Quizás henchido de la semiótica propia de la arrogancia, (o la ignorancia) con la que actúan casi todos los uniformados en las alcabalas del país, el policía ordenó detener la caravana de seguridad , para cumplir el "protocolo de rigor".
Al percatarse de la situación la fiscal general de la república, Luisa Ortega Díaz, a bordo de una de las camionetas, procedió a identificarse como corresponde. Seguramente con la gentileza y la humildad que le conocemos, y que, por cierto, muestran escasísimos altos funcionarios del estado.
El gendarme, adscrito a la Policía de Lara, que por su condición de policía, está obligado no solo a saber quién es, sino a reconocer a la fiscal general de la república, cometió una falta que es común en la mayoría de los uniformados, y que es apenas una muestra de la degradación cultural que sufre el país. Sin que ignoremos, por supuesto, la poca formación cívica y humanística que reciben estos en las instituciones en las que se forman.
Luego de que Luisa Ortega Díaz se identificara como representante del Ministerio Público la respuesta del policía fue más o menos la siguiente: "bueno, está bien mi reina, pero parece a la derecha". Lo que es lógico entendió (no "interpretó") la fiscal como una falta de respeto, ordenando de inmediato una sanción administrativa contra el policía.
Este incidente ocurrido hace ya casi dos semanas en una alcabala de tránsito, al oeste de Barquisimeto, generó la reacción de cierta prensa que tienen como costumbre, ya casi inveterada, narrar los hechos con un sesgo en contra de cualquier persona que tenga alguna vinculación con el gobierno o el llamado chavismo. A veces, como es el caso con Luisa Ortega Díaz, hasta confundiendo una función de estado, con una función de gobierno, que son cosas muy distintas.
Por supuesto que los opinadores siempre se escudan en la "libertad de expresión" para decir cualquier sandez, como si toda libertad fuese total y no condicionada por la ley. Paradójicamente la mayoría intentó persuadir de un abuso de autoridad que no existió, reservándose así ciertas "verdades" necesarias también de decir pero que varían según las posturas ideológicas y políticas.
Es pertinente este artículo, para responder a esa vocinglería mediática que presenta a la fiscal como una funcionaria desmedida y autoritaria. Conocemos de su carácter ético y su sensibilidad humana.
Pero lo que es más importante es que lo escribimos, para dejar en evidencia y denunciar la corrupción, el abuso y el maltrato contra las personas que impera en las actuaciones de los cuerpos de seguridad.
Es lamentable que le haya ocurrido a la fiscal en Barquisimeto, una ciudad que ella quiere tanto, Pero bueno Luisa, como decía el estimado periodista Gabriel García Márquez: "Hay que vivir para contarla".