Hasta el momento en que redactamos esta nota, se han producido cerca de cincuenta y seis muertes, una cifra bastante elevada de heridos, incontable negocios destruidos e incalculables pérdidas materiales. Todo ello como consecuencia de las acciones criminales y vandálicas de los delincuentes contratados por la oposición para estos siniestros fines. Muchas de esas muertes han sido de personas desprevenidas que, sin saber por qué ni cómo, de repente se encontraron en medio de la vorágine desatada, con lo cual sirvieron a la perfección a los planes de la derecha terrorista, que no son otros que el de producir la mayor cantidad de muertes posibles.
Pero estas no han sido las únicas víctimas, porque también dentro del propio campo de los desalmados, se han producido bajas. Ya que no habiendo a mano contra quien ejercer sus furias asesinas, estos criminales han optado por matarse entre ellos mismos para cumplir con la cuota diaria de muertes exigidas por quienes les pagan. Y por si toda esta devastación de vidas y bienes fuera poco, también dentro de los cuerpos policiales se han producido muertes y un crecido número de heridos y lesionados.
En resumen, un abultado saldo de personas entre heridas, muertas y lesionadas, que las acciones terroristas de la oposición han provocado, y con lo cual han sumido en la desolación y la angustia a un no menos crecido número de hogares venezolanos. Ahora, ante este espeluznante cuadro de horror, a Luisa Ortega Díaz lo único que le llama la atención es la muerte de Juan Pernalete. Lo demás lo desestima olímpicamente, pues para ella la devastadora destrucción junto con los fallecidos y lesionados, no constituye delito alguno. ¿Por qué? Porque a ella lo único que le interesa demostrar, porque para eso el chequesote, es todo lo contrario de lo que en realidad ha estado sucediendo. Es decir, que los cuerpos policiales, que con grave riesgo de su propia seguridad han impedido que los pupilos de Luisa hayan provocado la devastación que el imperialismo les ha encomendado a ambos, son los grandes responsables de lo que ha estado sucediendo.
De allí que de entrada, y con una ligereza inaudita, y a despecho, además, de los testimonios gráficos que demuestran lo contrario, el responsable de la muerte de Pernalete no son los que a quema ropa le dispararon sino un policía al que en el colmo de la depravación calificó de asesino. ¡Asesinos a quienes a costa de toda clase de vejámenes y amenazas contra sus propias vidas, han estado protegiendo estoicamente a la población de los desmanes criminales de sus secuaces! ¿Y por qué Luisa lo califica así? Porque, según ella, la muerte del citado ciudadano fue provocada por una bomba lacrimógena. ¡Qué les parece! Que yo sepa, a ninguno de sus pupilos, que han estado asesinando con armas de fuego ni a los que han estado promoviendo esta hecatombe, los ha calificado de esa manera.
Pero, para Luisa ¿que significado tiene el calificativo de asesino? Sospecho que a pesar de su condición de abogada y del cargo que desempeña, no lo tiene suficientemente claro. El Diccionario de la Lengua Española define este término de la siguiente manera: el que mata con alevosía, ensañamiento o por una recompensa". Por mi parte lo definiría así: asesino es todo aquel que de manera expresa y deliberada mata alguien. Podría decirme esta mujer, ¿cómo, de qué manera con una bomba lacrimógena se podría matar a alguien con alevosía y ensañamiento? ¿Cómo se podría hacer para que un artefacto que no fue elaborado para matar, pueda ser dirigido expresamente contra una persona con el fin de quitarle la vida?
Pero supongamos que una supuesta bomba lacrimógena fue la que le quitara la vida a Pwrnalete, y esto, repito, es un mera suposición, en todo caso se lanzó, no con el criminal deseo de matar a nadie, porque como dijimos eso no se puede, sino con la expresa finalidad de combatir un estado de necesidad. Y cuando alguien investido de autoridad utiliza los medios que el estado pone a su disposición para combatir un situación como esta, las consecuencias que se deriven de esa utilización son eximentes de responsabilidad penal.
Esta señora -y lo de señora es un decir- por muy ignorante que sea, sabe esto. Y sin embargo, ha imputado a un importante número de policías y guardias nacionales, y mantiene a otros dieciocho por imputar. Es decir, ha acusado a más miembros de los cuerpos policiales que a terroristas. Claro, se trata de acciones meramente simbólicas, porque nadie está obligado a acatar decisiones manifiestamente arbitrarias y contrarias al de estado de derecho y a la ley. ¿Qué persigue entonces? Persigue desmoralizar a las fuerzas del orden para que esto se abstengan de utilizar el único medio con el que cuentan -porque ni rolo tienen-, para controlar a los protagonistas del crimen y la destrucción. Y en cuanto a los que le dedican elogios, loas y ditirambos a Luisa, cabría decir: cada quien tiene los apologistas y defensores que se merece.
Frase de Luisa Ortega Díaz para la historia: "La confrontación no se termina privando de libertad a las personas". Las personas a las que ella se refiere son los terroristas a los que con toda razón, las autoridades están privando de libertad.
NOTA: En vista de los preparativos bélicos que el imperialismo junto con algunos de sus lacayos del continente está promoviendo contra nuestro país, éste debía establecer algún tipo de acuerdo militar con aliados estratégicos como Rusia y China. Y no es que nosotros estemos enteramente desprotegidos e indefensos militarmente hablando. Estamos, por el contrario, en condiciones, en las primeras de cambio, de propinar golpes demoledores al enemigo. El problema reside en la logística, porque equipo o armamento que se utilice, es equipo o armamento que no se podrá reponer con la prontitud requerida. En este sentido, como dice Tajeldine en un interesante artículo publicado en esta misma página, hay que dejar a un lado principios y dogmas que, a la hora de una conflagración, no van a servir de nada. Ojo pelao, pues estamos en presencia de un maniático capaz de todo.
Joyas lingüísticas del "doctor" en educación Javier Segundo Vivas Santana.
En un artículo dedicado a Mario Silva, este "experto" en lengua castellana, dice lo siguiente: "Es curioso que un individuo tan desprestigiado como Mario Silva, acuse a la fiscal general de la República, Luisa Ortega Díaz, al decir que ella, etc". En estas pocas líneas su autor incurre en una flagrante incoherencia. Porque al mismo tiempo que dice que Mario Silva acusó a la fiscal, sin decir en qué consistía esa acusación, afirma también que algo dijo de ella (al decir que ella). Para que se pueda entender mejor lo que queremos significar, vamos a simplificar lo dicho por Vivas suprimiendo las expresiones que no son esenciales para comprender el mensaje de fondo. Y así podría decirse: "Resulta curioso que Mario Silva acuse a la fiscal al decir que ella". Y ante una metida de pata como esta, uno tiene el derecho de decirle: "bueno, señor, defínase, porque las dos cosas, por ser completamente diferentes, no se pueden hacer simultáneamente. O se acusa o se dice algo de ella, pero no las dos cosas a la vez.
El hecho es que una revisión de todos los artículos de este señor permitiría demostrar que el mismo no debía estar en un aula impartiendo clases, sino en la cantina del colegio despachando de chucherías a los alumnos.
La verdad es que lo que está gobernando en Chile en estos momentos, en el Chile de la Bachelet, es el pinochetismo sin Pinochet. Graxias.