamos que, a cambio de ese libro, el vendedor espera una cierta cantidad de dinero como valor de cambio marcado por el precio del caso. Este dinero recibido tiene como valor de cambio su mera presencia en oro o billetes, y estos billetes tienen como valor de uso las diferentes mercancías que puedan ofrecerme con el valor de uso que esas mercancías representan.
Quien tiene algún dinero, tiene obviamente un valor de cambio cuyo valor de uso son cualesquiera de los valores de uso de las diferentes mercancías adquiribles ese monto de dinero. Quien tiene mercancías tiene valores de uso con valores de cambio, imaginario o intangible, pero que por ser resultado del trabajo tienen valor en el mercado.
Competencia
Por definición, competencia es la puja entre sí que realizan oferentes o vendedores, como productores o intermediarios, para cubrir la demanda total o parcialmente. En la Economía Política Vulgar, la burguesa y en sus refritos, se habla de puja entre demandantes y oferentes como si los compradores pudieran competir con los vendedores. Eso es mentira, ya que entre los demandantes y los oferentes sólo puede haber equilibrio o desequilibrio inestable del mercado, pero resulta absurdo atribuirles competencia a los demandantes entre sí.
Interesadamente, el apologismo de los economistas vulgares confunde el regateo y la contraoferta con competencia. Los descuentos ofrecidos o solicitados, por ejemplo, no son expresiones de competencia, sino de ajustes de la oferta con la demanda para arribar a un precio satisfactorio para ambas partes, y que no necesariamente es igual al precio de mercado.
Son los desequilibrios del mercado los que causan subas o bajas de precio.
La competencia suele originarse cuando en un sector o en una rama de este haya diferentes composiciones de capital o empresas que operen con diferentes tasas de ganancia. El equilibrio del mercado y su estabilidad pasan por demandas y ofertas equivalentes entre sí, y con precios que garanticen una tasa media de ganancia para todos los productores. Estos precios de equilibrio estable se llaman precios de producción. Estos precios han sido el dolor de cabeza de marxistas y no marxistas, máxime cuando ellos demuestran estar muy subdocumentados o hiperdocumentados a punta de refritos.
Advertencia: Este glosario continuará.