Este afortunado elegido de la tripleta de oro, Manuel Rosales, no es que haya sido bautizado "el tenebroso" por simple caprichito de mujer fatal. Si algo significativo y relevante serviría como de eficiente pegamento a estos tres miembros de tal tripleta dorada, serían sus respectivos escuderos que resultan algo más que sanchopancescos… Teodoro, por su parte, con su Moreno que se quedaría nada más que en perspectiva; Borges, más goloso, con López y Capriles, que además resúltale su efébico dúo de burgomaestres malandrines en cuyos ojos no se ve “humo”, sino odio del bueno, y a quienes Barreto desenmascarara no mucho tiempo ha con su muy pesada verdad, sin haber dejado de causarle, mucho antes, un incómodo desvelo a Bravo con lo de un tal "matacura" en La Hojilla; y Rosales, nada más y nada menos que con su López Sisco a cuestas, y llevándolo con la tímida arrogancia que justo exhiben siempre los hombres tenebrosos. (Di Martino se ha encargado ya de denunciarlo en toda su vasta gama de implicaciones, siendo una de ellas aquella cuando se reuniera en Bogotá con el ex jefe del DAS Noguera, Carmona Estanga, militares activos de la FAN, golpistas de la plaza Altamira y paramilitares (que no forman parte de un Ateneo, precisamente) porque, como Kelly, en el cuento de Borges, Di Martino es buen sabedor de que los políticos son -sobre todo los parroquiales y tradicionales en demasía como Rosales- más aptos que todos los revólveres Colt para entorpecer la acción policial…)
Comenzaría entonces desde principios de año otra ronda de chinchines que no escaparía ni a la Conferencia Episcopal por boca de Porras y demás santurrones eclesiales, aunque el teólogo y profesor de Princeton, Cornel West, resaltara la necesidad del liderazgo de Chávez y la Unesco le confiriera el Premio Internacional José Martí. Pero bueno… Primero, sería lo del viaducto, que daría pie a Fedecámaras para decir que tal colapso podía afectar hasta en tres puntos al PIB; luego, lo de la trocha; luego, lo de las trancas vehiculares de la autopista de Prados del Este (¿y a qué no adivinan quiénes las promovían?); luego, lo de una presunta invasión chavista al Centro Comercial Vizcaya; luego, la disonante actitud discursiva del degradado Castillo Lara durante las Ferias de la Divina Pastora… (Según el propio Chávez, hubo curas incluso que hasta consignaron dinero a los paramilitares). Luego, los reiterados intentos de infiltración a la Fuerza Armada por parte del Pentágono con la punta de iceberg del espionaje del agregado naval gringo Correa, al fin expulsado del país, que consideraran como legal y además necesario, y que, de forma sañuda, haría que los agregados militares gringos acosaran a los agregados militares de nuestra embajada en Perú; luego, el show mediático sobre el testigo Giovanni Vásquez que sólo pretendía encubrir a un serio presunto implicado en el bellaco crimen de Danilo Anderson; luego, las mendaces declaraciones de Granier en Brasil acusando al Gobierno Bolivariano de agresiones y amenazas a periodistas y medios de información y de otras supuestas limitaciones a la libertad de expresión; luego, la incautación de alguito de C-4 por allá por Yaracuy y la iniciativa separatista del Zulia con no menos poder explosivo (¿y saben liderada y alcahueteada por quién?)… Luego, la denuncia de Ramos Allup de estarse montando otra enorme trampa en el Registro Electoral; luego, las sospechosas excursiones “sociales” de Brownfield con sus donativos inanes por el país y sus reuniones de guerra psicológica con el Comando Sur; luego, las maniobritas navales gringas en el Caribe…
(Mientras tanto, de Colombia se ha percibido venir, al menos de manera oficial, sólo un sutilísimo cuestionamiento a la decisión de Venezuela de separarse de la Comunidad Andina de Naciones, y eso a través de amables ironías, además de invitar Uribe a Chávez a trabajar con hermandad y aclarando que Antonio García, jefe militar del ELN, se encontraba -o se encuentra- en Venezuela bajo protección a pedido de él mismo). Luego, lo del videojuego gringo donde un comando llega a la refinería de Amuay con el objetivo de tomarla por asalto; luego, lo de la fuga de Ortega y los tres Farías, según, pagada por un político… Y a última hora, lo de los veinte bultos de la embajada americana metidos de contrabando; bultos que hemos sentido mucho los venezolanos sin estar yendo para la escuela… Y por último ya, y quizá por siempre, el goteo incesante de dólares que llega al país para “proyectos” que, con absoluta certeza no contienen, dentro de sus objetivos, la santidad que se intenta vender en los diversos rótulos de las muy tachadas desclasificaciones que hacen los amables gringos a la muy agraciada Eva Golinger, obligados por su Ley de Libertad de Información.
Continuará…