Los enemigos del presidente obrero, Nicolás Maduro, han dicho y seguirán diciendo cualquier cosa para descalificarlo, pero nunca podrán decir que es un cobarde que rehúye a la pelea, al combate.
Ha enfrentado los ataques más brutales que mandatario alguno haya recibido en Venezuela. Es atacado en cualquier terreno, en lo político, en lo económico, en lo social, en lo personal, y el hombre firme, como buen hijo de Chávez, como máximo líder de la revolución bolivariana. Siempre ha estado presto a lo que sea, listo para encarar los problemas del tamaño que se los presenten los terroristas de la MUD.
Además de toda esta crisis generada por las guarimbas, la violencia, la guerra económica, el bloqueo financiero y las maniobras más impensables que hayan ejecutado los golpistas en su afán de derrocarlo, exhorta al Fiscal General de la República, Tarek William Saab, a que inicie una batida firme, contundente, en contra de la corrupción en las instituciones del estado sin distingos de colores políticos, de apellidos, caiga quien caiga.
Y así se hace pese al riesgo que pueda tener para el mismo proceso revolucionario. Han caído peces gordos, gente del gobierno que nadie imaginó que podía caer. Esa mano que tiende para el diálogo y la paz del país, no tiembla a la hora de tomar decisiones y hacer justicia.
Maduro sacude los cimientos de Venezuela con esas acciones y eso se llama coraje. No siente miedo a la hora de defender los intereses del pueblo. Muchas veces lo ha demostrado y ahora lo vuelve a demostrar. Nadie puede negarlo.
Ningún Presidente venezolano ha ordenado una batalla anticorrupción de tal naturaleza, antes se callaba toda esa podredumbre, no se hablada de corrupción en el gobierno, la gente de cuello blanco nunca aparecía cometiendo delito, los oligarcas negaban cualquier vileza, de hecho, los cabecillas de las bandas hamponiles Primero Justicia, Voluntad Popular, Un Nuevo Tiempo y, por supuesto, la siempre criminal Acción Democrática, mantienen esa práctica de la IV República, de allí que sean "los reyes del yo no fui".
Sus triquiñuelas quedaban encerradas en los cercos que hacían los medios de comunicación social cómplices de los gobiernos de turno, sin embargo, la situación era tal, que a pesar de todo ese mutismo no podían silenciar por completo la corrupción de AD y Copei en sus buenos tiempos. Algo se desbordaba hacia la calle.
Ahora se dicen. Se mencionan con nombres y apellidos a los ladrones para que el pueblo los conozca y los señale. Se encarcelan y si huyen se persiguen en función de la justicia. Y en ese proceder del Presidente está la diferencia que hay en la política venezolana con los facinerosos que fungen como jefes de las organizaciones hamponiles de la MUD.
Maduro va de frente, no echa para atrás, se equivoca y asume los errores dándole la cara al país en cualquier circunstancia y eso, digan lo que digan sus enemigos, se llama coraje, algo que no tienen esos cobardes de la oposición expertos en tirar la piedra y esconder la mano.
El Pueblo Constituyente hace justicia ¡Venceremos!