Carl von Clausewitz: "La guerra es un instrumento de la política… la dirección de la guerra es la política misma que esgrime la espada en lugar de la pluma…". Dentro de poco estaremos entrando en otra fase de la guerra del voto más decisivo, que será la intensificación de la guerra civil de los precios a todas las escalas. Anoche mismo, DolarToday anunció que pronto tendremos huevos a 500 mil el cartón.
Habla Clausewitz: "Una guerra en la cual las victorias solamente sirven para parar los golpes y donde no hay ninguna intención de devolverlos, sería tan absurda como una batalla en la cual la defensa más absoluta (la pasividad) prevaleciese en todas las partes y de todas maneras".
OJO: estamos parando los golpes, pero además hay que hacerle sentir a la derecha que los devolveremos uno por uno de manera bien contundente. Nada, absolutamente nada puede quedar impune. Hay que hacerles sentir a los enemigos el relámpago de la espada victoriosa.
La derecha con todo el apoyo de los imperios se ha mostrado remisa a rendirse, pero, insistimos, hay que hacerle sentir que ella debe obediencia a las decisiones del pueblo venezolano y no a Washington ni a la Unión Europea. Hasta ahora hemos resistido porque el presidente Maduro además de fuerza de carácter ha mostrado una gran claridad y firmeza mental en sus decisiones y estrategias. La derecha mundial comienza a comprender que tenemos un jefe de Estado que no tiene nada de pendejo. (Pero eso hay que seguir manejándolo con mucho tacto).
Nos encontramos en una guerra con sus propias leyes, en las que el Departamento de Estado considera prioritario la destrucción de la moral chavista. Los gringos exigen a sus secuaces que al pueblo venezolano deberá a partir de este instante montársele en un potro de tortura mil veces más cruel que el utilizado hasta ahora.
La guarimba económica ha resultado para ellos mucho más eficaz que las trancas, que las "barricadas" y que las quemas de negros. La batalla por la Presidencial tendrá que hacerla el chavismo desde un sistema de referencia que no puede ser en absoluto cartesiano, euclidiano. No podrá ser una guerra de respuestas directas y con saltos en el vacío (aventurerismo). Podrá y deberá tener sus saltos, pero con golpes precisos y demoledores, ¡SORPRENDENTES!
LA VICTORIA tiene mucho que ver con la sorpresa. Hay un elemento destructivo que ha minado poderosamente a la oposición: el uso desproporcionado del odio que les ha resultado además de peligroso en una contra-corriente dentro de sus fuerzas. El odio es la herramienta clave para impedir que un grupo enfermo y desaforado sea capaz de pensar, de usar la razón, y así cauce mucho daño. Pero el odio contiene en sí el peligro de que cuando no resuelve en el acto su locura se conturba, se envenena por la bilis y se auto destruye. El odio es cataléptico y cuando se devuelve hacia el propio cuerpo que lo engendra provoca congestión y caos físico y moral. Muchas veces el odio se transforma de desenfrenado charlatanismo en bilis y de ésta en cáncer, en enfermedad incurable. Por mercados, plazas, aeropuertos y bancos vemos esa bilis negra desbocada como lava envenenada.
LA GUERRA CONTRA LA MONEDA
Pero se aprecia, que desde ahora mismo comienza el reclutamiento, equipamiento y entrenamiento de las fuerzas opositoras, tras el velo criminal de la intensificación destructiva de nuestra moneda. El efecto de la destrucción de la moneda es sin duda devastador.
La batalla en la elección presidencial tendrá otro escenario, otro carácter y otra dimensión, que el imperio comienza a evaluar desde este mismo instante: comprenderá fundamentalmente entre otras acciones el ataque por los medios internacionales contra nuestro país, el bombardeo desde las redes sociales y el sabotaje en los puntos más sensibles de nuestra población: furibundo cerco financiero para que nos llegue alimentos ni medicamentos, pero a la vez propagar multitud de enfermedades terribles entre la población que le será muy difícil tratar.
Cada elección en Venezuela ha sido, pues, una batalla decisiva en esta guerra por la independencia que comenzó en 1992. El ojo del imperio ausculta los resultados de estas últimas elecciones municipales con inquisitiva precisión: "¡Perdimos la gobernación de Maracaibo!", refunfuña el imperio y se comunica con Juan Manuel Santos para afinar nuevas tácticas de ataque. Revisa otros resultados: "mantenemos el frente de Chacao, El Hatillo y Baruta, aunque ya la retaguardia de Petare se ha perdido".
En los límites con Colombia hay reveses para la oposición: En Mérida el chavismo ha recuperado alcaldías claves que fueron el polvorín de cientos de criminales actos de terrorismo y poderosos centros guarimberos: la derecha perdió el centro más numerosos después del municipio Libertador: el municipio Alberto Adriani. Perdieron las alcaldías emblemáticas del páramo donde quemaron casas de chavistas e incendiaron tanquetas de la guardia nacional bolivariana. Perdieron el poderoso municipio Campo Elías donde los fascistas destruyeron todo el pueblo de Ejido, y cuyo ex alcalde todavía anda huyendo por Colombia.
Pero el cuadro de la guerra se perfila más agresivamente ahora cuando habrá que plantearse la gran batalla por la elección presidencial, en la cual debemos poner toda nuestra atención.
Confiamos en la prudente y certera dirección que está llevando el presidente Maduro. Un escenario que exige pulso firme, acción fulminante y todo un remate victorioso. Será el escollo más complejo, que de superarse, todo el horizonte se despejará a nuestro favor.