A 800 kilómetros de distancia en relación a Caracas, justo en la frontera suroeste de Venezuela con Colombia, en el Alto Apure, se desarrolla un apasionante juego de softbol entre los equipos de dos barrios llaneros para quienes los gritos de los asistentes y la discusión entre los árbitros por una jugada sospechoso, tiene mucho más interés que los terribles sucesos que este sábado 8 de abril, llenaron los titulares de los diarios y noticieros de radio y televisión, fuera y dentro del país. Aquí no sonaron las pistolas ni hubo heridos tampoco vandalismo teledirigido.
Y así podemos encontrar iguales hechos, no sólo deportivos, sino también culturales, económicos, comunicacionales, artesanales, científicos, comunales que colocan sobre la mesa, la realidad que se vive en "las otras" Venezuela.
La Venezuela politizada está asediada, despiadadamente. Los ataques furibundos de una Derecha putrefacta y vende patria estremece hasta los huesos y la conciencia de la población un tanto harta de semejante conducta pública y privada. Los partidos políticos que a duras penas recogen las apetrencias del sector privado parasitario, de la oligarquía política de vieja data y rancio pensamiento, perdieron la brújula y desperdiciaron las "esperanzas de cambio" de la población opositora al gobierno del hoy difunto Comandante Chávez y del ahora Presidente Maduro.
En este lado del país, los escenarios son otros. Asimismo supongo que, de igual tenor, es falso que el país está en llamas, tal como lo titulan los medios mentirosos de masas (mmm). Insistir en reventar con pólvora y desatar campañas orquestadas milimétricamente desde los EEUU y, en territorio nuestro, desde la embajada norteamericana y sus con sus monaguillos locales, es confirmar el grado de insolencia y agresión que se anida en ellos.
Ciertamente, lo que suceda en Caracas sacude el presente y el horizonte de nuestra nación. Sin embargo, no se puede subestimar la fuerza telúrica de la Venezuela-provincia, la Venezuela madrugadora , la que despierta con "las pilas puestas " y un coraje ante las miles de adversidades creadas por factores internos, oficiales y no oficiales, cuyas acciones van dirigidas a seguir saqueando el erario nacional, el botín petrolero.
¿Por qué la Venezuela que no habita en las cuevas llamadas oficinas, en los tentáculos gubernamentales identificados como partidos políticos, en las organizaciones mafiosas sindicalizadas , en fin, la Venezuela emprendedora, honesta, valiente, investigadora, universitaria, femenina, adolescente, obrera, deportista, agricultora, no es capaz de actuar por encima de quienes encarnan la minoría súper-estructural o el establishment?.
Hay un país que piensa y detesta, conscientemente, la negligencia burocrática y la corrupción pública y privada. Está indignada por la contradicción entre lo que dice la Constitución Nacional y la manera cómo se han malogrado el salario, la calidad de vida y los sueños de las mayorías. Son más de cien años de explotación petrolera que nos ha convertido en un país artificialmente rico y estructuralmente pobres. Al igual que seguimos creyendo en la llegada de un Salvador, un Mesías decidido a resolver desde la recolección de basura en un edificio del centro del Caracas hasta la reparación de un módulo policial en Caucagüita, caserío anclado en la frágil línea fronteriza con el hermano país.
No dudemos que la la canalla no tendrá piedad para retomar el santuario del poder, instalado en Miraflores y, dejar que, unilateralmente, el imperialismo norteamericano vuelva a robarnos el oro negro escondido en las cinco cuencas petrolíferas que poseemos. Para ellos, la obsesión terrorífica es incendiar Caracas lo más pronto posible para controlar el país a sangre y fuego.
Por su parte, la Venezuela que desde 1999 abrió un boquete en la historia patria se debate en una especie de melodía pluritonal. Es un riesgo altamente peligroso cuando quienes dirigen el timón del gobierno, proponen crear un nuevo modelo de sociedad sin derrumbar al viejo esquema del consumismo, la explotación del hombre por el hombre, la comercialización del cuerpo humano en concursos de belleza, la educación impositiva, el dinero como fuente del éxito existencial y la dependencia ante el país del Dólar y el Garrote.
El otro país debe abrirse a la acción crítica, constructiva, hacedora más que expositora. Involucrarse en los temas concretos dentro del espacio donde viven. Ser parte del futuro transformando el presente, ahora y aquí. Es mirar lejos, con absoluta confianza de que podemos lograr un República tal como aparece en los 9 títulos, 33 capítulos y 350 artículos constitucionales. Pero, al mismo tiempo, actuar de cerca en aquellas áreas que forman parte de nuestra cotidianidad. No puede ser que pequeños grupos, de éste o aquél lado, desvirtúen un país que tiene derecho a ser feliz desde todo punto de vista. Nadie puede arrogarse derechos sino cumple con los deberes. Parodiando a un frío político inglés debemos decir que "la política es una cosa muy sería para dejársela a los políticos" y Venezuela es más determinante que Caracas.