El fascismo franquista cometía uno de sus más monstruosos crímenes. Calló al poeta pero no a la poesía que siguió teniendo vida andando por el mundo en la voz de muchos otros. Mussolini, Hitler, y Franco expresaban todo el lado oscuro y salvaje del capitalismo como Stalin el doloroso estrecho del ‘socialismo en un solo país’. Lorca no se inscribía en ninguna corriente literaria específica ni en partido político alguno. Amaba la anarquía para el arte en la misma proporción que el autócrata detesta la libertad para sus súbditos. Desde el punto de vista literario, los poetas y los dramaturgos tienen la palabra y el conocimiento para describir la grandeza de Federico García Lorca. ¡Por ahora! escribamos de su muerte. Se tiene por primera deflagración de violencia fascista la ocurrida en España contra los republicanos.
Sobre el fusilamiento de García Lorca se tejieron muchas hipótesis. La muerte de un grande literato con ciertos ‘desórdenes’ en su vida personal, genera muchas controversias. Sin embargo, el asesinato de Lorca, nadie lo dude, fue político. Toda España, como muchas naciones del mundo, sabían que era un artista muy comprometido con el proyecto de la República en todos sus aspectos: cultural y artístico. Ocurre su fusilamiento en plena guerra civil española en la madrugada del 19 de agosto de 1936 en la población de Víznar (sureste de España) por soldados del fascismo. Un mes y seis días antes, José Calvo Sotelo había sido sacado de su casa y asesinado en un cementerio de Madrid. Ese mismo año muere, preso en su propia casa, el gran filósofo Miguel de Unamuno, renegado por fascistas y republicanos. Pocos meses después, ‘maldito sea’, el fascismo asesinaba al insigne revolucionario Andrés Nin.
García
Lorca era un español del mundo, y hasta se podría decir un proletario
de la poesía por no tener frontera aunque amaba a España sin la ceguera
del chovinista. Una vez dijo: “Yo soy español integral y me sería imposible
vivir fuera de mis límites geográficos; pero odio al español por ser
español y nada más, yo soy hermano de todos y execro al hombre que se
sacrifica por una idea nacionalista, abstracta, por el solo hecho de
que ama a su patria con una venda en los ojos. El chino bueno está más
cerca de mí, que el español malo. Canto a España y la siento hasta la
médula, pero antes que esto soy hombre del mundo y hermano de todos.
Desde luego no creo en la frontera política”.
Lorca
era mucho poeta para que el fascismo lo dejara con vida, porque su
poesía hablaba por todos los dolores de España y del mundo, y que eran
las libertades que les faltaban. En final de sus días Lorca sintió no
el miedo a la muerte sino a lo misterioso del método con que le
quitarían la vida. El
13 de julio de 1936, García Lorca leyó en Madrid, a un selecto grupo de
amigos, el manuscrito de su más importante obra teatral: "La casa de Bernarda Alba". De
allí se embarcó en el tren que lo conduciría a la Huerta de San
Vicente. No sabía el poeta que iba derechito a las manos del infierno
fascista: la muerte.
A Granada llegó el terror, ese que persigue, acosa, captura y asesina por reacción del odio racista: el fascismo. Queipo de Llano en tres años pasó por las armas a cinco mil granadinos como mínimo. García Lorca, el poeta, el dramaturgo, el español que detestaba al español nacionalista y no creía en frontera política, no podía ser una excepción que lo excluyera de la larga lista de los fusilables por el fascismo. El 16 de agosto, día en que se entera del fusilamiento de su cuñado José Fernández Montesinos (un alcalde socialista), es detenido García Lorca junto al maestro de escuela, Dióscoro Galindo González, y los jóvenes insurgentes anarquistas: Joaquín Arcollas y Francisco Baladí Melgar. Lorca y sus compañeros de cautiverio, fueron sacados de la celda en la madrugada del 19 de agosto de 1936, montados en un camión que los trasladó a Víznar donde fueron fusilados y enterrados en una fosa común. Dicen que hubo necesidad de rematar al poeta con un disparo en la nuca, porque con los primeros tiros su corazón, lleno de poesías y de esperanzas libertarias, se negaba a callar. Franco, ogro que manchó tanto a España de sangre, tuvo el cinismo de decir que la muerte de García Lorca resultó ser “Un fatal accidente”. Ese día el fascismo hizo vestir de luto universal a la poesía. No había sido una muerte por accidente, sino premeditada por una política despótica que detesta el arte que no se le rinde a sus pies para degenerarse.