El coronel Leonardo Infante fue uno de los hombres extraordinarios que tomaron con una encendida pasión de patria la guerra de independencia, fue un poderoso adalid, conocido popularmente con el nombre de El Negro Infante. Este patriota nace en la población de Chaguaramal, estado Monagas, Venezuela, en el año de 1795. Infante fue descendiente de una familia pobre, acostumbrada al rigor de la servidumbre, pero él, por una especie de inspiración sublime tributó desde su infancia tanto odio a la opresión como amor a la libertad. Criado en la llanura, gozaba de un cuerpo sano y robusto. Para Infante no había nada imposible de realizar en el trabajo del llanero, hacía faenas extremas sin que su constitución física se alterara, ni bajo los rayos abrasadores del sol tropical, ni bajo la lluvia más inclemente. No tuvo nunca escuela, así que la civilización jamás penetró en su espíritu, pero al salir de la vida nómada que llevara desde su infancia, entra en otro mundo mejor constituido, su ánimo abandona la cerril corteza que lo cubría y admirando los magnos hechos tributa culto a los grandes hombres que los ejecutan.
La revolución venezolana que comienza en de 1810 opera en aquella alma una transfiguración, de repente el salvaje de la llanura se convierte en un ferviente soldado. A los quince años de edad, Infante, con toda la energía y decisión de su carácter, se manifiesta adicto a la soberana revolución bolivariana que al final asegurara nuestras libertades públicas. Deseoso de servir en aquella escalofriante cruzada contra el despotismo de tres centurias, ofrece su cooperación al ínclito general Mariño en 1812 y con él comienza su carrera militar; desde soldado raso. Pocos como este corajudo campeón de la libertad pelearon más en favor del derecho humano y libertario del venezolano. Del año 1812 al de 1824, Infante estuvo entre otros, en los siguientes combates: Tucupido, Corozal, Lozana, Altagracia, Boca Chica, Cuajaral, Aroa, Carabobo, La Puerta, Maturin, Magueyes, Urica, La Mesa, Chiribital, Quebrada Honda, Alacranes, Juncal, San Félix, Mata de la Miel, Achaguas, Calabozo, Mision de Abajo, Oriza, El Sombrero, Eneas, Negritos, Ortiz, Rincón de Los Toros, Queseras del Medio, Mantecal, Llano de Caracas, Gámeza, Bonza, Pantano de Vargas, Boyacá, Magdalena, Mucuchíes, Bomboná, Pasto, Ibarra, Catambuco, y en todas estas batallas aquel hombre fuerte, que parecia animado por un espíritu batallador fuera de lo común, da las más grandes pruebas de astucia y valor. El comportamiento de Infante en la acción de Carabobo le mereció las más vivas simpatías del Libertador y el grado de Comandante, destinándosele a servir en la Caballería Ligera, por su brillante aptitud en el manejo de la lanza.
Leonardo Infante con el grado de Teniente Coronel entra a formar parte de la famosa división que al mando del benemérito General Zaraza hizo la campaña en 1818 hacia el Oriente de Venezuela. Estando el escuadrón de 100 hombres comandado por Infante en camino hacia Oriente derrota, el 17 de julio, a dos cuerpos volantes de 200 jinetes cada uno, ellos dependientes de la división que dirigía el contumaz oficial español Francisco Tomás Morales, tales encuentros son para Infante una de sus mayores glorias guerreras. Aquel hombre formidable cabalgando en cerril alazán, cuchillo al cinto y en la diestra la desnuda lanza, imponía terror al arrogante hispano, matando a más de la mitad de sus enemigos y llevando a Zaraza setenta prisioneros como trofeo de su triunfo. En 1819, unida el escuadrón de Infante a las fuerzas del General José Antonio Páez, se halla en la inmortal jornada de las Queseras del Medio, siendo tal su faena en este sublime duelo, que Páez le obsequia su caballo y un famoso trabuco, y Bolívar le concede al mismo tiempo la Cruz de los Libertadores de Venezuela.
