Uno de los indicadores para detectar en la realidad quién gobierna efectivamente el país es aquello que obliga a la mayoría de la población a comportarse de tal cual manera, a sus prácticas sociales cotidianas. Hoy estamos atados a las necesidades impuestas por el gran comercio y los capitalistas. Hay un poder supra político que nos mantiene haciendo colas para comprar productos regulados por el gobierno o para comprar productos simple y llanamente, al precio que impone el mercado, liberado desde hace tiempo.
Como se sabe, el mercado esta liberado en un sistema que llaman ahora de precios alternativos. Es decir, hoy se puede comprar casi que de todo pero a precios inflados, precios de especulación impuestos por especuladores capitalistas; los mismos que especulan con la moneda lo hacen con los precios. El mismo sistema alternativo de precios fue impuesto por aquellos que tienen el control, donde reside verdaderamente el poder: en la economía capitalista y sus cómplices en el gobierno político.
Y por otra parte, el poder político, menguado, tímido, solo ha podido administrar parte de la renta para llevar a casa de los más humildes bolsas o cajas de alimentos, básicos para su alimentación, como arroz, harina de maíz, aceite, azúcar, margarina, leche en polvo, atún o sardinas enlatadas. Pero, digamos que la media de la población vive atada al yugo de la inflación de los precios, se ha acostumbrado a la cacería de otros productos igualmente necesarios para la vida, en las tiendas de alimentos y farmacias, y obligada a la vida que la escasez impone: las colas y la corredera de un lado a otro, de una tienda a otra.
Otras prácticas sociales impuestas por el mercado capitalista son las relativas al tráfico de mercancías y la reventa de productos, o el bachaqueo. Casi toda la población anda en esto, obligada por la forma acelerada como suben los precios, o simplemente por tener estas prácticas como manera de vida…
…Hoy es natural ver en una oficina de cualquier ministerio, en los Consejos comunales, en las mismas organizaciones de partido, a la gente, a los empleados, ¡a los militantes!, comprando y vendiendo productos de aseo personal, teléfonos celulares, queso; en la calle vendiendo azúcar, leche en polvo café, aceite, reembolsadas en porciones minúsculas para hacerlos accesibles a la población que menos tiene, y por supuesto, para ganar dinero…
…Es común ver asaltos en autobuses, homicidios por razones banales, por un celular, hasta por comida. El robo de vehículos y el tráfico de repuestos (aun así aumentan las ventas de vehículos, teléfonos, de televisores de plasma y todo tipo de cosas suntuarias, pero para el gobierno político esto es un "síntoma" de que estamos bien, de que "la revolución está boyante")…
…Es común ver el delito en las calles por el estímulo excesivo al consumo de porquerías (aparte de la satisfacción de las necesidades básicas). Ahora es común ver una "mendicidad" de pícaros inducidos por la fiesta del ganar dinero fácil en este desorden.
En resumen, nuestra cotidianidad de vida hoy día la decide el mercado capitalista. Los CLAPs no hacen ninguna diferencia. Es imposible que una bolsa de comida mensual (cuando llegan con regularidad) satisfaga las necesidades básicas de la población y mucho menos que satisfaga la ansiedad de consumo de una población mal acostumbrada al despilfarro. Pero mucho menos imposible que lo CLAPs eduquen a la población para el socialismo, es difícil ante estas circunstancias que moralicen al pueblo; delante tamaña contradicción, de tener un gobierno con poder político, que se dice socialista, que no gobierna la economía, sin poder el económico.
Por otra parte, eso que el presidente llama "socialismo en lo social", el cual está vinculado con el programa de producción y distribución de alimentos de los CLAPs, es una muestra elocuente de la entrega de la economía al poder económico real, el cual ostentan los capitalistas con el dominio que tienen sobre la producción las importaciones y el mercado… y el mando que ostentan los capitalistas en términos generales; ellos gozan y abuzan del espacio económico cedido por falta de presencia del Estado socialista; el espacio que ha debido controlar el gobierno político desde en estos últimos tres años y medio se ha ido cediendo poco a poco el espacio conquistado a los capitalistas en tiempos de Chávez.
Esto es el resultado de las conversaciones, de los acuerdos pragmáticos de este gobierno con el llamado sector empresarial, hechos a espaldas –sobre todo- del pueblo chavista. No creemos que de haber sido consultado éste, el pueblo que apoyó y sigue apoyando a Chávez en la figura del presidente Maduro, hubiese estado de acuerdo con entregar el control real de la economía a los mismos ricos de siempre, a los actores en el bando enemigo de la llamada "Guerra económica" la cual, hasta ahora no ha producido ni un solo "prisionero de guerra", el "ejército de la revolución" hasta ahora no ha capturado a un solo ladrón, especulador, acaparador, que valga la pena de ser capturado, de ser juzgado y castigado por la revolución (por ahí siguen libres y haciendo de la suyas los Lorenzos Mendoza, y todas las empresas que son y han sido actores principales, por el bando de los enemigos, de la llamada "Guerra económica").
El capitalismo tiene el control. Hay que cambiar la consigna. Ya no puede ser que "todo el poder pase a los soviets", no se puede dar poder a los CLAPs, a los Consejos comunales, a las comunas, cuando sabemos que en la calle manda el capitalismo convertido en cultura social, en forma de bachaqueros, en delincuencia, desorden, desidia, indiferencia y anarquía. Hay que reorganizar de nuevo a las fuerzas revolucionarias entorno a la idea fundamental del socialismo (sin adjetivos) y de derrotar al capitalismo en todas sus expresiones. Hay que volver a Chávez y retomar el camino de la revolución. Hay que comenzar a moralizar y politizar de nuevo a la población retomando al mismo tiempo el mando sobre la economía real del país, de nuestros recursos naturales y energéticos, de nuestro destino como pueblo independiente.
¡Fuera las trasnacionales de país! ¡Recuperemos el control de la producción, de los mercados y de las redes de distribución! ¡Y démosle el poder a un pueblo moralizado! ¡Volvamos a Chávez!
¡Independencia y Patria Socialista!
Marcos Luna, docente