No solo los desencuentros políticos entre la oposición y el oficialismo están haciendo mella en los venezolanos, sino también el crecimiento constante y pervertido de la anarquía, que todo lo devora a su paso.
En una sociedad legítimamente constituida por leyes y por instituciones de derecho, como es el caso de nuestro país, es muy grave que la anarquía se imponga a capricho por quienes desean desconocer esas leyes y ese estado de derecho, sin que pase nada.
Aún cuando no somos expertos analistas de tantas leyes que contiene el estamento jurídico venezolano, podemos notar con suma facilidad que ese cúmulo de estatutos legales de nada sirve si las autoridades del país no las hacen respetar.
A nuestro entender el país ha estado a punto de írsele de las manos al gobierno precisamente porque aquí en Venezuela todo el mundo pretende hacer lo que mejor la viene en gana, mientras descaradamente se desconocen las instituciones y las leyes sin que haya castigos ejemplarizantes.
La anarquía ha llegado a tales extremos que no hay un sector de la sociedad en donde no esté reflejada.
Aquí cualquiera cierra una calle, coloca a su antojo los mal llamados "policías acostados", en perjuicio del tráfico automotor, y no hay quien lo evite.
Las convocatorias a quemar y a destruir, a través de las "guarimbas", fueron claros ejemplos de anarquía, sin embargo vimos que las autoridades no actuaron con contundencia para evitarlas, quizás de haberlo hecho se hubiesen evitados tantas muertes inocentes.
Sin pretender ser economistas, creemos que los altos niveles de inflación que afectan el día a día al bolsillo de los venezolanos se debe precisamente a la alta anarquía que se vive en la venta de alimentos y de hecho en el comercio en general.
Mientras el gobierno hace anuncios y anuncios de controles de precios para regular la venta de los alimentos básicos, vemos como a diario estas regulaciones se quedan en el olvido, pues es notorio a la hora de ir a comprar que las medidas anunciadas para regular la especulación no se cumplen. Esto es simplemente anarquía.
Más allá de los ejemplos anteriores vemos con suma preocupación que la anarquía devora incluso a las propias instituciones del estado, y esto es muy grave, pues si el buen ejemplo no parte de la propia casa, que quedara para lo demás.
Cuando se llega a un hospital la lógica indica que usted como paciente y según la ley debería ser atendido de manera inmediata, pero no solo eso, se merece el buen trato y la cortesía que amerita, sin embargo vemos, casi a diario, que esto no se cumple, y por el contrario muchas veces el enfermo es humillado y maltrado por quienes deberían tener el sagrado deber de atenderlo. ¿Quién puede negar que ante este ejemplo no hay anarquía?.
Hay anarquía para todo. En una anterior entrega señalamos que ni siquiera las decisiones en firme del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) se están respetando. Como ejemplo denunciamos que la Gobernación del Zulia, declarada claramente en desacato, se niega a cumplir con el reenganche de trabajadores que fueron en años anteriores despedidos. Ante estos hechos estamos frente a un acto de anarquía, pero no hay quien le ponga "el cascabel al gato".
Serían incontables los ejemplos de anarquía que pudiéramos dar. Los funcionarios policiales en su mayoría son anarquistas, utilizan el pretexto de la ley para "matraquear" y "bajar de la mula" a cualquier tonto, igual pasa con la GNB, con los comerciantes que venden los huevos y el queso a precios especulativos, distintos a los regulados.
Las panaderías no se quedan atrás, reciben la harina importada a precio de dólar financiado pero igual venden el pan y lo aumentan a como les da la gana. Estamos, en definitiva, en manos de los anarquistas, lo peor es que el gobierno hace poco a casi nada para evitarlo.
Siendo a aún un niño, en edad de primaria, recuerdo muy bien que una vez le escuche a decir a una de mis maestras que la democracia para sustentarse en el tiempo deber asumir, de vez en cuando, posturas dictatoriales, todo con el fin de "meter en cintura" a los transgresores de las normas y las leyes. Preguntamos: ¿qué está esperando entonces el gobierno para hacerlo?.