Complot de un cura capuchino español contra Bolívar (III)

El único ser humano que ha realizado una guerra formal independentista con la finalidad de darle libertad a varias naciones y tratar de articularlas de tal manera que todas ellas conformaran una unidad de naciones, que las llevara a la grandiosidad y admiración del universo, y que estando muy cerca de lograrlo fue traicionado por sus compañeros de luchas e injerencias de Estados extranjeros interesados en mantener sus prebendas en estos países, con la colaboración de sus cipayos nacionales, le impidieron cumplir con su total misión; siendo uno de los principales y más grande opositores los Estados Unidos de América. Y aunque la decisión de Bolívar era seguir en la lucha hasta conseguir su propósito final, éste le fue cercenado por su muerte prematura, si no, seguro que el gran Simón Bolívar, nuestro paisano venezolano; debido a su tenacidad y valor lo hubiera logrado. Bien, después de esta corta introducción, continuemos con la narración de los diferentes atentados que contra la vida de Simón Bolívar se perpetraron; veamos.

3º COMPLOT DEL FRAILE CAPUCHINO

En el año 1813 se descubre un complot contra Bolívar liderado por el fraile español Pedro Corella, por lo que éste es detenido y preso en Las Palmas y Tunja, Colombia. A fines de 1814 el fraile es liberado en Bogotá, Colombia, pero el cura sigue en su empeño de incitar públicamente a darle muerte al Libertador y desde el púlpito en sus sermones y en cualquier lugar al que fuere, el cura no pierde tiempo en hablar mal de Bolívar llamándolo APÓSTATA y pidiendo a viva voz su muerte, es tanta la insistencia sobre ello que el cura otra vez es detenido y vuelto a juzgar por estimular el crimen de Simón Bolívar, después de un proceso judicial que dura tres semanas, el cura es condenado a muerte. El odio de aquel endemoniado padre es tan persistente y profundo, que no se arrepiente ante sus jueces ni siquiera ante el propio Bolívar; que va a visitarlo a su celda. Aquel hombre enfermo, psicológicamente contaminado por un odio gratuito contra el Libertador, odio que por su confesión fue inoculado por uno de sus superiores eclesiástico, fue pasado por las armas el 29 de enero de 1815 en el sitio llamado La Honda; a la ribera del Río Magdalena, Colombia. Siendo muy probable que en la entrevista que tuvo el Libertador con el cura Corella en su celda, lo siguiente fuera parte de la conversación de ambos, veamos: Diría Bolívar al entrar en la celda. –Padre, soy Simón Bolívar y vengo a conocerlo y saludarlo, espero usted me cuente porque ese odio contra mi persona, que yo sepa no le he hecho ningún mal ni tampoco a sus familiares, dígame usted que pasa conmigo. El cura Corella viéndolo de arriba abajo, con ojos desorbitado, le responde –Mire señor, cuando usted comenzó la campaña libertadora para todos estos pueblos me pareció justa, pero una vez que el señor Obispo me explicó que esa guerra era contra nuestro Rey de España y que el Rey era escogido por Dios para gobernar todas las tierras otorgádole por la gracia divina, usted estaba cometiendo un pecado mortal por demoníaca tal gesta bélica; por lo que usted representa al mismo diablo.

Bolívar inmediatamente contesta. –No padre Corella, no, eso no es así. Mire padre, yo hice mi juramento de libertar a mi tierra en el Monte Sacro, en la mismísima Ciudad Eterna de Roma, donde está asentada el Vaticano y gobierna el Papa. De manera que a mí me inspira es el Poder de Dios y no del Diablo. El problema en si, no es el Rey de España, no, sea quien hubiera sido el que oprime a Venezuela y a este Continente, contra él sería el enfrentamiento, y si el odio del señor Obispo es por el decreto de Guerra a Muerte que firme el 15 de junio del año pasado en Trujillo, Venezuela, fue porque la crueldad, la tortura, los vejámenes, las masacres y otras atrocidades perpetradas por sus paisanos realistas a nuestra gente no tenía límite y yo no con eso no podía tener ninguna clemencia o consideración, y así se ha hecho, aunque con el mayor dolor de mi alma; pero no hay otra forma de acabar con tanta barbarie por parte de los españoles. No, padre Corella, no soy ningún demonio, soy un hombre obediente a la Ley de Dios y ella me ordena proteger a los desdichados hijos suyos que habitan estas tierras. Enseguida responde el padre Corella -No, no señor, el Obispo me alertó que algo así sería la excusa de los patriotas, ustedes son unos sacrílegos hijos del Demonio. Bolívar algo molesto le responde -Padre, lo siento, ya veo que ustedes, y usted en particular, fueron envenenados por los jerarcas eclesiásticos que siempre han estado en contra de lo proclamado por nuestro Señor Jesucristo y más bien se han abrazado y arrodillado ante la oligarquía criolla. Padre, me despido, y que Dios lo perdone.- Saliendo Bolívar apresuradamente de la celda donde permanecería el padre Corella hasta su fusilamiento.



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José M. Ameliach N.


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