Son antipáticas las comparaciones, se suele decir, pero desde la perspectiva de la herencia de valores, el Che y Chávez pertenecen a una misma tradición revolucionaria, la comparación no resulta nada antipática.
Algún historiador culto señalará las diferencias, en los discursos, en sus orígenes, políticas, familiares que harían casi imposible afirmar que Che y Chávez se parecen, pero estamos convencidos de lo contrario, como que mañana amanece otra vez, a despecho de los suicidas, nihilistas y evangélicos fatalistas.
La tradición revolucionaria hace que heredemos valores, no "malas mañas. "Picón Salas habla de la "roñosa rutina" que confunde la gente común con la verdadera tradición (las romerías adecas son "tradicionales"; la Corrida de la Prensa en el Nuevo Circo) "tradición estática", dice él. Esa tradición de heredar malos hábitos, no explica ni tiene nada que ver con la tradición revolucionaria, humana, de luchar siempre por la libertad y la justicia de los oprimidos, como lo es la nuestra, que se mueve de corazón a corazón, de inteligencia a inteligencia. Y decimos malos hábitos, para referirnos a la herencia de lo común, de lo cotidiano, de las maneras fijas para hacer esto o aquello: es tradición del venezolano –dice una propaganda de P&G- bailar pegado; o lo propio del Venezolano es la "salsa", o no sé qué otra cosa, decía una propaganda del gobierno, hecha hace unos dos años, para que asociáramos al pueblo con Maduro (publicistas sustituyendo a los políticos sin argumentos). La verdadera tradición está encarnada (y valga la imagen) en el espíritu. Es un aprendizaje de la historia, una herencia de todo un pueblo, superior, llevando en la memoria la inconformidad para vivir en esclavitud.
Por otro lado, a nadie le hace bien creer en supersticiones, en fatalismos; halagar al pueblo y lo popular porque es mágico, porque el pueblo y lo que venga de él es prodigioso, así sea humillante y vergonzoso, esa es una mala herencia. Frente a esto debemos ver más allá de los malos hábitos y mañas, hay que pensar en el reto de ser mejores como personas y como sociedad, en el estudio, en el conocimiento científico, los avances necesarios para ponernos a la par de la fuerza de nuestros enemigos esclavistas, los cuales nos han hecho esclavos de nosotros mismos en la ignorancia, y revivir los valores de lucha y dignidad acumulados en el tiempo. De esa tradición habla Picón Salas, y de esa voluntad libertaria como herencia hablamos nosotros.
El Che Guevara y Chávez dan continuidad a una tradición libertaria y de lucha, heredada de Bolívar, Martí, Marx y Lenin, es eso lo que los iguala, en todo lo demás son personas propias o distintas.
En 1964, el Ernesto Guevara tiene que responder a un embajador en la ONU, que acusa a la revolución de fusilar a agentes enemigos. Creo que lo más impresionante de la figura del Che tiene que ver con su claridad política e ideológica para defender con razones superiores estos casos, nacidos de la confusión y para la confusión de los valores. Sin emociones, sin estridencias, sin bravuconerías inútiles. "sí –dice Che- fusilamos y seguiremos fusilando, ¡nuestra lucha es una lucha a muerte! Nosotros sabemos cuál es el resultado de una batalla perdida"… Comparando esta respuesta con lo que vivimos en esta primera mitad del año, lo que ha caracterizado a la política exterior de nuestro gobierno ha sido la vergüenza de "haber sido" socialistas. Pareciera que a Maduro no le importa mucho perder una batalla, y mucho menos la guerra. La revolución cubana "fusila" a sus enemigos, porque si pierde esa batalla, las muertes y el dolor para el pueblo cubano serían multiplicados por mil.
En cambio, el pueblo pobre y chavista de Venezuela, ya sufre las acometidas del capitalismo; el hambre y la angustia por "el qué comer mañana", en nombre de la Paz, avergonzados de Chávez y traicionando el socialismo (entregándoles el país al "imperio devastador", llamándolo desesperadamente para que "inviertan" en la devastación y en la explotación).
Che, asume sus responsabilidades de cumplir la promesa de liberar al pueblo de Cuba y al mundo de la esclavitud y el hambre a costa de su propia vida, así sea fusilando al enemigo o al precio de ganar una mala reputación dentro las "democracias" mansas frente al imperio. Maduro no. A Maduro le basta con mentir mientras niega su compromiso con Chávez; no le cuesta nada. Reduce la política a un juego de "politicuchos"… para ver quién se queda con el poder. Con él, toda promesa es vana, una mala herencia, otra "roñosa rutina" de estos nuevos adecos. Bien, lo primero, podríamos decir, es una herencia de Bolívar, de Martí, Marx, Lenin…. Mas abajo es la "roñosa rutina" de Picón Salas haciendo vida en el alma de los politiqueros socialdemócratas, adecos, copeyanos, y ahora PSUVISTAS; la misma vagabundería de siempre.
Maduro en la ONU en el 2015, solo miente. Un discurso que denuncia la injusticia, la guerra, la devastación, que habla una cosa y hace todo lo contrarios dentro de su propio país. Y al final resultó un discurso hecho solo para desdecir su alharaca contestataria "certificando" al imperio, pidiéndole al presidente Obama que "derogue un decreto" que ni nos va ni nos viene, que en nada nos concierne, si tuviésemos la conciencia limpia, si fuéramos una nación soberana y revolucionaria de verdad.
Chávez, en la ONU, en el 2006, comenzó y terminó denunciando al imperio, la estrategia imperialista para despojar al mundo pobre de sus riquezas… para explotar a los pueblos del tercer mundo. Denunciando las manipulaciones de Bush acusando al mundo, al que no se le humilla, de terrorista... "El diablo estuvo aquí,… todavía huele a azufre"… y terminó diciendo que "Los pueblos están despertando", Chávez habló con la moral en alto, sin pedir comprensión para su gobierno que se reconocía como un gobierno soberano.
El ímpetu revolucionario de Chávez no fue un "informe de gestión", mostrando la vergüenza de ser socialista o decirse socialista, como fue el caso de Maduro en el 2015.
A este gobierno no le falta fuelle, le falta espíritu y fe revolucionarios, educación y compromiso, responsabilidad, claridad, identidad entre lo que "dice y hace".
El Che y Chávez no son símbolos vacuos, han escrito, sus discursos se pueden escuchar en YouTube sin problemas, están a la disposición por internet. Los discursos de Maduro también. Quién se tome la molestia en constatar lo que decimos, ahí está la tarea. Hágala usted solo, sin un Diosdado que le traduzca a su modo lo que es más que evidente.
Recapitulando: Nuestra tradición nos ha obligado a heredar lo mejor de los hombres, valores. Nuestra herencia es el legado espiritual de los mejores hombres y mujeres, a través de una memoria recurrente, la cual revive, como dice el poeta, cada cien años, a Bolívar. Ojalá no debamos esperar cien años.