Simplemente Fidel

Dentro de este océano profundo y sombrío de noticias agazapadas y asechadoras, leía que un curita leonés, jesuita él, y que según fuera su maestro, recordaba cómo su “pupilo” Fidel, esta insigne figura socialista de la Historia y de la dignidad, en su juventud, era ya un gran líder que luego dizque utilizaría el comunismo para alcanzar un éxito con el que pretende tapar el trauma de ser un hijo sin familia.

Cuenta el curita, cómo Fidel, ya a los 16 años, se desplazaba como pez en el agua en las montañas siendo jefe de un grupo de montañeros que, el primero, fundara; pero, curita mismo que, hoy, es de la retorcida tesis que Fidel no es comunista, sino que utilizó dicha ideología como herramienta para sus oscuros propósitos personales, indispensable todo para poderse mantener en el poder, porque él es poder y al poder él necesita psicológica, biológica y hasta patológicamente para tapar el problema de su niñez, dado que antiguamente se era demasiado duro con el hijo bastardo...

De inmediato pensé ¡cómo actúa con tanta saña el mafioso poder mediático, luego de medio siglo, para tratar de seguir ultrajando a todo un campeador, cuando ya ni lo de “comunista” les basta para hacerlo, sino que hay que llamarlo, de manera tan vaporosa, hasta bastardo también!

Bueno, confieso que me considero de izquierda, no por haber tenido debilidad ante la presuntuosidad como quizá muchos encumbrados de la vieja “jerarquía”, ni por sentir debilidad ante lo épico, ni tanto porque haya bebido en las fuentes primigenias del socialismo utópico, o del socialismo científico o del mismo socialismo real que resultara tan mallugado sin haber llegado siquiera a la madurez -de hecho, lo hice de forma muy moderada, contrario a los que se atiborraron de ellos para terminar luego en la más extrema y cochambrosa de las derechas sin mostrar ni el más secreto rubor-, sino por creer tener quizá un innato sentido de justicia que me impide -y creo que me lo impedirá hasta la muerte- cohonestar lo bellaco, lo atrabiliario, lo oscuro, lo depravado, lo trastornado que me resulta el mundo del frívolo capitalismo; y, si salvaje, mucho más. Por eso es que no sólo soy, sino que me siento de izquierda. Eso es para mí como un estado del alma. Y ya creo que no cambie. Tengo edad considerable, y quizás admita que haya cambiado en todo, menos en eso. Y además, nunca creí en revolución que no pudiera yo hacer personalmente, y sólo Hugo Chávez, ese otro formidable gladiador, me ha hecho delegar, en él mismo, esa voluntad tan íntima y exclusiva. Y no me arrepiento de haberlo hecho, ni creo que jamás me arrepienta, porque a Chávez lo veo cada vez más claro, lo veo como un insigne guerrero de las ideas y del tiempo, y creo que siente la misma repulsión que yo ante todo tipo de virada canallesca, envilecedora, y estoy convencido de que no nos conducirá a un socialismo, en este siglo, que no sea sino al que se cree como consecuencia de la síntesis de todas las verdades que pudiéramos razonar todos dentro de este territorio nuestro, en un ambiente de rebosantes libertades democráticas, porque sin libertad no hay (ni habrá) nada que sea inherente a la dignidad humana, por más destellos que produzcan otros luceros en el firmamento…

Y viendo a Fidel, a un inverosímil Fidel a sus 80 años con su rostro enfermizo y efímero, que luego de ejercicio del poder por casi medio siglo, en vez de acanallarse -como tantísimos otros lo hacen casi en seguida- lo que ha hecho más bien es agigantarse como ser humano, pensé en la vejez con su cuño de soledad, donde, más en un hombre sapiente como él, se presentaría de manera impactante al no encontrar eco en otro espíritu que pudiera comprenderlo en cuanto a lo ajetreado y sacrificado de su tránsito vital. Y le llega de pronto Chávez, que evidentemente lo haría parar de su cama de convaleciente como un resorte, para iluminarle su quijotesco rostro y ofrendarlo con este verso hermoso: Anda Fidel, vive para que sigamos empujando al sol…

Mereció la pena vivir para ver eso.

Pero luego me pregunté: ¿Es lógico por decir lo menos que un curita pretenda deshonrar a Fidel por ser supuestamente un bastardo?

Y… ¿qué diría este curita leonés (o cualquier otro curota de cualquier parte) de un barbudo también que fuera hijo de Dios y de una mujer casada, que naciera en un pesebre rodeado de animales, y que terminara crucificado y rodeado de bandidos?

¿Pensaría que generó el Cristianismo para reinar en lo infinito de los tiempos con un poder que necesitaba -también patológicamente- para encubrir su bastardía?

¡Por Dios… curita azufroso!..


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Raúl Betancourt López


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