La situación política y social que vive Venezuela alcanza niveles dramáticos y necesita para comprenderse quitar el velo de la mal información impuesta tanto por los voceros de la pro imperialista MUD, como por las versiones falaces del gobierno venezolano. Unas y otras versiones están teñidas por intereses de cúpulas ajenas a las necesidades de las mayorías populares, y por ende esconden una falsificación consciente de lo que acontece en el país, incluyendo el ocultamiento de su responsabilidad compartida ante la crisis en curso.
Otra cuestión decisiva para un análisis serio, es no partir de creer que el gobierno de Maduro es un gobierno de izquierda, porque la realidad incuestionable de las medidas cotidianas de su gobierno, están completamente alejadas de un proyecto de izquierda, socialista, anticapitalista o antiimperialista. Los sectores de izquierda que aún se colocan en este debate partiendo de considerar al gobierno de Maduro como algo progresista o de izquierda, no pueden encontrar soluciones ni políticas correctas ante la crisis en curso, porque parten de un lugar equivocado y ajeno a la realidad. Desde ya que todos estamos en contra de la política y acciones de la MUD y nos oponemos a cualquier injerencia extranjera o imperialista, pero en ese acuerdo no se acaba el tema, sino que también debemos oponernos a la política y estrategia del madurismo porque también expresa un carácter antipopular.
Por supuesto comprendemos los sentimientos de una gran cantidad de seguidores de izquierda que han visto con simpatía durante años y sobre todo en vida de Chávez al proceso bolivariano, es lógico que hoy tengan dudas o cierta frustración. Así como en su momento estuvimos todos juntos apoyando el proceso revolucionario frente al imperialismo, hoy la realidad es mucho más compleja, ya no puede reducirse a creer que de un lado está la derecha y del otro el pueblo, como tampoco se puede comprimir lo que pasa a la lucha entre revolución y contrarrevolución, porque Maduro y el PSUV no expresan ya ni a la gran mayoría del pueblo ni a una revolución en curso, sino a un gobierno que viene desmontando las conquistas sociales y democráticas del proceso revolucionario anterior.
Por eso creemos que en medio de crisis políticas y sociales de envergadura, no se puede actuar por los sentimientos o vivencias de un pasado ya distante ni justificar cualquier cosa a nombre de la simbología bolivariana. El sueño de Bolívar y el antiimperialismo de Chávez no están en Miraflores ni con Maduro. Asimilarlo para entender la Venezuela real envuelta en la miseria y el desastre social, es parte necesaria de construir una propuesta desde la izquierda. Se necesita evitar las superficialidades y las campañas de castas burguesas oficialistas y opositoras, y animarse a analizar la profundidad del fenómeno y los hechos para de ahí sacar conclusiones correctas y, por ende, levantar propuestas acordes desde la izquierda anticapitalista y socialista. Eso tenemos que hacer quienes realmente queremos una salida positiva para las mayorías populares de Venezuela.
Un gobierno regresivo, montado en un aparato burgués
En una crisis de semejante magnitud, no es menor el rol del gobierno y el aparato del estado, por el contrario es el elemento central para determinar el porqué de la situación. Un análisis unilateral diría que el gobierno sufre la baja del precio del petróleo y el sabotaje económico y por eso los problemas sociales, es decir hay causas externas y no responsabilidades propias. Si bien estos factores en parte existen no son de ninguna manera los elementos centrales que explican la crisis, sino las medidas que adoptó estos años el gobierno en materia económica y política. Hay una larga lista muy equivocada de medidas, todas de carácter antipopular. Como bien explica Carlos Carcione: “La Contrarrevolución Económica puesta en marcha para enfrentar la caída de los precios del petróleo, ampliar la tasa de ganancia del gran Capital, garantizar la reproducción de los dólares desfalcados a la nación, y pagar una deuda externa sospechada de ilegítima, es contraria a la participación democrática de la ciudadanía que paga esa crisis con hambre, desatención y miseria. La expansión de la frontera extractivista y la extensión de un “mundo de oportunidades de negocios”, actúan como un narcótico para una nomenclatura dedicada a raspar la olla de los bienes públicos”. En resumidas cuentas, en la Venezuela de Maduro se aplican recetas de ajuste sobre las mayorías populares que no tienen alimentación, remedios ni otras necesidades básicas, mientras se siguen transfiriendo millones de dólares a grandes corporaciones. Esa es la realidad inocultable.
Este rumbo del gobierno marcó un cambio cualitativo en sentido regresivo con el proyecto anterior. Que el gobierno siga hablando del modelo bolivariano y del socialismo, es tan solo una maniobra discursiva para tratar de mantener una cuota de apoyo social, pero lo que rige un análisis serio son los hechos y no los discursos. En vida de Chávez y al calor del proceso revolucionario y la enorme movilización popular, se consiguieron importantes conquistas sociales y se tomaron medidas económicas parciales como el proceso de nacionalizaciones. Ese camino que marcó una etapa de independencia frente al imperialismo, lamentablemente no prosiguió profundizando a medidas anticapitalistas, y como marca la experiencia histórica de las revoluciones, al no avanzar comenzó un camino de retroceso que facilitó el intento de recomposición política burguesa y un deterioro del nivel de vida. La muerte de Chávez llegó en medio de este estratégico debate cuando los problemas comenzaban a florecer.
La gran responsabilidad de Maduro es que desde su asunción comenzó un proceso de regresión e involución, de desmonte del proceso de conquistas y de solidificación de un capitalismo de estado rentista y en mayores acuerdos con las grandes corporaciones imperialistas. Y para tratar de imponerlo y quedarse en el poder, intenta cambios en el régimen político, dando un giro autoritario y antidemocrático, convirtiendo al aparato de estado en un andamiaje burocrático que concentra todos los poderes y ahoga la vida democrática de partidos, sindicatos, centros de estudiantes y organizaciones sociales. Maduro restringe las libertades democráticas de las mayorías y ya no representa el sentir popular, en ese contexto disputa políticamente con la MUD el control político del país y por ende el control económico de la renta petrolera.
El proyecto pro-imperialista de la MUD
No hace falta gastar mucha tinta en explicar el proyecto de la oposición de derecha. Es por demás sabido que sus integrantes provienen de los intentos de golpe estado y sabotajes petroleros contra el proceso bolivariano. También sus relaciones con el imperio y con las grandes corporaciones extractivas y financieras. Escuchar a estos dirigentes hablar de democracia es prácticamente un insulto a la inteligencia.
En las movilizaciones por ellos convocadas participan miles y miles, y su conducción política quiere quedarse con el poder político para ser ellos los garantes y gerenciadores de la entrega de las riquezas del país, garantizándose una porción de esos negocios, quieren encabezar una nueva casta política estatal ligada directamente a la gran burguesía y al imperialismo. Y si han ganado las pasadas elecciones legislativas y más peso en la calle es por absoluta responsabilidad del gobierno del PSUV, que entre el desastre económico y la quita de libertades democrática le da todos los argumentos servidos en bandeja a la oposición de derecha.
Precisamente porque nada progresivo puede venir de este sector político opuesto a los intereses de nuestra clase y de los sectores populares y la juventud, es que no llamamos a ser parte de sus convocatorias callejeras, repudiamos a los sectores de su aparato que realizan acciones reaccionarias y violentas, y a la vez defendemos el derecho democrático a manifestarse de las mayorías, aunque no compartimos los objetivos ni el programa de su dirección política.
Que el pueblo decida: elecciones generales sin proscripciones
Sobre la base de esta situación crítica, lo decisivo es definir quién decide qué camino seguir, como salir de una escalada de muerte y enfrentamientos provocados por dos poderes cupulares mientras millones a su vez no se sienten representados por estos dirigentes. De ahí que opinamos que es el pueblo, las mayorías obreras y populares las que deben decidir el futuro de Venezuela. Y estando en debate masivo quien debe gobernar, lo que corresponde es una convocatoria democrática a elecciones generales para que el pueblo intervenga y decida. Ni continuar con la situación insostenible actual, ni una salida pactada en las sombras por el PSUV y la MUD, pueden estar por encima del derecho popular y soberano del pueblo a decidir su futuro.
Sabemos que las elecciones, en el contexto de aparatos del régimen y grandes medios que digitan las campañas, son una expresión parcial de decisión, pero es la forma más concreta hoy de que millones intervengan de una forma práctica para decidir que personas y que proyectos deben gobernar el país. Tan evidente es esta necesidad, que hasta el propio Maduro debió volver hablar de la posibilidad de elecciones, así lo haga todavía como maniobra. Sobre esa base que implica la convocatoria a todas las elecciones regionales suspendidas y a una elección general presidencial, también hace falta la mayor democracia para garantizar la participación. Como bien plantea Marea Socialista: “la solución electoral es insuficiente y no resolvería la crisis, si no se reconoce que todos los Partidos tienen Derecho a participar de esos procesos hoy suspendidos. Los ya existentes, y los que fueron proscritos como Marea Socialista y otros. Por eso a la reinstauración del cronograma corresponde también un reglamento electoral transitorio que facilite la participación de todos los partidos y agrupaciones políticas que expresen su voluntad de participar”.
Además, es evidente que el país ya no puede seguir así, y que hace falta la opinión de las mayorías no solo a través del voto sino de su participación directa en la toma de decisiones ante los grandes temas nacionales, por lo cual debiera habilitarse un proceso constituyente para que el pueblo decida mayoritariamente y no seguir con el mecanismo nocivo de que unos pocos decidan por la vida de millones. Junto a todo esto, además debe exigirse al gobierno el cese del estado de excepción, el fin de la represión a manifestaciones pacíficas, también exigirle a la MUD y al PSUV que se acaben las acciones vandálicas que siembran de muerte las ciudades.
La necesidad de un tercer espacio anticapitalista
Los pronunciados recortes a los derechos democráticos, además tratan de invisibilizar a otras opciones políticas que son independientes tanto del gobierno como de la MUD. Es el caso de nuestros compañeros de Marea Socialista, que es una importante corriente política con presencia nacional y dirigentes reconocidos, a quienes se le niegan sus derechos legales más elementales, se los difama con calumnias montadas desde un aparato neostalinista y de una u otra forma se los persigue. En el mismo sentido de evitar la crítica y las posturas independientes, también un medio tan popular, democrático y reconocido como aporrea.org sufrió presiones y ataques por mantener la pluralidad de opiniones en su web.
Pese a todo este andamiaje burocrático y persecutorio, las opiniones divergentes con Maduro y el gobierno desde las propias bases bolivarianas han ido creciendo mes a mes. Son miles los que ya no creen en el gobierno y tampoco han ido en apoyo de la MUD. Son miles los que creen en otro camino por fuera de esta polarización forzada por los aparatos que deja por fuera las opiniones y necesidades de millones.
Por esta causa, además de las propuestas concretas y democráticas para que Venezuela salga de la crisis política en la que se encuentra, hace falta fortalecer un tercer espacio político ubicado a la izquierda del gobierno, que parta de defender los aspectos sociales positivos del bolivarianismo y los supere ensamblándolos en un proyecto anticapitalista de largo alcance, que recogiendo la experiencia del proceso se relance como nueva alternativa de izquierda. A esta tarea tenemos que darle apoyo desde nuestro país y desde otros. Apoyando a quienes están inmersos en esta pelea política por encima de los obstáculos actuales. La Venezuela decadente del PSUV y la MUD que tiñe el presente, no es parte del futuro que hace falta. Futuro que vendrá no por suerte o casualidad sino por la acción consciente y militante de miles que quieran organizarse para un nuevo proyecto emancipatorio, antiimperialista, anticapitalista y de verdad socialista. Es en una nueva alternativa de izquierda donde podrá renacer el sueño de Bolívar, que en este milenio solo puede tener un carácter anticapitalista y de verdad socialista, si queremos derrotar a la derecha, al imperialismo y a las burocracias de todo pelaje.
Sergio García
Dirigente del MST en Izquierda al Frente.
Vivió en Venezuela y fue parte de la fundación de Marea Socialista