Aquellos tiempos de la Guerra a Muerte

CAPITULO I

La noche caía silenciosamente en la ciudad de Mérida, Simón Bolívar caminaba nerviosamente por la casa que le servía de refugio, sus oficiales estaban acostumbrados a ver a su jefe dictar órdenes y cartas siempre en movimiento.

Bolívar era conocido por su energía incansable, cuando firmaba un documento lo hacía parado, al estar en una hamaca se mecía con un pie, cuando conversaba lo hacía caminando, cuando iba a una fiesta bailaba incansablemente. Eso sí a diez de la noche se acostaba y a las cuatro de la mañana se levantaba religiosamente.

Ya todos estaban habituados a esa energía nerviosa que siempre manifestaba el militar caraqueño.

-Debemos enviar a Atanasio con 500 hombres a Trujillo como a Boconó, comentó a sus hombres Bolívar tomando la decisión que llevaba varias horas pensando.

-Tengo fe en ti Atanasio, sé que no solo eres valiente, sino un militar experto, ya lo vienes demostrando desde Nueva Granada. Voy a poner sobre tus hombros esta responsabilidad de que nos abras el camino con tus hombres, dijo el héroe venezolano.

_Quiero reunirme con Antonio Rosario, ayer mismo me envió una misiva donde nos ofrecía bastimento para la tropa y dice que quiere hablar con nosotros, continuo conversando Bolívar con Ribas, Girardot, Urdaneta, D¨Elhuyar y varios oficiales que venían acompañándolo desde el Rio Magdalena.

Su Secretario Pedro Briceño Méndez como amanuense ha escrito cartas en donde Bolívar dice:

"La repuesta la espero en Trujillo". La cita se cumpliría.

En esta ciudad había recibido la noticia de una disposición de la Regencia Española la cual aceptaba el plan de Monteverde de pasar por las armas a cualquier persona que tomase las armas a favor de la independencia.

Regresó a Venezuela después de 6 meses. Venía acompañado por un grupo de héroes, jóvenes paladines. Urdaneta le dijo: "Brigadier, si con dos hombres basta para emancipar Venezuela, presto estoy a acompañar a usted". Con hombres como él, triunfaría.

Con pocas provisiones y armas pobres, sus hombres eran de los mejores combatientes, se componían principalmente de soldados de la Nueva Granada.

Simón utilizaría diversas tácticas para derrotar la superioridad de los españoles. Una de las tácticas consistió en atacar separadamente a las divisiones enemigas y para ello, el elemento sorpresa y la rapidez de la acción eran principales.

El Coronel Castillo había enviado al Congreso un ataque contra Bolívar, acusándolo de incapaz, despilfarrador y que arriesgaba las tropas en campañas fantásticas pero el Congreso premio sus triunfos dándole el título de ciudadano de La Nueva Granada y lo nombró General Brigadier de los ejércitos de la unión.

Camilo Torres, presidente del Gobierno de la Unión en Nueva Granada, si cree en Bolívar; le concede el grado de general y de ciudadano neogranadino y le envía pertrechos. Nariño, presidente de Cundinamarca le remite armas y soldados, pocos, peros duros en la pelea.

Torres ha entregado al nuevo general un mensaje a los venezolanos que dice:

"Es tiempo de tomar venganza de esas fieras desencadenadas sobre vosotros ciudadanos. Corred a las armas, venezolanos, sacudid esas cadenas vergonzosas, volved al esplendor que habías adquirido, a la eminente política a que os habíais elevado y que solo un accidente de la naturaleza, del que se valieron vuestros opresores, os pudo hacer bajar".

El superhombre caraqueño en ruta para Mérida le responde:

"Mi corazón se inunda de placer y gratitud, al contemplar las armas libertadoras de Nueva Granada marchando a redimir a mi querida patria… La libertad que vamos a obtener se halla colocada entre los dos más grandes escollos que pueda presentar la guerra: La carencia de dinero y la de las municiones."

Castillo renuncia y el caraqueño triunfa, con su habilidad política.

El guerrero venezolano confiaba en sí mismo, estaba seguro de poder llevar a cabo esta proeza guiándolo el descontento del pueblo que estaba horrorizado por el salvajismo de Monteverde. Sus planes eran dictados según se presentaran las circunstancias.

Al principio se decidió a rendir a la línea oeste del caudillo español y de esta manera se abrió paso hacía Mérida, y el jefe realista Correa abandono la posición casi sin luchar.

Le concedieron una autorización limitada para invadir Venezuela, pero hasta Mérida y Trujillo. Cuando inició la campaña, los realistas estaban situados así: En Mérida Correa, en Trujillo el Capitán Cañas, en Barquisimeto Oviedo, en Guasdualito Yánez, en Barinas Tiscar y en San Cristóbal Izquierdo en San Carlos con numerosas tropas que cubría los llanos de Cojedes, Guárico y Portuguesa; en oriente Antoñanzas, Cerveriz, Martínez y Zuazola.

El militar caraqueño contaba con 700 soldados y los realistas con más de 10.000, pero a pesar de la diferencia a los patriotas les sobraba voluntad, valor, convicción.

El Coronel Castillo casi es derrotado, pero Santander, en ese momento Sargento Mayor lleva a sus hombres a la victoria. Castillo renuncia y se va, regresa a su país. La tropa queda al mando de Francisco de Paula Santander.

Ya había tenido el caraqueño un enfrentamiento con el granadino. Santander se niega a obedecer cuando a la hora de partir en la campaña hacia Venezuela, alega que recibió la orden de Castillo de quedarse en la Nueva Granada.

Bolívar con voz grave le dice:

-Si insiste usted en no obedecer, aquí mismo lo fusilo.

Los soldados siguieron el avance hacia Venezuela y Santander se quedó en Cúcuta.

Las tropas de Bolívar venían conformándose de la siguiente manera:

La vanguardia comandada por Girardot, contando con Luciano D´Elhuyar como segundo comandante; en la retaguardia mandada por José Félix Ribas, con José Tejada como jefe de artillería y Urdaneta como mayor general, Pedro Briceño Méndez era secretario; contando como edecanes con Juan Pulido y José Lugo.

Atanasio Girardot era hijo de un próspero comerciante francés que había obtenido el título de abogado y se había unido a la lucha independentista desde muy temprana edad

Se incorporó a la lucha independentista en su región natal, formando parte de la expedición organizada por la Junta Suprema de Gobierno para apoyar a la Confederación de Ciudades y se distinguió en la liberación de Popayán al derrotar al realista Miguel Tacón y Rosique, en la Batalla del Bajo Palacé el 28 de marzo de 1811.

Girardot era un hombre valiente y un gran estratega que se había enfrentado en esa batalla al español con 2000 soldados con setenta hombres en el puente del rio Palacé.

Había desalojado a los defensores del puente con setenta combatientes e increíblemente gano la batalla. En la Nueva Granada no se había ganado un combate de esta manera salvando a su patria de la reacción de los monárquicos.

Participó en combates contra los federalistas cuando el gobierno de Antonio Mariño y cambio de bando peleando a favor de las Provincias Unidas, enemigas del centralismo, uniéndose a Bolívar en la Campaña Admirable

En Trujillo existía un grupo que conspiraba en contra del imperio español, una corriente de rebeldía recorría todas las comarcas trujillanas y uno de sus representantes era el Cura Francisco Antonio Rosario.

El cura Rosario era una figura leyendaria de esas tierras, que había nacido en una hacienda llamada "La Rosariera" en la parroquia Chiquinquirá de Trujillo el 13 de junio de 1761.

Se decía que era un hombre blanco, alto que hablaba francés, italiano, inglés, latín, alemán, árabe y español.

Rosario era un hombre dedicado a la agricultura, dueño de haciendas, gran fanático de los objetos de lujo y de la buena vida.

Junto a Juan Llavaneras, Bartolomé Monzant y Miguel Ignacio Briceño; el 2 de Septiembre de 1811; elaboraron la Proclama de La Libertad, este manifiesto subversivo, osado, brillante y completo, planteaba la libertad plena sin ninguna condición ni concesión.

Lo unía una gran amistad con el Dr. Antonio Nicolás Briceño, perteneciendo junto a este a una Sociedad Secreta llamada "Los Hermanos", siendo conocido como El Halcón y era en ese tiempo jefe de la Junta de Guerra.

Se encontraba esperando la llegada de Bolívar en su casa del Cucharito en donde día antes recibió a Atanasio Girardot acompañándolo a la ciudad de Trujillo.

Contaban igualmente de él, que un año antes se había reunido con el "Diablo Briceño" y el Dr. Cristóbal Mendoza en su casa natal en la "Rosariera", realizando una brindis por el triunfo de la independencia.

-Brindemos tocayo y usted Dr. Mendoza por los dos años desde que empezamos a quitarnos el yugo español, dijo Rosario levantando su copa.

-Ya llegara el día en que esta esclavitud que nos han sometido los españoles sea solo un recuerdo. Continuó el prelado trujillano.

-Hay que reconocer el trabajo, Antonio, el trabajo que han realizado nuestra Sociedad en aras de la libertad. Recalcó el "Diablo Briceño".

-Dr. Briceño hay que reconocer también al Padre Rosario ya que de su peculio ha salido lo necesario para sufragar los gastos de los miembros de "Los Hermanos" y que no basta solamente con el oficio que se leyó de la Junta Revolucionaria de Trujillo, explicó el Dr. Mendoza.

-No importa amigos, no he hecho nada que ustedes no han realizado por amor a la libertad, pero les aconsejó que debemos seguir reunidos como lo hacían los antiguos Carboneros en Italia para evitar que la represión de los esbirros del rey nos detenga. Debemos promover las reuniones en las casas, con tertulias en las calles, en las haciendas, en las iglesias, además es necesario que los jóvenes participen y que se sientan identificados con los cambios que promovemos, enfatiza Rosario.

Si los más jóvenes no nos apoyan, esta revolución no tendrá razón continúa el prelado.

Había sido muy difícil la llegada de los doctores Briceño y Mendoza quienes tenían que devolverse a la Nueva Granada por vía desde Trujillo, Mérida, Villa de San Cristóbal, Villa del Rosario de Cúcuta, Tunja, Cartagena de Indias y Santa Fe de Bogotá.

Habían huido para poder enfrentarse de una manera más sencilla y continuar con la lucha por la liberación de la Patria.

-¿Tocayo, cómo está tu familia? Le preguntó Rosario a Briceño.

-Tuve que huir con María Dolores, preñada de cinco meses y con Ignacia que sabes que es muy pequeña, para evitar que los españoles me detuvieran. Respondió el "Diablo".

-Carajo, tu no pierdes el tiempo, hace poco no había nacido tu hija Ignacia y ya María Dolores está preñada, comentó echando bromas el padre Rosario.

-Menos tú hermano, ya sabemos de tus hazañas y de las tres Marías riposta Briceño escudándose en la gran amistad y confianza que tiene con el presbítero.

Para nadie era un secreto que el sacerdote trujillano sentía predilección por el bello sexo y que contaba con un número bastante elevado de hijos que no eran ni ocultados ni disimulados. Se sabía que vivía con Roxana Giacopini y tenía a las Marías, María Lobo, María González y María García.

Cuando alguno de sus amigos íntimos le echaba bromas el sacerdote decía:

-"Quien peca y reza, la empata".

CAPITULO II

Bolívar permanecía en la ciudad de Mérida organizando su gente, sabía que no sería fácil enfrentarse a los españoles. Contaba con la gente de Campo Elías, que a pesar de ser europeo, tenía un gran odio en contra de sus paisanos y comentaba que una vez terminada esa raza, él se suicidaría para que no quedara en Venezuela vestigio de lo que llamaba raza maldita. Se suma el español a su gente con una compañía de soldados, pero la mayoría no tenía ni armas y menos uniformes, pero valor si les sobraba.

De igual forma se les unió el Mayor Ponce con un piquete de caballería, horrorizado por los desmanes de Monteverde y el cura Uzcátegui transformó su hacienda en taller de fundación y elaboraron 16 cañones montados en sus cureñas. Entre los hombres que se le unen había muchos jóvenes que eran casi niños, pero no les faltaba valor para el combate.

Mérida puso a las órdenes de Bolívar 500 hombres, 800 caballos, numerosos cañones y 30.000 pesos. Envió espías para que le informaran sobre la ubicación y cantidad de las tropas españolas que se encontraban en Barinas y Trujillo.

Recordaba cómo había sido recibido, el pueblo merideño lo ovacionaba y le tiraban flores. Correa había abandonado la ciudad sin presentar combate. En Mérida fue nombrado Libertador el caraqueño y desde ese momento llevaría ese título por toda la eternidad título glorioso, que lo lleno de un gran orgullo. Este nombramiento es propuesto por Cristóbal Mendoza. El Ayuntamiento había organizado una solemne recepción en honor de los héroes que venían a liberar Venezuela de las garras del imperio español.

Las pasiones como las de Campo Elías o Antonio Nicolás Briceño no gustaban a Bolívar, a pesar de su valentía y dotes militares no le gustaban los excesos que muchos de estos hombres cometían a pesar de los desmanes que cometían los españoles contra los partidarios de la independencia.

Lo que si estaba seguro Simón, era que había llegado el momento de extremar la revolución ya que había que combatir y dar respuesta contundente a los enemigos de la libertad. Ya sentía la mirada de su gente que esperaba una proclama que definiera la lucha que apenas empezaba.

¿Qué se iba a hacer con los venezolanos que defendían las banderas del Rey. Había que fusilarlos por traidores? Se preguntaba Simón.

Bolívar frenaba el deseo de actuar, debía ser precavido, era demasiado lo que había en juego. Todos los días le llegaban noticias de los desmanes cometidos por los españoles de Monteverde. El sufría al ver lo que pasaban sus compatriotas.

Recordaba las ejecuciones de Quito y La Paz, que le habían llegado las noticias; los asesinatos que se producían en México en defensa del rey de España, los prisioneros que se pudrían en Puerto Cabello y la Guaira.

-Ya nuestra clemencia se está acabando. Ellos nos fuerzan a una guerra sin cuartel y haremos que ellos desaparezcan de la faz de la tierra. Pensaba en voz alta Bolívar.

En Caracas Monteverde en persona cometía desmanes en contra de los partidarios de la libertad. Mujeres eran sometidas a cualquier clase de atropellos cuando se acercaban para pedirle clemencia al canario para sus familiares.

Los oficiales que acompañaban a Bolívar lo presionaban para que tomara una decisión clara vengándose de todas las atrocidades cometidas por el enemigo. Los venezolanos que acompañaban a Simón en la campaña habían dejado a sus familiares en Venezuela y sabían que muchos de ellos se encontraban sufriendo en carne propia todo el peso de las injusticias, uno siendo asesinados y otros siendo prisioneros.

-Simón debemos ser más duros, no debemos dar cuartel, decía con ímpetu el del gorro frigio, su tío político José Félix Ribas.

-No somos débiles, José Félix, somos soldados, no asesinos, no podemos cometer crímenes y salvajadas, indicaba Simón al esposo de la hermana de su madre.

José Félix Ribas, pertenecía a una familia rica caraqueña igual que la de Simón Bolívar, comenzando su carrera como militar con el grado de coronel, siendo jefe del Batallón de Milicias Regladas de Blancos de Barlovento. Para este momento el tío de Bolívar ya se había enfrentado contra Monteverde.

Se reunió con el héroe caraqueño en Ocaña y con él prepara la invasión de Venezuela teniendo una actuación heroica en la batalla de Cúcuta contra Correa luciéndose con una carga a bayoneta.

Cuando calló Bolívar le llego a su mente las letras enviadas por el cura Rosario sobre la "Guerra a Muerte".

- ¡Ah curita este, carajo! Se decía Simón.

Quien lo iba a decir que este cura masón sería tan duro con el enemigo. Ya llegaría el día en que se encontrarían. Quería conocerlo, hasta él habían llegado las andanzas de este famoso cura trujillano. Ya se verían, presentía que desde ese momento comenzaría una gran amistad.

Varias cartas más recibiría del Padre Rosario.

-¡Antonio tiene razón! ¡Hay que declarar la guerra a muerte! ¡Tenemos que ser implacables!

Recordaba con rabia la humillación que recibió de Monteverde. Evocaba ese momento con coraje, el canario no le prestó atención.

¿Qué se creía ese hijo de puta, cuando me dijo que me premiaría los servicios a España por entregar a Miranda por un pasaporte? Repetía una vez más llenándose de rabia.

Entregue a Miranda por traidor y por haber capitulado ante el enemigo. Dijo en voz alta Bolívar con rabia.

Las palabras de Monteverde siempre le resonarían en su oído. Con rabia le contestó que había detenido a Miranda por rendirse y no para prestarle un servicio a España.

Pero era inevitable recordar esa escena, odiaba al canario con todas las fuerzas de su alma como odiaba al traidor Vignoni, que entregó el bastión de Puerto Cabello cuando estaba ausente.

Soñaba en una de esas batallas encontrarse frente a frente con Monteverde y matarlo. Para nadie era un secreto que Bolívar mataba a la primera estocada.

Buen peleador si era, engañaba su cuerpo delgado y pequeño. Eso lo venía probando desde Barracas. Tuvo como maestros de esgrima a los mejores espadachines españoles de la época.

Hay que resaltar que Simón Bolívar era un hombre bastante duro en la pelea. Como mantuano era experto en el manejo de la espada, se destacaba en el uso de bastones como era preciso en un caballero.

Además Simón con su espíritu inquieto había aprendido el arte de combate de los negros y la pelea con machete y lanza. Siempre combatía en la primera línea, era un gran conductor de tropas. Desde Barracas transformó sesenta soldados pobres, indisciplinados y apáticos en entusiastas defensores de la libertad. Había organizado un selecto grupo de 200 combatientes y con ellos había partido en diez balsas a hacer la guerra a los españoles.

Bolívar era un hombre tenaz, muchas veces se sintió desvanecer, pero triunfó.

Tenía que mantener el equilibrio de sus tropas que se encontraban heridos en su amor propio, querían vengarse de las vejaciones que recibían sus paisanos. Desobedeciendo órdenes atacó Tenerife y después de un combate reñido los españoles se retiraron.

Continuó a Mopox y desde ese momento sus sueños de libertad y gloria se empezaban a convertir en realidad. El francés Labatuf estaba molesto, pidiendo que lo acusaran de rebelión, pedimento que fracaso ya que el Congreso le dio la aprobación para seguir avanzando.

El combatiente caraqueño decía: "Yo he nacido en Caracas, pero mi fama nació en Mompóx."

Su fama de militar aumento quince días después de haber salido de Mompóx cuando informo al Congreso de Nueva Granada que el río Magdalena estaba libre de enemigos.

Se dirigió a Pamplona en busca de Monteverde y atacó los españoles sin darles descanso hasta que huyeron a Venezuela. Bolívar se dirigió hacia allá había que conquistar Caracas, la mejor defensa era el ataque, si Venezuela seguía en manos de los españoles La Nueva Granada tendría un cuchillo en la garganta.

El militar caraqueño había preparado un plan para la campaña que consistía en el despliegue sobre Venezuela de un ataque en dos direcciones: una columna comandada por su tío que se dirigiría a San Cristóbal, la selva de San Camilo y Barinas: Al liberar esas provincias se reuniría con la tropa en Guanare, teniendo como misión igualmente conseguir ganado y dinero.

La columna dirigida por Bolívar se dirigiría a San Cristóbal, La Grita, Mérida y Trujillo. El 17 de mayo llega a La Grita, dos días después se dirige a Mérida

Bolívar aspiraba que sus tropas fueran libertadores no crueles vengadores, nunca estuvo de acuerdo crueldades ni salvajismos. Por eso nunca pudo estar de acuerdo con "El Diablo Briceño".

Los salvajismos de Monteverde y los crímenes que cometieron algunos jefes realistas exaltaron la fibra patriótica del "Diablo" siendo uno de los primeros que llegaron a Cartagena y el 16 de enero de 1813 publicó unas proposiciones del pueblo venezolano para emprender una expedición por tierra para liberar el país.

Montó una expedición con 143 hombres que el comandaba actuando por su propia cuenta

Ya anteriormente había tenido serias dificultades con el caraqueño por sus terrenos en sus fincas. "El Diablo era propietario de un lote de tierra que colindaba con una finca de Bolívar y por delimitaciones tuvo en el año de 1807 un altercado con el futuro libertador y al no hacerle caso por sus reclamos se acerca cuando el guerrero venezolano con sus peones realizan labores agrícolas y Briceño lleno de rabia saca un arma de fuego y los apunta, pero teniendo un gesto rápido el amenazado logra arrebatarle el arma y se produce una pelea entre los dos hombres. Llegó a San Cristóbal con el fin de unirse a la expedición libertadora y publicó el trujillano un bando declarando la "guerra a muerte" ofreciendo la libertad a los esclavos que mataran a sus amos españoles y canarios.

En aquel momento Briceño asume una línea que parece ser muy cruel al ofrecer recompensar con tierras, propiedades y ascensos militares a todo aquel que marchará con él en su propósito independentista y diera muerte a cada español que se opusiera a tal misión, aquello implicaba que todo combatiente suyo que le trajera cabezas de españoles recibiría su premio; y mientras mayor el número de cabezas mayor sería la recompensa.

Briceño asesino a dos isleños, cortándoles las cabezas, no le cayó en gracia a Bolívar tampoco cuando le envió una cabeza de un español a él y otra a Castillo con una carta en donde la primera línea había sido escrita con sangre.

-Estas cosas del Diablo, exclamo Bolívar cuando recibió el macabro obsequio, lleno de rabia.

Ordenó al oficial Pedro Briceño Pumar para que remplazase al Diablo y lo detuviese para ser juzgado en Consejo de Guerra.

El Diablo al saber lo ordenado por El Libertador, se escapa por las montañas de San Camilo hacia Barinas. Desde ese momento Briceño se siente con la capacidad de obrar sin plan y sin tener que seguir las órdenes del jefe del ejército.

Se sentía fuera del alcance de Bolívar y estaba dispuesto a obrar por su cuenta en esa "guerra sin cuartel" que había emprendido, ofreciendo a los esclavos la libertad si mataban a sus dueños, españoles y canarios.

El abogado Briceño fue derrotado por el español José Yáñez, que con 500 hombres los destruye casi sin pelear al no poder conservar el orden y la formación entre los suyos. Anteriormente se le habían unido dos heroicos soldados que se destacaron en la guerra de la independencia: Francisco Olmedilla y Jacinto Lara.

Briceño fue conducido a Barinas, juzgado por Tizcar y fusilado junto a ocho compañeros.

El 3 de junio recibe Bolívar una carta que le dice que D´Elhuyar y Maza dispersaron una partida de 50 realistas cerca de Escuque; en el Colorado y después derrotaron en Ponemesa a Correa.

Gran alegría produjo en el caraqueño la noticia. Como era su costumbre se subió de un salto a la mesa y empezó a bailar una danza marinera que aprendió en su primer viaje a España. Al pasarle la euforia bajo y se puso a planificar la estrategia para seguir invadiendo.

En Ponemesa el combate duro tres horas siendo derrotado el español Coronel Ramón Correa que contaba con 600 soldados que huye hacia el Puerto de Moporo y luego a Maracaibo. Los patriotas contaban con 300 combatientes.

Girardot organiza un gobierno provisional en Betijoque que cuenta con 150 hombres para defender la zona.

Era necesario triunfar, la lucha por la libertad apenas comienza

CAPITULO III

Las dos columnas de Ricauter llegaron a Trujillo el 10 de junio y el enemigo se retira a Carache. Tres días se produce la batalla de Los Cuarteles, donde se destaca por su valentía el trujillano Andrés Linares.

Ricauter no se imaginaba que ese hombre de dos metros de estatura que había detenido ya que en una pelea con uno de los Comandantes de su vanguardia, llamado Luis González; lo había matado de un golpe, sería tan buen soldado, pero debido al valor que se veía en el trujillano decidió incorporarlo a sus tropas.

A los dos días el hombrón; que después fue conocido por el "Sansón Trujillano"; se destacó en Pampan, demostrando su capacidad de combate en su bautizo de fuego. Sigue llenándose de gloria en Carache en donde es nombrado Sargento.

Linares era un hombre de gran valor, astucia e inteligencia y se decía que pertenecía a la sociedad secreta llamada "Hermanos" que igualmente pertenecía el Padre Antonio Rosario, que en Santiago, Cabimbú y San Lázaro conspiraban en pro de la independencia

Desde estas tierras saldrían una pléyade de héroes que junto a Simón Bolívar y sus hombres lucharían por la libertad de Venezuela.

El Libertador salió de Mérida el 8 de junio y se despide de los merideños con esta proclama:

"Y últimamente, oh Dios, casi a presencia de nosotros, han hecho una espantosa carnicería en Barinas de nuestros prisioneros de guerra y de nuestros pacíficos compatriotas de aquella capital. Estas víctimas serán vengadas, estos verdugos serán exterminados. Nuestra vindicta será igual a la ferocidad española. Nuestra bondad se agotó ya, y puesto que nuestros opresores nos fuerzan a una guerra mortal, ellos desaparecerán de América y nuestras tierras serán purgadas de los monstruos que la infectan. Nuestro odio será implacable y la guerra será a muerte"

Ya en se momento el caraqueño declararía en su pensamiento y obra la guerra a muerte y la plasmaría en su famoso decreto.

Ya desde Trujillo el cura Rosario le tenía preparada un documento en donde los trujillanos pedían la declaración de la guerra total en contra del imperio español, el trujillano le pediría a Bolívar que se redactara una proclama que sería el motor de la campaña militar para liberar a Venezuela.

En pleno recorrido hacia Trujillo el Libertador Simón Bolívar recibe de obsequio el perro Nevado que lo acompañaría en su largo trajinar de combates en la Campaña Admirable hasta ser muerto junto a su cuidador "Tinjaca" en la batalla de Carabobo mientras trataba de rescatarlo ya que estaba en manos realistas.

La casa Carmania albergó a nuestro Libertador en su paso por el estado Trujillo. ¿Qué pensó Simón? ¿Qué sintió esa noche en estas cuatro paredes?

-"Simón los soldados siguen alborotados le comenta al El Libertador el marabino Rafael Urdaneta. Dicen que debemos de ser más duros con el enemigo. Se han recibido noticias de Venezuela y son muy malas, demasiado malas diría yo."

-"Si, me imagino cuales son, los desmanes de los españoles cada día que pasa son más duros. Si supieras Rafael como me duele lo que pasa mi tierra".

-Pienso que tenemos que ser más duros, él que no esté con nosotros está en nuestra contra. Convencido de que era necesario ser más duro para enfrentar a los partidarios del rey.

Pasaron los días y ya se van conociendo el salvajismo que sufre su tierra asolada por hombres crueles que no escatimaron esfuerzos para hacer pagar al pueblo sus ansias de libertad.

Bolívar en las noches de campamento junto a su fiel "Nevado" meditaba en la manera de vengar tanta sangre derramada por sus compatriotas. ¿Qué hacer? ¿Cómo actuar sin ser igual a Monteverde o a Zuazola y convertirse en un asesino igual que ellos? No puedo olvidarme de la caída de Puerto Cabello, si hubiera sido más duro y menos confiado no me hubieran traicionado como lo hicieron". Pensaba Bolívar en los coloquios consigo mismo.

Al Libertador le seguían llegando noticias sobre los desmanes cometidos por los españoles de Monteverde. Él sufría a ver lo que pasaban sus compatriotas. Bolívar frenaba el deseo de actuar, debía ser precavido, era demasiado lo que pondría en juego. Debía frenar sus impulsos. Sus oficiales lo presionaban para que Bolívar tomara una decisión clara vengándose de todas las atrocidades cometidas por el enemigo.

Los venezolanos que acompañaban a Simón en la campaña habían dejado sus familiares en Venezuela y sabían que muchos de ellos se encontraban sufriendo en carne propia todo el peso de las injusticias unos siendo asesinados y otros estando prisioneros.

Era necesaria la respuesta del caraqueño por los numerosos crímenes que venían cometiendo Monteverde, Francisco Cervériz, Antonio Zuazola, Pascual Martínez, Lorenzo Fernández de la Hoz, José Yánez, Francisco Rosete y algunos jefes realistas después del derrumbe de I República. Los asesinatos de los patriotas por parte de los jefes españoles llegó a extremos tales de provocar el rechazo de personajes adictos a la causa monárquica.

Simón con su personalidad resuelta a toda prueba, tenía que mantener el equilibrio emocional de sus tropas que se encontraban heridos en su amor propios y deseosos de vengar las vejaciones echas a sus familiares y amigos. No quería que su gente se convirtieran en salvajes y crueles vengadores.

El sacerdote trujillano espero al Libertador en Timotes. Al verlo el cura se le acercó y le dio un fuerte abrazo.

-Simón, si eres un carajito. Comentó Rosario con una gran carcajada.

-Ni tanto, Antonio, ni tanto. Respondió Bolívar riéndose.

-Por fin, estas aquí. Cuenta con nosotros para continuar la guerra y liberarnos de estos carajos. Ya es necesario que nos mandemos nosotros y no esos tipos venidos de España. Continuó el sacerdote, ya en un tono más serio.

-Ya entiendo, Antonio, que hay que ser más duros y castigar todas las salvajadas que hacen los realistas en contra de la libertad.

-Los realistas apresaron a Briceño y será pasado por las armas. Entera Rosario al recién nombrado Libertador.

Habló el recién nombrado Libertador, sabiendo la amistad que había unido a los dos trujillanos:

-Tenemos que castigar con mano dura, no es posible que nos maten y torturen sin una respuesta contundente por parte de nosotros.

-Simón, debemos tener en cuenta el Convenio de Cartagena de Briceño. Que significaba que los españoles y canarios que no participasen activamente en favor de la independencia se les daría la muerte, y que todos los americanos serían perdonados, incluso si cooperaban con las autoridades españolas. No lograremos la libertad sino declaramos una guerra sin cuartel. No es posible dejar prisioneros en el camino ya que no contamos con tropas para que los custodien y sino corremos el riesgo de que se levanten, atacándonos por la espalda. Le comentó Rosario a Bolívar con la confianza que le había agarrado al caraqueño en su largo intercambio de carta como habían tenido.

-El tocayo le escribió una carta a su esposa en prisión, sabiendo que lo fusilarían, en donde le decía que moriría orgulloso por su participación a favor de la libertad, además le pidió perdón a tu prima por las privaciones que le hizo pasar por haberse unido a esta lucha. Le cuenta el sacerdote a Simón.

-Es lamentable, me imagino como estará Lola de desconsolada. ¿Cuantos más han sufrido la barbarie de los partidarios del rey? Ya llego la hora en que apretemos la lucha y seamos más duros, a ellos no se les debe perdonar ni ser indiferentes. Indica el Libertador con rabia.

El padre Rosario y Bolívar continúan conversando y se dirigen a la hacienda del sacerdote en donde el prelado ayudaría a proveer de vituallas a las tropas libertadoras.

Cabalgan los dos hombres amantes de la libertad en franca conversación, los unía la comunión de las ideas y Rosario podía ser el padre de Simón y en esta cabalgata asimilaba con esa mente permeable que tenía las ideas del cura rebelde en contra del imperio español.

El cura revolucionario le comenta a Bolívar; desde su punto de vista, las razones de la caída de la I República.

-Simón, el desorden, la indisciplina, la entrega de Miranda en la capitulación en San Mateo.

-Estoy seguro que la Libertad de Venezuela no se sellará sin una Guerra a Muerte, porque la lucha por la libertad está llena de sangre, dice al caraqueño el prelado.

El 13 de junio de 1813 el Libertador pernocta en la casa de Carmania del sacerdote Francisco Antonio Rosario.

Las horas de la noche son aprovechadas para conversar; Bolívar dialoga con el sacerdote, de mayos edad y con una vasta experiencia con 52 años a cuestas, pero apasionado por la libertad del país igual que el joven héroe que solo cuenta con 30 años y se dejara aconsejar por la palabras sabias del presbítero.

-Simón hay que tomar una decisión muy fuerte hay que combatir fuego contra fuego le comenta el padre Rosario a el héroe.

-Sí; le responde al sacerdote Simón pensativo, debemos dar una proclama para que los habitantes de estas tierras sepan a qué hemos venido. Un decreto donde se establezca una diferencia entre España y Venezuela y de esa manera podamos aislar los realistas del pueblo. "Debemos responder a los que escudados bajo la bandera del rey de España cometen atropellos y crímenes en contra de los venezolanos".

-"Antonio; tuteaba Bolívar al sacerdote por la gran confianza que se había creado entre los dos hombres a pesar de la diferencia de edad; al tomar Venezuela debemos de crear un gobierno fuerte, firme que actué con mano dura y que no sea débil como el de la Primera República."

Los dos hombres conversan, la casa de La hacienda Carmania los cobija, el frío de la montaña se hace sentir, pero quizás un poco menos de aquel frío merideño de los páramos que tuvieron que atravesar los patriotas para llegar a donde ahora se encuentran.

El cura Rosario va poniendo al tanto a Bolívar sobre los hechos acontecidos en Trujillo desde que el 10 de marzo de 1812 se produce el desembarco de Domingo Monteverde.

-Aquí nuestra hermandad que contaba con una grupo superior a los 150 hombres que nos reuníamos en mi hacienda "La Rosariera o en la hacienda de los Briceño en el Cucharito con la represión que ejerció Manuel Gerardino conocido como "El verdugo de Trujillo, tuvimos que reunirnos en cuevas para que de esta forma no nos capturaran.

Siempre Bolívar acompañado por su fiel perro y su cuidador Tinjaca que no se aparta del perrote Mucuchíes, también José Palacios que acomoda el cuarto donde el padre Rosario ofreció para que pasara la noche. A lo lejos cientos de fogatas alumbran el campamento de los patriotas que se dirigen a libertar Venezuela, en este campamento los hombres murmullan, comentan, están prestos ya que saben que pronto un acontecimiento se producirá.

Su jefe los llevara al triunfo y está dispuesto para que el éxito corone sus esfuerzos. Pasan las horas y Antonio Rosario lleva a su huésped a su alojamiento, al llegar a esa bella habitación de sabrosa cama en donde El Libertador descansara cómodamente después de mucho tiempo cobijado por las estrellas y durmiendo en el duro suelo, el sacerdote le muestra un baúl de madera, hermosamente pulido y con la voz cortada por la emoción le dice al jefe de los ejércitos patriotas:

-Toma, Simón, este es un humilde obsequio de mi parte para la causa. Sé que lo necesitaras, la libertad debe triunfar y debes de ser duro como el acero. Necesitas recursos para derrotar a esa bestia llamada Domingo Monteverde…….

-Gracias Antonio, se te agradece, me da mucha pena, pero se tu manera de pensar y tu odio en contra de la tiranía, esto es lo que se esperaba de ti. Tu amistad, tus consejos y ahora esto, sinceramente no sé cómo agradecértelo." Le manifiesta el Libertador al Padre Rosario.

Rosario le cuenta a Bolívar la detención de los hermanos de Briceño; Pedro Fermín, Francisco Javier y Domingo; como son enviados a Puerto Rico. Lo que no sabía el prelado trujillano que ya los duros combatientes trujillanos, dignos hermanos del "Diablo" se fugarían de la prisión un día después, día en donde también moriría fusilado su hermano.

-Te dejo para que descanses y tengas la mente clara para tomar las más sabias decisiones en esta dura campaña que se te acerca. Todavía te falta mucho para llegar a Caracas. Termina de hablar el clérigo con el héroe.

El sacerdote sale y deja a Bolívar en el cuarto, el caraqueño se sienta en la mecedora y sin sueño piensa, recuerda todo lo vivido desde aquel día en que pronuncio aquel discurso ante el congreso y dijo: "…es que trescientos años no bastan" cuando los diputados conformistas abogaban por un separación de España poco a poco, a su mente llegaban las discusiones con Miranda cuando este no le daba el mando que el merecía.

Recordaba como si fuera ayer los pormenores de su fracaso en Puerto Cabello, sentía todavía un dolor en su pecho y una rabia sorda al recordar cómo fue esa traición y después aquel mudo reproche de Miranda.

Le dolía acordarse de cuando su amigo español Iturbe lo llevo ante Monteverde para pedir un salvoconducto para salir del país, así viviera mil años nunca olvidaría la humillación que le hizo el jefe realista. Evocaba su llegada a la Nueva Granada, sus setenta hombres que fieles a él lo siguieron, convirtiéndolos en aguerridos combatientes y muchos de ellos se encontraban durmiendo en las afuera de la Hacienda dispuestos a seguirlo a donde fuera.

Ellos confiaban en él y debía llevarlos al triunfo. Simón esa noche sabía que haría lo que estuviera en sus manos para lograr la libertad de la Patria y no fracasaría.

Pero tenía la certeza de que no se podía pelear con unos salvajes como Monteverde y sus hombres con normas de caballerosidad y decencia. Esto mis amigos debieron de ser los pensamientos de Bolívar aquella noche. No podía defraudar a Padre Rosario que tan generosamente lo había ayudado. Los informes que le llegaban eran aterradores, debía de fortalecer al ejército patriota con más hombres y recursos.

Aquí en Trujillo los jóvenes huían para no ser reclutados, los españoles habían planteado la lucha por la defensa del Rey y el odio a los patriotas porque decían que eran ateos, rebeldes.

Esa noche Bolívar ideó El Decreto de Guerra a Muerte, sabía que con esto haría estremecer el suelo patrio, pero lograría hacer temblar al enemigo. La guerra a muerte que ya practicaban los españoles debía de ser también declarada por los patriotas. Bolívar se levanta de la mecedora y camina alrededor del cuarto piensa, medita, recuerda las palabras del padre Rosario:

-"Simón no debemos de ser clementes con ellos, los españoles no lo serán con nosotros recuerda lo que te paso en Puerto Cabello. Combátelos con crueldad hazles pagar lo que hacen contra tu gente. Briceño tenía razón; hay que hacer que nos teman".

Después de unas horas y ya bien entrada la noche El Libertador Simón Bolívar se acuesta para tener un dormir inquieto ligero y levantándose al otro día con la mente clara y dando forma a una proclama que piensa redactar a su llegada a la ciudad de Trujillo.

Las tropas ya listas para seguir, impacientes en luchar por la libertad de sus tierras, dispuestas a combatir sin cansancio en pos de un ideal parten junto a sus jefes que los conducirá a la tan ansiada victoria. Al llegar a Trujillo la noche del 14 de junio no fue de descanso para el Brigadier Simón Bolívar.

Inquieto, preocupado, nervioso igual que la noche anterior en la casa de su amigo el sacerdote Rosario, camina por el cuarto, se sienta en una silla embutidos en los mismos pensamientos que lo inquietaron la noche de ayer y todo el día de hoy.

-"Tenemos que definir la lucha, de cobrar agravios, hay que vencer o morir, Antonio me lo repitió ayer varias veces y al despedirnos me dijo: Simón hazle honor a ese apodo de Libertador, haz que los realistas nos teman y respeten."

Las palabras del padre Rosario no se le apartaban de su mente y anoche al meditar le llegó una proclama que tenía que dictar a sus tropas y a los venezolanos.

Son las tres de la mañana camina incansablemente por su habitación, sale de ella y llama a Briceño Méndez:

-"¡Pedro, Pedro, ven por favor!" Paseándose de un extremo a otro de la sala empieza a dictar: Venezolanos: un ejército de hermanos… ha venido a libertaros y ya lo tenéis entre vosotros"

Briceño Méndez escribe ya está acostumbrado a ser levantado por las noches para escribir una carta o una proclama pero ahora sabe que lo que escribe cambiara la guerra y esta decisión será trascendente.

Bolívar continúa:

- "…No hemos podido con ver indiferencia la aflicción que os hacían experimentar los bárbaros españoles que os han aniquilado con la rapiña y os han destruido con la muerte."

El Libertador habla con voz pausada pero grave, sabe que esta decisión trae el triunfo o la derrota para la causa de la libertad.

-"Que desaparezcan para siempre del suelo colombiano los monstruos que lo infectan…..Que su escarmiento sea igual a la enormidad de su perfidia…"Bolívar hace una pausa y mira a la puerta sorprendido al ver llegar a varios de sus oficiales que al escuchar el ruido de la voz de su jefe se levantan y sospechando desde ayer que ocurrirá un acontecimiento importantísimo no quieren perderse de aquella proclama que dicta su Brigadier, a pesar del momento de tensión nadie fuma, el General no lo permite en su presencia.

-"A pesar de nuestros justos resentimientos contra los inicuos españoles, nuestro magnánimo corazón se digna aún brindarles por última vez una vía a la reconciliación y a la amistad… todavía se les invita a vivir pacíficamente entre nosotros…."Se levanta y con voz dura imponente y con un tono más fuerte exclama: "Españoles y canarios: contad con la muerte aun siendo indiferentes. Americanos contad con la vida aun cuando seáis culpables"

Los habitantes de Venezuela han quedado divididos en españoles y americanos y los primeros se dividirían en los que sigan con el rey y los que ayuden a la independencia.

Después de lo fuerte de su voz concluye cansadamente sentándose en el humilde catre:

-"Cuartel general de Trujillo 15 de junio de 1813. Simón Bolívar.

Ya la decisión ha sido tomada y los dos bandos serán irreconciliables, serán divididos por una mar de cadáveres, esta guerra a muerte durará siete años.

Al cumplirse una semana del famosos decreto Urdaneta informaba al Libertador que las tropas de realistas que infestaban a Trujillo habían sido exterminadas. Los españoles tomados presos por Girardot fueron fusilados.

La guerra seria feroz y mucho camino quedaría por recorrer en la lucha por la libertad.

A partir de este momento esto no sería una guerra internacional, sería una guerra civil que se daría entre hermanos. Serían los españoles lo que suscitaron esta decisión tan dura.

De esta manera Bolívar estaba restableciendo la unidad americana que sería tan necesaria en los próximos años en la lucha por la liberación en contra del imperio español.

Si El Libertador no toma la decisión de la "Guerra a Muerte" la guerra se hubiera prolongado y las fuerzas patriotas hubieran sido derrotadas.

Simón Bolívar un día diría:

"Para ganar cuatro insurgentes, que nos ayudaran a liberarnos, fue necesario declarar esta guerra a muerte".

El guerrero americano también manifestaba: "Yo he decidido emprender esta guerra a muerte para quitar a los tiranos la incomparable ventaja que su sistema de destrucción les ha otorgado".

Quizás esta guerra a muerte fue necesaria y de ella dependía la independencia americana para demostrar que si los españoles querían exterminar a los españoles, el deber de los libertadores era salvarlos.

Si la fuerza del imperio español no hubiera sido quebrada por la violencia de la lucha liberación, la lucha por la independencia hubiera sido más larga y no menos cruel. Por esto el decreto tiene bastante justificativo.

Con la liberación de las provincias fronterizas de Trujillo y Mérida, la misión del Libertador estaba terminada, pero el entendía que si obedecía al Congreso que le había otorgado el permiso de liberar solo esa dos provincias, él y sus tropas estarían perdidos y Venezuela no alcanzaría su libertad.

-Debo dirigir una carta al Congreso pensó Bolívar.

Escribió lo siguiente:

"Más que nunca, debemos actuar con rapidez y fuerza. Si permanecemos pasivos o retrocedemos, todo estará perdido y yo no seré responsable de nada. Por favor comprendan que todas las tropas de Nueva Granada, no importa bajo qué mando, han sufrido muchos reveses, y que sólo el ejercito que tengo el honor de mandar no ha sufrido daños. La fortuna ha querido coronar nuestros esfuerzos y ha decidido protegernos. No agotemos su benevolencia".

El caraqueño tomó la decisión de no obedecer las órdenes del Congreso y siguió avanzando arrollando a los realistas. Se dirige a Barinas y Monteverde ordena atacarlo y en Niquitao se enfrentan los dos ejércitos.

Al amanecer del día 2 de julio los patriotas avanzan hacia los españoles, a las 9 de la mañana observa José Félix Ribas el dispositivo de defensa de las tropas enemigas.

Al estar a los 100 metros el jefe patriota ordena a sus soldados del el centro que eran comandados por Urdaneta que abrieran fuego contra las posiciones enemigas.

Cosa que realizo el marabino por espacio de una hora, luego recibe la orden de romper la línea central del enemigo con un grueso importante de su tropa. Otro grupo de patriotas comandados por el capitán José María Ortega realizan otro ataque en contra del ala derecha del enemigo.

El enemigo abandona su posición por la embestida de los patriotas para así obtener mejor posición en una altura más importante.

El ataque patriota sigue por tres horas más pero sin ningún resultado aparente sino la toma de algunas posiciones sin importancia.

De pronto Ribas ordena a su caballería que marche por el camino real y toca a "degüello" es decir a la carga para que embistan la retaguardia enemiga.

Los españoles son derrotados y se fugan desordenadamente. Los patriotas obtienen con esta derrota realista 445 prisioneros, 450 fusiles, 60 sables, 160 tiros de cañón, gran cantidad de municiones. La derrota española fue tan grande que Martí escapo con solo seis compañeros.

Esta fue la primera de la batallas ganadas por el Coronel; en ese tiempo; José Félix Ribas acompañado por otros bravos patriotas como el Mayor Rafael Urdaneta, los Capitanes Campo Elías y José María Ortega.

Las fuerzas patriotas en esta acción realizaron dos hechos relevantes y fueron la marcha realizada por esta tropas y la maniobra para derrotar a los españoles en sus posiciones.

Después de esta acción los patriotas siguen en marcha para conquistar la capital de Venezuela, pero por desgracia todavía está lejos la completa libertad de Venezuela. Mucha sangre será derramada y la caída de la II República será una de las etapas más negras de la historia venezolana.



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José Rosario Araujo


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