Hay frases, hechos, situaciones que se vuelven un instante de inspiración para empezar a escribir. Como lo que me acaba de ocurrir al oír a Diosdado Cabello hacerle una hermosa y pública declaración de amor a su esposa Marlene. Ni más ni menos en su programa Con el Mazo Dando. Que confieso no acostumbro a ver, por lo largo, por la hora, porque no es un género ni lleva pautas que me llama la atención. Por eso, más aún, las palabras del flamante diputado de la ANC me llamaron la atención, me tocaron el alma. Agradecerle a la esposa por sus tres hijos, por estar siempre presente, por respetar sus decisiones, difíciles decisiones de vida, como la asumida y ejecutada el 3 de febrero en la noche, antes del histórico 4 de febrero 1992 y la sublevación bolivariana.
"Haz lo que tengas que hacer", le dijo la esposa. Muy valiente también de parte de la actual Ministra de Turismo. Con tres niños pequeños, despedir al esposo sin saber si regresaría. Hace falta una buena dosis de valor y sobre todo de conciencia, de comprensión del momento, de fe y esperanza en el triunfo.
Muy bueno que Diosdado se lo reconozca públicamente. Se trata de una faceta diferente del líder revolucionario, ya observada en otros momentos. Recuerdo ahora mismo una entrevista que le hiciera Jorge Rodríguez en la Política en el Diván. Y hablaba de Chávez con pasión, con admiración, con amor. Y su tono era tranquilo, dulce y suave, muy diferente al belicoso que estamos acostumbrados a ver en otros quehaceres, en defensa de la revolución. Cuando lo tildan del hombre fuerte, amenazador y duro del proceso. Por cierto me pareció sumamente acertado que no fuera elegido Presidente de la ANC, para apaciguar los temores y los miedos de esa otra mitad.
Volviendo al aspecto que hoy quiero resaltar, también recuerdo un programa que el diputado Cabello tuvo en el Furrial, su pueblo en Monagas, donde relataba de la casa materna, el árbol de mamón, de sus hermanos y su liceo. Con tono familiar, agradable, que sentí igualmente, como ahora, honesto y genuino.
Una académica especialista en Física, compañera en la llamada Comisión del Milenio donde evaluábamos varios proyectos científicos de envergadura a ser financiados por el Banco Mundial (si, estoy retrocediendo al 2003), nos contaba que Diosdado, al cual conocía muy bien por haber sido su compañero de estudios, poseía una mente de extraordinaria e inusual inteligencia. Y lo curioso es que lo señalaba pues no entendía cómo a pesar de eso, estaba apoyando a la revolución.
Ya he escrito en otro artículo que el diputado Diosdado Cabello no es santo de mi devoción. Pero hoy me convenció. Hoy afirmo que como buen revolucionario tiene un gran corazón, es humanista, ama, siente y llora de verdad.
Y esa declaración de amor, que todos deben haber oído en el programa que aún se está transmitiendo del día de hoy, tal vez será la burla de unos cuantos que llamo desde ya mezquinos y miserables, pues no entienden los sentimientos del hombre que se confiesa, sincero, hasta algo tímido, honesto, aún enamorado de su mujer, luego de más de 20 años. ¡Y no es cualquier hombre! Ni más ni menos que el temible y… ¿ terrible? Diosdado Cabello.
Y yo les deseo que sigan siendo felices, y que ese amor íntimo que traspasa la pantalla del televisor, esa enorme lealtad a la memoria del presidente Chávez, a su vida, a su obra, a su promesa, esa lealtad también al Presidente Nicolás Maduro a quien respeta, apoya y hasta protege, pueda también ser suficiente para extender los sentimientos a todos los venezolanos, a las personas de bien que, aunque no han entendido la revolución, son nuestros compatriotas que hay que enseñar, mostrar, enamorar.
Hoy declara Diosdado su amor y lealtad por ahora y para siempre a Marlene, su esposa. Para toda la vida. Un buen apreciado instante de amor y tranquilidad luego de tantas angustias vividas en los últimos meses. Esto también es la PAZ.
