En los inicios de los Ochenta, un robusto Toby Valderrama, convocaba a jóvenes estudiantes de la ULA, al viejo local de tropiburguer, mientras algunos escuchaban con cara de fastidio las disertaciones del tertuliano, él emulaba a Pilón, famoso personaje de las tiras cómicas de Popeye.
Poseedor de un discurso seudo izquierdista delirante y atropellado, planificaba tomas de apartamentos que nunca llegaban, porque si algo ha caracterizado al gran Toby, es esa capacidad para la inventiva banal, para la nada, para el fracaso.
Muchos años después nos encontramos al mismo personaje con el mismo desenfado, y la misma capacidad para la necedad, pero ahora aquel discurso cercano a las causas de izquierda, que encandilaba a algunos, se ha convertido en una narrativa para defender causas oprobiosas y obscuras de la política, para invocar esa otra forma del fascismo, que es la amenaza escondida, utilizada como arma de lucha, es igual que utilizar una capucha de oprobio para justificar el deshonor.
En un reciente artículo se atrevió a insinuar solapadamente, que el nuevo Fiscal, puede tener igual destino que el poeta García Lorca, de continuar la lucha anticorrupción, le faltó valentía y coraje, para hablar de frente, y a gritos, como aquel Antoñito el Camborio, muerto bajo las estrellas del Guadalcavivir. Pero el meta mensaje está allí presente, acechando, latente, porque es odiosa la inusual comparación del poeta asesinado, por el fascismo con el actual Fiscal General.
Sin embargo el discurso claramente derechista que hoy se enarbola, que busca amenazar, y a la vez proteger los privilegios de una élite profundamente ambiciosa y perversa, que rezando el falso credo de la redención de los humildes y desarrapados, se apoderó por vías pacíficas de las riquezas de la industria petrolera, con el mayor desparpajo y en total impunidad, como lo hicieron los primeros antepasados que crearon la propiedad privada, sobre el robo y el saqueo.
Ese discurso bizantino, trivial de supuesta defensa del prestigio de PDVSA, choca de frente con la decisión, y el coraje de un Fiscal, antes poeta, y hombre de letras, que entiende con claridad los dolores, y sufrimiento de un pueblo que solo pide justicia ante tamaño desfalco, castigo para los bandidos que deshonran la larga tradición de lucha de la izquierda venezolana, que se ampara sobre la sangre de Fabricio Ojeda, y las torturas de Jorge Rodríguez Padre.
En los últimos 100 años de vida republicana, no ha existido un Fiscal General, con el suficiente valor moral, para enfrentar el vicio de la corrupción, como lo está haciendo el poeta Tarek William Saab. Su lucha más allá de ser la batalla ética de un revolucionario comprometido, tiene un fuerte componente político que muchos como el Toby, intentan obviar a conveniencia propia.
Ese contenido político ha sembrado la expectativa entre millones de venezolanos decentes, que han vuelto a reivindicar el chavismo como un movimiento profundamente ético, y revolucionario, ese mensaje político de ataque frontal a la corrupción, es sin lugar a dudas la acción política más interesante de los últimos dos meses.
La planificación y la capacidad estratégica, con la que el actual Fiscal emprende la lucha anticorrupción, pueden lograr el efecto de hacer irreversible la revolución bolivariana, porque la revolución se hace irreversible, solo en la medida que el sistema político sea moralmente justo más allá de la repartición o distribución de riquezas.
Para que un modelo económico sea una referencia moral, la mayoría del pueblo debe sentirlo como tal, no puede haber dificultades y necesidades, para las grandes mayoría, e impunidad para los bandidos, porque no son los bandidos los que se inmolan por las causas justas, son esos pobres y desamparados, a los que el Fiscal interpreta y les mira a la cara.
Un modelo político justo se convierte en una referencia moral de lucha para todos los pueblos que pelean contra el imperialismo, allí está el ejemplo diáfano y cristalino de la revolución Cubana, fusilando y castigando las desviaciones.
Para que la gente de a pie empiece a sentir como verdaderamente justo, el actual modelo económico debe acabarse con la impunidad, todos debemos ser iguales ante las leyes, y los valores que deben defenderse son los que hoy enarbola nuestro Fiscal, y no los que solapadamente intenta proteger el Toby Valderrama.
Entre aquel que comía hamburgués, y éste que defiende corruptos, yo, prefiero al primero, por lo menos tenía sueños y esperanzas, el otro hipoteco a su patrón, por un plato de lentejas, esos sueños y esperanzas.