La población venezolana está sometida a los más tortuosos experimentos sociales, a las más arduas terapias de distorsión cognitivas mediante la transmisión de mensajes que crean separaciones, dualidades, el apartheid político y social, prácticamente está siendo sometida a campañas de guerra, de odio, de racismo, de xenofobia, toda una psicopatología del fascismo, lo cual requiere estudios de los expertos, de psiquiatras, de psicólogos, de comunicadores, sociólogos y filósofos que ayuden a desenredar el hilo de Ariadna, el camino que conduzca a purificar el clima, la atmosfera política contaminada de mensajes tóxicos en especial anticomunistas y antichavistas contra la revolución bolivariana y el pueblo.
Una persona desprejuiciada podría creer que las causas de semejante psicopatología política de hecho criminal, se deba a "una espantosa crisis política, económica y social", vale decir al aumento sostenido de la inflación, la pobreza, la carencia de alimentos y medicinas, la delincuencia, el decrecimiento económico del país, es decir el caldo de cultivo para manifestaciones públicas y "la represión" de los cuerpos de seguridad del Estado, por lo que la oposición al gobierno de Maduro, desarrollaría los anticuerpos ideológicos de defensa, "las acciones pacíficas" (guariberas), para contratacar al "régimen de Maduro", la dsictadura. ¿Pero realmente se justifica esa campaña de violencia virtual y tangible, que solo enferma a la población aparte, de la existencia de los problemas mencionados?.
No, no se justifica cargar con más problemas, tenemos además un nuevo problema de salud mental pública, de degradación social, de deshumanización, basado en la destrucción del país, de sus estructuras, instituciones, del tejido social y que la protesta de la guarimba responde a las alteraciones biológicas y conductuales del reflejo de dichos mensajes virtuales, estamos en presencia de la deformación del alma venezolana en cuanto a "los sentimientos, la inteligencia y la voluntad", el desconocimiento del otro como ser social y político, el desconocimiento de las causas de la crisis social y económica del país, del efecto de las distorsiones de la economía venezolana con la caída de los precios del petróleo, las perturbaciones de los mercados, la guerra por el petróleo que en muchos casos de manera real se percibe en que muchas personas, no puedan recibir la ayuda del Estado, alimentarse ni recibir los medicamentos necesarios para sus enfermedades o dolencias.
Podemos preguntarnos; hablando de psicología social o de psicología humana, cómo un grupo de terroristas guarimberos, un "grupo de barbaros" utilizando su "poder civil", propio de "hordas salvajes", tumben rejas, talen árboles, destruyan semáforos, desparramen basura, coloque cuanto tarantines consigan, destruyan mobiliarios, inmuebles, avisos comerciales, quemen instituciones públicas, autobuses, camiones que transportan alimentos, combustibles, ataquen sedes militares, provocando a los mismos, a los civiles violándoles el derecho a vivir en paz, el derecho al tránsito, a la circulación, secuestren a los habitantes del vecindario, sometidos en sus viviendas a no poder salir del perímetro de su entorno, un verdadero apartheid político y social, será esto prueba de "personas normales", las acciones políticas de estos terroristas que intimidan al país, procurando detener el trabajo, la vida escolar y universitaria, violentándole además, la infraestructura de los servicios eléctricos, de agua, quemando vehículos de particulares, de empresas privadas, ¿será esto, materia digna de estudio de la psicopatología del fascismo?.
Entonces todo el mundo se pregunta, cuando terminará esta pesadilla, esta maldad social y política, "el oxigonio de la maldad", valdría saber porque la oposición renuncia a la democracia, a la política, al voto electoral, cómo la ambición del poder económico y político la conduce a una disociación entre "los sentimientos y la inteligencia", a situarse entre lo humano y lo animal propiamente dicho, peor aún, a una disociación mental, hacia la psicología de los criminales, del delito público, distanciándose del ejercicio de la democracia, de la civilidad, la renuncia a la libertad, del humanismo, reencontrándose con la barbarie fascista, con el horror, con la barbarie de los códigos del lenguaje y el mensaje, la manipulación siendo minoría política pero abusando de la tecnología comunicacional, invirtiendo los valores contrarios al bienestar común.