En política, debemos comprender en nombre de un bien social, claramente definido, el ejercicio de una funcionaria adscrita a un ministerio, la direccionidad del mismo, porque está en juego, la convicción de la certeza y la vulnerabilidad de los criterios que pueden emanarse del ejercicio administrativo en esas funciones del Estado Bolivariano de Venezuela. El régimen democrático se ha renovado poco, en estos últimos años y con frecuencia los ejercicios de tales funciones quebrantan las convicciones de quienes practica sus deberes, con un verdadero valor de carácter ciudadano.
Es un desparpajo, como se viene atacando a la Fiscal de La República Bolivariana de Venezuela, Luisa Ortega Diaz, por parte de ciudadanos que no son juristas y vulneran la intimidad de una ciudadana y no se encuentran autorizados para emitir dichas opiniones, porque no son agremiados, escritores o periodistas calificados y colegiados para emitir una opinión tan delicada, sobre un tema tan específico como es el de los magistrados.
La historia de los pueblos no se construye entre buenos y malos. Entre oficialistas y opositores, aquí jamás, puede hablarse de fundamentalismos y el guion de una historia para discernir que es democracia o socialismo, todavía nuestra Constitución Bolivariana habla de democracia y su ejercicio en el campo dialéctico, así tenemos, un cuarto de siglo de doctrinas integristas que obvian la libertad de conciencia y responsabilidad en el desasosiego del quehacer diario.
Hay una crisis de opinión pública y la arrogancia de la derecha por asumir el poder, la ha llevado a múltiples errores e implicaciones que la alejan del mismo poder. Mientras que las fuerzas que acompañan al presidente Nicolás Maduro actúan de manera autoritaria y arbitraria en muchos cánones de la vida pública. Con mucho fanatismo.
Debemos ser positivos, romper con la escala de hostilidad republicana y avanzar hacia una verdadera y auténtica democracia. Dejar la crispación de ideas y unificar criterios para avanzar con un sentimiento único hacia el orden territorial, la prioridad en este sentido es el Estado soberano, la Gran Colombia, alineada a una nación bolivariana.
Es cuestión de conciencia, tener argumentos válidos para hacer valer a nuestra militancia en un solo orden de ideas, dejar atrás, los criterios malsanos hacia personajes y funcionarios públicos, estamos bajo un logo de oportunismo y logomaquia. Hay reglas ocultas en el juego democrático que debemos aclarar para dejar de ser perversos y entender que el conocimiento político es uno solo y debemos, asumir responsabilidades para el crecimiento de la República. Hay una realidad social que nos muestra el futuro, como si fuese una diversidad y el tiempo nos espera para entender que los grandes cambios planetarios se acercan.
La Fiscalía, tiene su trabajo y la Doctora, Luisa Ortega Díaz representa un grupo colegiado que administra leyes y no puede estar desorientada en la aplicación de la justicia. Entre miedo y esperanza, debemos soñar y respetar los valores morales y judiciales, somos, parte de esta gesta histórica que, empieza a despertar nuestros sentidos.