"El hijo de la panadera" fue el primer título con que se distinguió el gran General venezolano Sebastián Francisco de Miranda y Rodríguez, quien tal día como hoy hace 167 años nació en Caracas, en un hogar humilde.
Su padre llegó a Caracas desde las islas canarias y, a pesar de proceder de una familia reconocida como de cierta hidalguía en las Canarias, fue considerado por el orden social caraqueño como blanco de orilla, un grado inferior al blanco criollo e incluso se le tuvo por mulato; por efecto de que en la vida(sobre todo cuando hay marcadas costumbres ordenadas por "la sociedad" y las buenas costumbres) polos iguales se unen, se casó con una caraqueña blanca criolla, hija de un portugués con una canaria con lo que por lo menos pudo lograr que se le permitiera un matrimonio eclesiástico y que sus hijos pudieran ser bautizados e inscritos en el registro civil.
Siendo comerciante, el padre de Miranda, logró holgura económica suficiente como para entablar juicios y probar cierta hidalguía que le permitiera superar el puesto social que se le daba en Caracas; logrando incluso que se le nombrara capitán del Batallón de Milicias de Blancos de Caracas. Este nombramiento produjo un fuerte rechazo de los mantuanos (Blancos criollos, descendientes de españoles peninsulares, pero nacidos en territorio americano), quienes aseguraban que además de ser dudoso su origen, su ocupación de comerciante era de un estatus social de un nivel muy bajo lo que lo inhabilitaba para ser capitán de Milicias.
Todos los nuevos nombrados en ese momento para cargos similares protestaron ante el Capitán General que aunque estaban dispuestos a cumplir con su deber era inadmisible que junto ellos estuviera, al mismo nivel, alguien como Miranda quien no sólo era comerciante, lo cual estaba destinado a las clases sociales inferiores sino que para remate su esposa regentaba una panadería (seguramente heredada como costumbre de su padre portugués, es que esos nacionales desde tiempos de la colonia vinieron con su pan bajo el brazo) oficio que era el escalafón más bajo de entre los oficios del comercio de la época.
Pareciera que los panaderos están destinados por la sociedad venezolana a ser acusados de las peores maldades desde los propios inicios de la República, incluso antes de que esta naciera y andábamos en guayuco los originarios. Ante esta situación Miranda padre logró que el propio rey Carlos III ordenara a los caraqueños que se le permitiera el uso del uniforme y el bastón por considerársele hidalgo, y que dejaran la vaina contra la panadera que ella no tenia velas en ese entierro. ¿Por qué meterse con Fátima si ella solo os prepara el pan fresco y calientito todas las mañanas, barato y sin hacer cola (en esa época ambas cosas se podían, hoy es otra historia y más de una Fátima está en deuda con la patria y con el SUNDEE).
A pesar del triunfo de su padre en lograr que el rey ordenara se le diera a Miranda (padre) el puesto que le correspondía, se borrara todo lo concerniente a ese caso, se castigara a quien no lo reconociera como igual o le negara el saludo correspondiente, nada cambio y la sociedad caraqueña solo le dejó al pobre hombre su uniforme y su bastón pero ni saludo ni invitaciones ni nada que significara mezclarse con el comerciante casado con la panadera.
Ante esto Sebastián Francisco de Miranda y Rodríguez, seguro de que nada le permitiría ser tratado de forma diferente, por sus orígenes, y seguro de que jamás dejaría de ser el hijo de la panadera, a pesar de haber logrado el título de bachiller en la universidad de Caracas, decidió agarrar maletas y partir para la Madre Patria en un viaje del que sólo regresaría mucho tiempo después a invadir para sacar del poder a los españoles y darle a la patria la forma de república sin distinciones de títulos nobiliarios donde todos fuéramos iguales ante la ley.
En su periplo antes de 1810, sirvió a las tropas del rey con cargo de Capitán (rango que compró como era la formalidad de la época, adjuntando los respectivos documentos que le permitían obtener el grado y pagando el monto establecido para este); exitoso estratega desde el principio fue clave en la toma de Melilla (con una estrategia diseñada y ejecutada por él y su tropa, que le fue aprobada por sus superiores) donde el ejército español derroto al sultán de Marruecos.
Participó como miembro del ejército español en la independencia de los Estados Unidos contra Inglaterra y conoció a George Washington y a Adams. Participó en la revolución Francesa y su nombre está en el arco del triunfo de Paris, sirvió a Catalina la Grande de Rusia; perseguido por la inquisición española acusado de leer libros prohibidos y tener pinturas obscenas. No supo la inquisición que Miranda tenía el muy extraño gusto de describir en su diario intimo las exquisiteces de las damiselas que frecuentaron su aposento firmando cada encuentro con un vello púbico (que de bello no tiene nada) Si esta extravagante costumbre se hubiese sabido o lo mata la inquisición o lo matan las mujeres en cuestión y segurito que el affaire hubiese ocasionado que los sensores sanitarios de la Caracas de entonces, le clausuraran la panadería a la mamá a pesar del océano que los separaba.
En 1806 Miranda decide invadir Venezuela en un plan que liberaría de España a todos los territorios desde el sur del rio bravo hasta la Patagonia y crear una nueva y poderosa nación que llamó Colombia, en honor a Cristóbal Colon. Tres barcos trajo Colon invadir las tierras en nombre del rey de España: La Niña, La Pinta y La Santa María; tres barcos traería Miranda para liberarla del rey de España: La Leander, La Bacchus y La Bee. A pesar del fracaso de la expedición libertadora, en la Vela de Coro enarbolaría el pabellón de tres colores que, con sucesivas modificaciones sigue hasta hoy ondeando libre como estandarte de la patria venezolana y aun se conserva en Colombia, Ecuador y Bolivia.
Después de 1810 Simón Bolívar y Andrés Bello le piden que venga a su patria y es recibido con honores en la Guaira donde se le confiere el mando supremo de los ejércitos y en 1812 cuando los españoles vienen resueltos a recuperar el territorio es nombrado, por el triunvirato, Presidente con poderes dictatoriales para que dirija la defensa. Ante la pérdida de Puerto Cabello (que estaba comandada por el joven Simón Bolívar) Miranda, amparado en sus poderes legales, se rinde ante Monteverde, perdiéndose con esta capitulación la Primera República.
Bolívar y otros más, arrestan a Miranda cuando éste estaba a punto de embarcarse en la Guaira con intensión de fusilarlo por traición pero no da tiempo de tanto y todos caen en manos de los realistas.
Miranda es enviado a España donde es encarcelado en la plaza fuerte de la Carraca acusado de alta traición al rey, Miranda se defiende invocando los artículos de la capitulación que firmó con Monteverde y lo más probable es que hubiera sido puesto en libertad por esto pero, muere antes de juicio, producto de un accidente cardiovascular, según se desprende del informe encontrado.
Sus restos nunca fueron encontrados pues se enterraron en algún lugar de la prisión que el suelo confundiría con la esencia de la que vinimos y a la que volvemos.
Cuando Miranda es llevado preso a España, aquí fueron fusilados la mayoría de los comprometidos y Simón Bolívar, que estaba en la lista para el paredón, fue castigado con el exilio gracias a la intervención de sus parientes que eran una reconocida familia pro monárquica; su tío logró convencer a Monteverde de que el muchacho era sólo un joven revoltoso confundido por las ideas de la época y que no ofrecía ningún peligro al poderoso reino español ni a sus instituciones, con esto logro que el jefe español le diera un salvoconducto que fue concedido "por los favores del joven Bolívar al rey para la captura del prófugo Miranda".
Años después ante el ataque mediático contra Bolívar se esgrimió que el entregó a Miranda a los españoles y se pondría como sustento a esto una copia de ese salvoconducto; Bolívar se defendería exponiendo que eso fue sólo un formalismo para justificar un salvoconducto a alguien que estaba destinado al paredón, que él no entregó a Miranda a los españoles pues su única intensión era fusilarlo el mismo, pero no tuvo tiempo.
Gloria al gran Miranda, el hijo de la Panadera que escapando del desprecio en el que viviría en una sociedad llena de prejuicios se convirtió en el americano universal. Su proyecto de patria seria retomado por Simón Bolívar cuando fundó la Gran Colombia con los territorios de la Capitanía General de Venezuela, El virreinato de La Nueva granada del Rey (cuyo territorio incluía lo que hoy es Panamá), la Capitanía General de Quito, el Virreinato del Perú y la creada Bolivia (alto pero).
Hoy que las panaderías están siendo señaladas como enemigas de la patria por el SUNDEE, quizás se le permita un salvoconducto a alguna "Panadería Miranda" en homenaje al americano universal, Francisco de Miranda, el hijo de la panadera.