Quizá muchos ni siquiera nos detengamos a pensar en eso, porque no tenemos modos de saber qué eso significa. Veamos (como dice el Toby)

La burguesía es una clase social en decadencia desde hace mucho tiempo ¿Por qué sigue mandando? Las aristocracias son decadentes, entonces ¿Por qué todavía existen?... Porque las dos son decadentes respecto al sentido humanista, al humanismo que ha hecho resistencia desde el confín de los tiempos a la barbarie. Son decadentes porque el lujo, el prestigio, los privilegios, el poder vano (no el poder del hombre como especie, del “súper hombre” de Nietzsche, sino del poder vano), son valores decadentes respecto a la humanidad. Solo el socialismo y el arte, en la mente de Marx, de Einstein, de Oscar Wilde, y de Nietzsche hace de la humanidad algo: bello, digno y superior al dinero.

Medir la importancia de las revoluciones socialistas con el racero de nuestras propias y personales insatisfacciones es pecar de orgulloso y pendejos: una vida vivida como orgulloso y altivo no significa nada para la obra de Arte, y menos para la obra del socialismo, la cual es la misma obra pero hecha, no con líneas y color, no con imágenes, drama, o imagen en movimiento, sino con voluntad humana, amor y solidaridad infinitas: se trata de la Gran Obra.

Esa sería mi respuesta al poeta fiscal, sumergido ahora en la miasma de la supervivencia material, nadando en un estanque de mierda por hacerse de unos cuantos billetes. O para que no lo echen a un lado, en una covacha solitaria y hedionda.

Particularmente me ofende el discurso leguleyo de un poeta; es más, me ofende que un poeta sea abogado y ejerza sin sentido humano, humanista, no apostando a la especie y a su razón de existir por sobre todas las diferencias. El artista es individualista porque ama tanto la humanidad que no es capaz de dañarla, ni siquiera teniendo la razón.

No obstante el cree y milita. Esto no solo parece una contradicción, sino que ésto es necesario para conocer el alcance que tienen nuestras creencias contrastadas, confrontadas con las creencias del mundo que él sabe como decadente. Son innumerables los casos de artistas militantes, soldados, partidarios de una fracción. Pero el artista siempre ha hecho de su parcialidad una oportunidad para defender a la humanidad, para nutrir al arte, para sublimar lo humano hasta hacerlo el conocimiento humanamente superior.

Esto lo debería saber este poeta. No existe ningún gran artista que haya trascendido en el tiempo como otra cosa que no sea por su arte y para aportar a la gran obra de la humanidad, lo demás son complementos de su carácter, en consonancia con voluntad y su trabajo.

Para mí Fidel es el gran artista del siglo XX y XXI. Es decir, fue, para mí, el primer artista social que pudo esbozar al primer socialismo hecho en el espíritu, muy perfecto, o el más perfecto que se conoce hasta ahora en la historia.

Así nació el cine. Así sigue luchando el cine contra el negocio del cine, contra el capitalismo. Así nació la Cuba socialista; ¡si se pierde, nunca se perderá del todo! Así como el cine. Así como prometió Akira Kurosawa que el cine llegaría a ser un gran Arte, con mayúsculas, así mismo el socialismo llegará a ser un Arte, con mayúsculas, gracias a los esfuerzos de Fidel Castro.

El socialismo es el gran reto humano. No será nunca el último, pero será la gran primera obra del gran Arte social. Socialismo y arte son lo mismo: el socialismo es un reto a la inteligencia, a la voluntad y disciplina moral humanas. Es indignante ver la ignorancia y la desvergüenza, aprovechándose del socialismo y del arte, como si fueran franelas rojas con los ojos de Chávez o chaquetas con la bardera de Venezuela. Socialismo y Arte tienen la misma dignidad como trabajo, como proceso: son una sola cosa. No se los puede calumniar sin sentir remordimientos o vergüenza, sin pagar moralmente por eso.