Hombre de mar, de brega marina, de silencios y truenos entre olas y piedras; de azules eternos con cargas de arenas y eternos horizontes: él, Alberto Antonio Álvarez, peñero, pescador, buzo, nadador de largas distancias, poeta de manglares y tijeretas; guía de memorias por las entrañas de la Laguna de Guare (Cuare). Es un zambo caribeño que conoce la ciencia de ir haciendo surcos en el mar, para sembrarse contra el olvido y echar sus semillas al cielo al hablar. Su refugio, las moradas profundas de la Cueva del Indio, allí donde se reencuentra con sus antepasados, con el ambiente de su vocación de hombre silvestre que siempre le llama; lleva en su corazón una sabiduría superior a la cualquier antropólogo, etnólogo o ecólogo. Que sus ojos están llenos del fragor infinito de las aguas y tormentas, y más allá de esa naturaleza que se ha extinguido por la mano aviesa del desarrollo, de las conmociones crecientes de una civilización trastornada y que amenaza las extensiones marinas de la costa de Chichiriviche (estado Falcón).
Alberto Antonio tiene 66 años, en tantas vidas reiteradas y distintas, en partidas sin retorno, forjado en el calor profundo de estos pueblos de la costa, curtido en los dones insondables y misteriosos del océano.
En todo reencuentro con el mar hay tristeza, recuerdos atávicos de la ameba de la que venimos. El mar tiene de noche y de lluvia en sus más sublimes expresiones; es como estar en el vientre eterno de lo que nos trajo a la vida. Sólo en el mar está uno más entero y completo en su soledad absoluta.
- Yo nací en Playa Sur en 1951 –nos dice Alberto Antonio.
Desde niño, Alberto Antonio Álvarez se familiarizó con la vida de los pescadores, en una hermandad brumosa con la limpidez o la bravura del mar-padre, del mar-sabio, pálido, estático o plomizo; el mar que es toda una escritura sólo para los que saben leer lo que trazan las nubes, en esa dulzura tan inefable que se encuentra en los cayos del Parque Nacional Morrocoy: Cayo Sal, Cayo Muerto, Cayo Peraza, Cayo Sombrero y la península de Punta Varadero. En aquel ambiente, nadando de cayo a cayo, ayudando a su madre en atenciones a los turistas, Alberto Antonio Álvarez desarrolló un cuerpo atlético, como el de aquellos indígenas que en Cubagua se perdían durante horas buceando para buscarle perlas a los asesinos conquistadores. Desde niño, la más profunda familia que conoció Alberto Antonio Álvarez fueron las SIRENAS en música de olas y en estallidos cifrados de canticos venturosos; las estrellas y los caballitos de mar, los peces refulgentes que hablan y ofrecen el mundo fantástico lo que todo hombre quisiera tener y no puede; los cangrejos y las barracudas, los cocodrilos y las aves marinas (tijeretas, fragatas, flamencos, corocoras rojas, pelícanos, garzas). Su conocimiento de la zona, su extraordinaria capacidad para mantenerse durante horas buceando en el mar, le llevó a tener relaciones con personajes de todos los niveles sociales que visitaban con frecuencia el Parque Morrocoy. Hubo una época en que grandes grupos mafiosos quisieron hacer de Chichiriviche una especie de Cancún, plagado de resorts, centros comerciales y bulevares con comercios donde se vendiesen joyas y productos bien chics. Este boom produjo miles de estafados y destrucción de grandes zonas de manglares; donde por cierto se levantó el resort Coral Suites.
Toda la historia de los últimos sesenta años de Chichiriviche está en los nervios y en la sangre de Alberto Antonio. Gracias a él me reencontré (luego de sesenta años) con mi primo Armando Morantes, buzo también como Alberto Antonio. Armando Morantes es buzo de nivel tres estrellas de la confederación mundial. Armando fundó en 1985 la Asociación de Submarinismo del Estado Miranda, y actualmente dicta algunos cursos de esta disciplina en Chichiriviche.
Este encuentro con Armando fue de los más conmovedor, porque fue como verme con mi padre Francisco Javier, una sorprende copia física en su rostro, en sus gestos, en su sonrisa. Armando es director nacional del Comité Técnico de la Federación Venezolana de Actividades Submarinas y director nacional de Certificación de Buceo Deportivo, Industrial y Militar, y tiene más de 27 libros sobre esta especialidad deportiva y científica.
Alberto Antonio se nos acerca y dice con gran satisfacción:
- Hoy 18 de noviembre de 2017, he recibido la grata noticia de que se me acaba de otorgar la pensión en Amor Mayor. Como que se equivocaron y se creyeron que soy escuálido, porque a los escuálidos les llega pero rapidito. Esperé bastante tiempo, pero al fin…
Aquel joven eterno, de mirada señera, de luz dulce y fogosa en sus ojos, ya con las cejas blancas de tanto sol y sal, allí, humilde y callado es hoy un peñero más que lleva a los turistas a los cayos. De caminar y hablar pausado, como un peñero cualquiera a nadie le dice que es abogado ni que sabe todo lo que sabe. Su gran parecido con el actor Anthony Queen (honor que le hace a este actor norteamericano), es otra reconfirmación más del mar, de las proezas y los fracasos y de la gloria desprendida, poética y sublime resumida y realzada en aquel personaje de Nikos Kazantzakis, Zorba El Griego.
Él nos dice con cierto dejo de melancolía:
- Yo puedo decir que he pertenecido a las tres clases sociales: a la alta, a la media y a la baja.
En 1965, siendo presidente de la república Raúl Leoni, unos niños chichiriviteños, descubren unos bultos extraños en uno de los cayos, que resultan ser cargamentos de armas dejados ocultos por guerrilleros al mando de Lubén Petkoff. Inmediatamente el gobierno adeco envió equipos con hombres rana a inspeccionar toda la zona. Junto con estos hombres rana mandaron también a los cayos a los cuerpos represivos de la policía política, la Digepol, con sus torturadores y asesinos. Con aquella típica prepotencia militarista de derecha, se ejecutan una series de redadas en las cuales caen prisioneros 18 niños, entre ellos, Alberto Antonio, que para aquel entonces tenía 16 años de edad.
A Alberto Antonio lo llevan al Teatro de Operaciones TO5, de Yumare donde lo torturan y allí pasa siete meses en prisión. Hubiese pasado muchos años más en la cárcel de no ser porque su padrino era el historiador Francisco Herrera Luque. Este personaje era visitante de Chichiriviche y admirado y degustador de los platos que en la zona hacia doña Mamerta, la madre de Alberto Antonio. En una visita que le hace el famoso fabulador y psiquiatra a doña Mamerta le pregunta por Albertico; ella le contesta llorosa en la terrible situación en que se encuentra su hijo. Don Francisco Herrera Luque era hombre de influencias en el medio adeco, y de inmediato se pone en gestiones para que se le dé la libertad a este joven, menor de edad, lo cual afortunadamente consigue.
Pero aquella prisión dejó en Albertico traumas terribles. Comenzó a padecer depresiones, y él mismo dice que quedó bastante afectado emocionalmente. Es aquí cuando interviene el siquiatra Francisco Herrera Luque. En esa época Albertico estudiaba segundo año de bachillerato en el Liceo Miguel Peña y andaba bastante despistado. Fue entonces cuando Herrera Luque le dijo:
- Mira muchacho, la cura a tu mal la tienes aquí.
- ¿De qué manera? –le preguntó Albertico.
- Facilito: observa corales, los peces, algas, la caída del sol al atardecer, el alba. Nada todos los días todo lo que puedas.
Eso le abrió a Albertico las puertas para convertirse realmente en todo un hombre de mar.
-Esa era en realidad la terapia más efectiva para lo que yo sufría. De modo que de esa manera yo evité ir a un siquiátrico.
- Y fue así como hice del mar a mi amante, a mi consejera, a mi fuerza de fe más profunda.
No pudo Albertico continuar sus estudios. Posteriormente se incorporó a la Infantería de Marina. - Pasaría un tiempo para yo retomar los estudios de bachillerato, y lo haría en un liceo nocturno, y así logro culminar la secundaria. Posteriormente, gracias al proceso revolucionario iniciado por el Comandante Hugo Chávez Frías, abren la Universidad Bolivariana de Venezuela y saco la carrera de Derecho.
¿Quién había hecho a Francisco Herrera Luque un consuetudinario enamorado de ese paraje tan hermoso de Chichiriviche? Pues, lo logró el famoso periodista (de Murcia, España), don Joaquín Soler Serrano, quien llegó a ser mánager de Julio Iglesias. Don Joaquín también era padrino de Alberto Antonio. Hay que recordar que este señor Soler Serrano en sus “Entrevistas a fondo” por la Televisión española, realizó muchas históricas interviús a notables artistas y políticos del siglo veinte, entre las que podemos mencionar las hechas a Camilo José Cela, Marcos Pérez Jiménez, Ramón J. Sender, Jorge Luis Borges, Carlos Fuentes, Juan David García Bacca, Mario Benedetti, Arturo Uslar Pietri, Ernesto Sábato, Mario Vargas Llosa, Octavio Paz, Julio Cortázar, Juan Rulfo, Milan Kundera, Facundo Cabral, Francisco Ayala, Salvador Dalí, entre muchos otros.
Uno de los sitios predilectos en Venezuela de Soler Serrano, pues era Chichiriviche, donde tenía una casa de veraneo, y Alberto Antonio era el muchacho predilecto de la familia. Hay una fotografía en la que aparece Alberto Antonio conduciendo un yate y al timón él lleva a una bella niña de nombre Eva Priscila Soler Ruiz, hija de don Joaquín. Eva Priscila llegaría a ser finalista en un concurso de belleza del Miss Venezuela. Quizá aquella parte de la vida de Alberto Antonio tenga algo que ver con su “estancia” en lo que él llamaría la clase social alta.
- ¿Y qué fue de Eva Priscila?
- Bueno, ella está trabajando en Las Vegas, Estados Unidos.
- ¿Se escribe contigo?
- No. Más nunca supe de ella.
Chichiriviche ha sido históricamente un sitio turístico muy visitado por chivos y chivas, gente de la farándula, diputados, empresarios y rectores. Allí estos señores levantaron mansiones, adquirieron acciones en resorts, formaron clubes exclusivos para su relax y expansiones; en época de vacaciones mucha de esta gente pensaba en pedirle ayuda a Albertico, a quien solicitaban para ir a los cayos, para que les sirviera de guía, para buscar ostras, para recorrer los lugares menos visitados y conocidos del sector, para preparar comidas, paseos en yates o lanchas.
Con el correr del tiempo, Alberto Antonio habría de convertirse en un extraordinario deportista, y llegó a ser el mejor buzo marino de Venezuela. Trabajó en el cuerpo de bomberos marinos en el año de 1978. Durante una época fue en la zona todo un personaje altamente cotizado por hembras nacionales y extranjeras.
Él mismo nos dice:
- Tuve todas las mujeres más hermosas que te puedas imaginar. Pero jamás fui un gigoló. Nunca le quité un céntimo a ninguna dama que me quisiera o que estuviera conmigo. Ese no es mi estilo.
- ¿Y cuántos hijos tienes?
- Tengo una hija. Y al parecer tengo un hijo que vive en Bélgica y que no conozco.
- Que tuviste con una belga.
- Sí.
- ¿Te llegaste a casar?
- No tuve tiempo. O me pasó el tiempo.
Durante un tiempo, por allá por 1968, en Valencia, cuando tenía apenas 17 años, Albertico trabajo con unos rusos (en particular para el señor Karl Brum, de una empresa textilera). Incluso, en esa época pudo conocer de cerca al Ballet Ruso en una de sus visitas a Venezuela.
Gracias a su incorporación en la Infantería de Marina, Alberto Antonio pudo desarrollar aún más sus habilidades deportivas como nadador. Y en una competencia que se realiza cada jueves Santo en el Oriente del país, la cual consiste en cruzar el Golfo de Cariaco a nado (nada menos que ocho kilómetros de travesía), Alberto Antonio, que participó en ésta en el año 1971, logró hacerse con el triunfo dejando al subcampeón a kilometro y medio del punto de llegada. En esa oportunidad, Alberto Antonio fue detenido por un oficial de la marina, una vez terminada la competencia, por la sencilla razón de que había pronosticado momentos antes de la partida, que los vencería a todos. Cosas de loco.
Nos llamó la atención ver que Alberto Antonio es abogado, y lleva en su peñero la Constitución Bolivariana que se conoce a pelo. Se graduó de abogado hace seis años a través de la Universidad Bolivariana de Venezuela.
Nos atrevemos a decirle a Alberto, que luego de tantas vivencias, de haber tenido relaciones con magnates de empresas, con burgueses, con espectaculares mujeres de tantos países, de ser conocido y buscado por gente de la cultura y del poder político:
- Al día de hoy Alberto Antonio, estás contento contigo mismo, y además, con mucha honra nos cabe decir, sin esos bienes de fortuna y bienes materiales que tanta gente busca y para los cuales hay que llegar a cambiar la progenitura por un plato de lentejas, que tu progenitura está intacta.
- Así es. Yo moriré como el Che Guevara o como Bolívar pudiendo haber tenido eso que tú mencionas: bienes materiales y de fortuna. No me quejo. Porque sostengo algo que para nada es un lugar común cuando se ejerce conscientemente: los que mueren por la vida no pueden llamarse muertos.
Estábamos de visita en Chichiriviche y tuvimos pues, la fortuna de conocer a Alberto Antonio con toda esa fabulosa carga de historias y sabidurías que hemos resumido bastante. Luego, poco antes de regresar a Mérida, Alberto Antonio nos quiso hacer un obsequio: llevarnos en su lancha en un recorrido por la laguna de Guare (Cuare). Un gran privilegio para nosotros tratándose de un guía como él. El paseo lo hicimos la mañana del día 16 de noviembre, cuando la mar estaba muy apacible, casi como una plancha de plomo. No corría nada de brisa. Alberto Antonio nos iba diciendo:
- La Laguna de Gaure fue declarada en 1972 el Refugio de Fauna Silvestre más importante de nuestro país: ahí tenemos el Crocodylus acutus o el caimán de la costa o caimán del mar. Tenemos bagres; de los siete tipos de manglares que existen en Venezuela, en la Laguna de Guare contamos con cuatro: botoncillo, mangle blanco, mangle negro y mangle rojo.
- ¿Por qué la llamas guare?
- Es su nombre autóctono. Guare significa agua, lo mismo que Cubagua (isla de agua), Naguanagua (abundancia de agua), Guayana (tierra de agua), Paraguaná (conuco en el mar).
Ya en plena Laguna de Guare vimos el esqueleto muy oxidado, la armazón de un barco hundido, de unos cincuenta metros de eslora.
- Ese es un barco que está abandonado desde la época del dictador Juan Vicente Gómez.
- ¿Encalló?
- No –contesta Alberto Antonio-: Resulta que ahí enfrente, a pocos metros existió un pueblo llamado Veracruz. La razón de este nombre como te podrás dar cuenta tiene que ver con México donde Veracruz es el principal puerto comercial de México. Ese nombre se le debe a un señor llamado Andrés de La Cerda originario de México que se estableció allí. Don Andrés fue el padre de dos conocidos personajes, uno de ellos destacado en la prensa, la radio y la televisión llamado Efraín de La Cerda y el otro llegó a ser uno de los mejores cineastas de nuestro país llamado Clemente de La Cerda. La primera película de Clemente de La Cerda la realizó aquí, llamada “Isla de sal” protagonizada por Lila Morillo, Doris Wells y Simón Díaz.
- Y qué pasó con el barco.
- Bien, ese barco llega ahí proveniente de San Juan de los Cayos, un pueblo que está hacia el norte. Como presentaba fallas técnicas lo traen para el Golfo de Guare. Lo dejan allí y más nunca lo reparan y se lo fue comiendo la incuria y el tiempo.
Como buzo, Alberto pudo recorrer parte de las instalaciones de este barco, y puso especial atención en la enorme propela de bronce. Propela que le fue extraída y que hoy adorna el hall de un importante hotel de la zona.
Guardábamos la grabadora cuando Alberto Antonio quiso cerrar con estas palabras:
- En mil reflexiones de los sabios hay un gran error, y mil reflexiones de locos hay una gran verdad.
@jsantroz