Para el 27 de febrero del 89 yo tenía 7 años, la misma edad que tiene en este momento mi hijo mayor Simón (el preguntón), mi primer recuerdo tiene que ver con tener el uniforme puesto y preguntarle a mi mamá y papá, quienes estaban frente a la tv viendo los sucesos ¿qué era lo que estaba pasando?, recuerdo también la tensión en mi casa, el salvo conducto de mi papá para poder salir a comprar comida y leche para el tetero de mi hermanito memo y los saqueos.
Hago este recordatorio para dejar en claro que en nada se parece un Nicolás a un Carlos Andrés, y mucho menos un Óscar Pérez a un Hugo Chávez, y es que, un Chávez jamás fuese atentado contra inocentes civiles, ni con bombas, ni con terror, pues el mismo al momento de asumir valientemente las acciones de la intentona del 4 de febrero del 92 expresó "Es necesario evitar más derramamiento de sangre... los objetivos no fueron logrados, por ahora", dando la cara ante la historia y fijando un precedente, por otro lado, es de suma importancia interpretar bien que no es lo mismo, un pueblo del 89, con medidas neoliberales, con un gobierno de espalda a sus necesidades y derechos, que un pueblo que viene resistiendo una guerra económica junto a un gobierno que busca a toda costa preservar los intereses del mismo, por otra parte, a diferencia del paquetazo de CAP Nicolás viene dando muestras de estar en esta lucha jugándoselo con las bases y el pueblo entero, lo certifican los continuos aumentos del salario, la inversión social que no se detiene, los programas sociales que aun bajo la agenda de violencia de la derecha continúan su curso natural.
Ahora bien, quedará para la historia que la derecha escogió la violencia como herramienta de lucha, así da testimonio el despliegue de terror que en Aragua tuvieron durante los días 26, 27 y 28 de Junio, por citar un ejemplo, dejando a su paso, instituciones públicas y espacios culturales destruidos, ambulancias quemadas, saqueos y disturbios.
Cuando empezó la escalada de violencia de esos días nos preparábamos para ir a la escuela y trabajo, pero no pudo ser, las maestras no pudieron llegar por falla en el transporte público, misma razón por la que no pude llegar al desempeño de mis labores, comenzaban las noticias, la zozobra, era inevitable empezar a dar explicaciones en algún momento, Simón como yo en aquel 89 y 92 nos veía hablar por teléfono, ver noticias, revisar internet y ver por la ventana, él permanecía callado, pero en mi labor de madre sabía que él necesitaba conversar de sus dudas, dudas que en mi oportunidad (89, 92) crecieron conmigo, en un hogar donde se recogió firmas para sacar a Chávez de la cárcel, se escuchaba Silvio Rodríguez y Pablo Milanés y había libros con gente del salvador con la cara tapada escondidos en una caja donde nadie los viera, con el tiempo fui entendiendo que mi familia era de izquierda, yo sin embargo no quería dejarle lugar a dudas a Simón, a quien nunca se le ha escondido la orientación y militancia política de sus padres.
Entonces y después de todos los comunicados de ese día y el siguiente, tenía suficientes elementos para la conversa, mi pregunta no esperaba la suya de regreso, hijo ¿quieres que hablemos de lo que está pasando?, él dijo casi de inmediato ¡mamá! ¿ tú tienes miedo?, quede muda unos minutos, le dije, no tengas miedo hijo, estoy aquí para ti, tu papá y yo los estamos protegiendo y quienes tienen que poner orden en la calle ya están en su tarea, entonces replicó, no mamá, yo lo que quiero es saber si tú tienes miedo, yo sí tengo miedo, pero sé que ustedes me están cuidando, aunque a veces tengo ganas de llorar.
Después de esas palabras de simón me toco asumir mis propios miedos, y además entender que era mi momento de confiar, confiar en la información oficial, en las fuerzas del orden público, en la protección del pueblo que es bandera de la revolución bolivariana, continuar confiando en la herramienta electoral para destrancar el juego y sacar a la derecha de su agenda violenta, entendí que es el momento de la confianza, de demostrar donde están las y los verdaderos revolucionarios, si la respuesta que necesitamos está en algún lugar, ese lugar sin duda es la constituyente.
Llevo la mitad de mi vida confiando en la revolución como respuesta y herramienta ante las desigualdades, que podría cambiar ahora para dejar de confiar, aun con fallas, errores y problemas estructurales por resolver, mi esperanza como la de muchos sigue en este proceso que cambio la historia y la forma de hacer política en nuestro país para siempre, mirando y pensando en los apartados y apartadas de siempre.
Y sí tengo miedo, miedo a que la derecha logre sus objetivos dejando a mis hijos sin futuro y probablemente sin padres, tengo miedo de no entregar todo lo que haga falta para mantener a los nadie mandando y asegurando nuestros derechos, tengo un miedo enorme de que los neo-revolucionarios logren dividir y engañar a nuestro pueblo y lo lleven al despeñadero de donde nos cuesten 40 años más volver, temo por los malos líderes, que comiencen a defender sus intereses y abandonen las luchas del pueblo, y por encima de todos esos miedos sigo aquí apostando y decidiendo por este camino, el fin de mis miedos será la consolidación de nuestros sueños, por eso llamo a que sigamos apostando al encuentro, al amor y a la batalla frente a las desigualdades, vamos al proceso constituyente a pesar de todos esos miedos, por encima de ellos, sigamos venciendo!