El dominio geopolítico prosigue en este milenio, ya las piezas de encuentran en el tablero y el orden territorial, describe sus trazos. De allí, la importancia de fijar los limites y desafiar en el propio campo de ejercicios, los grandes desafíos para controlar las riquezas latinas. China y Rusia se perfilan como los nuevos dueños de Latinoamérica, mientras Estados Unidos de Norteamérica en una audaz jugada logra con su capacidad construir viejas alianzas partiendo desde Chile y Argentina para despuntar con la cibernética y hermenéutica, nuevos campos de acción guerrerista, de una manera acertada y audaz. El siglo comenzó pintado de guerra, con un claro deslizamiento del eje ordenador del capitalismo desde el mercado hacia lo militar. Se estrenó con una secuela de intervenciones estadounidenses en Asia Central y Medio Oriente, iniciada en la década de los noventa con las guerras de fragmentación de las estructuras político-territoriales que marcaban los bordes y las vías de tránsito entre Asia y Europa, y extendida hasta las fronteras de China, India y Rusia, y puso a jugar a todos los poderes regionales. Para Estados Unidos de Norteamérica, lo importante es controlar las fajas y franjas petroleras y crear núcleos de activación política, con características muy variadas. Frente al mapa de trabajo, nos encontramos además con las cuencas petroleras y, el profesor Thomas Barnett de la Escuela Naval de Guerra de Estados Unidos, viene delimitando desde el año 2000, las acciones y coaliciones a emprender para controlar dichos territorios.
Así que, Suramérica tiene sus zonas de guerra y la ruta del petróleo ya se encuentra establecida, mientras el presidente Nicolás Maduro Moros, dona unas tikeras en su populismo para ganar las próximas elecciones y se las entrega a ciudadanos(as), sin conciencia ni militancia política, pero, sí con agallas para mostrar un papel de oportunistas, cuando esta misma gente ya, debe estar en los cuarteles preparándose a los ejercicios políticos y militares que han de venir. En Parque Valencia, Carabobo, la hegemonía psuvista no es homogenizada, ni compartida y la oposición ha socavado la hegemonía revolucionaria de conciencia y, ha logrado controlar su primer objetivo, teniendo en cuenta que el aeropuerto, apenas esta a cinco minutos en automóvil y quince a veinte minutos, caminando. Las agallas opositoras, controlan la estructura política de dicha urbanización, donde resido, con el apoyo de cinco Iglesias protestantes que hacen vida activa en los territorios de seguridad local. Es un ejemplo del desbalance que se tiene en una visión militar y civil de un campo geopolítico. La franja que reúne el grueso de las reservas petroleras certificadas se extiende desde Medio Oriente hasta Venezuela, pasando por el norte y occidente de África. La lista es encabezada por Venezuela, que además de contar con una quinta parte del petróleo mundial (junto con Canadá aproximadamente la tercera parte), está en el Continente americano. Sumando muchas otras riquezas naturales estratégicas y su posición geográfica, Venezuela es una pieza fundamental en la definición de los equilibrios geopolíticos. Para Estados Unidos, contar con Venezuela representaría una condición privilegiada de invulnerabilidad y defensa de su hegemonía. Planteado de manera muy simple, esta es la razón central que mueve muchas de las iniciativas, acuerdos y alianzas, así como la implantación directa de posiciones militares de Estados Unidos en territorio latinoamericano y caribeño.
Desde el momento en que Estados Unidos, movido por su interés de disponer de las riquezas venezolanas, convirtió al país en una amenaza a su seguridad interna (9 de marzo de 2015, bajo la presidencia de Obama) se han sucedido incontables intentos por ocuparlo y voltearle el rumbo. La última advertencia precisa la formuló Donald Trump ante Naciones Unidas, indicando que estaba dispuesto a mandar tropas de invasión a Venezuela, con fines, quién lo duda, humanitarios. Pero invadir un país es una acción brutal y despierta amplias animadversiones y movimientos de rechazo. Considerando además la habilidad y decisión con que Venezuela ha ido enfrentando todos los operativos de acoso y desestabilización sin dejarse llevar a una guerra civil, sería previsible un mal resultado. Cualquier tipo de intervención requiere crear condiciones propicias y escenarios de validación, aunque sea relativos. Sabemos que la efervescencia de las luchas anti neoliberales, anticapitalistas y por la construcción de opciones no-capitalistas de organización social en la vuelta de milenio alcanzó un nivel de intensidad muy alto; con una gran variedad que le imprimía riqueza y que causó un cierto pasmo en las cúpulas del poder continental. No obstante, en años atrás se fraguó el Plan Colombia, la introducción del terrorismo en los códigos penales de todo el Continente, la relocalización de bases militares norteamericanas y de convenios para el uso de aguas territoriales con sus buques de guerra; se activaron los entrenamientos y ejercicios militares y se inició, sobre todo a partir de 2008 con el bombardeo en Sucumbíos (como si hubiera sido la señal de inicio de la inflexión), una recuperación que combinaba mecanismos como golpes de estado blandos, intentos de secesión, operativos mediáticos de criminalización y manipulación de narrativas, procesos desestabilizadores, bloqueos (sigue el de Cuba y se implantó el de Venezuela), acuerdos de seguridad, paramilitarización y mercenarismo y otros de acuerdo con las historias específicas y con la creatividad aplicada por las resistencias y por las injerencias.
El AmazonLog, como se describe abajo detalladamente, consiste en colocar pertrechos de guerra que faciliten incursiones territoriales discretas, operaciones de respuesta rápida, ambas contemplando la intervención de fuerzas especiales ya sea estadounidenses, de cuerpos locales o privadas, o también para permitir operativos masivos mucho más visibles o escandalosos, producto de supuestos peligros humanitarios muy probablemente en Venezuela. Como se puede observar, este ejercicio coloca dos posiciones muy importantes en la parte baja de Venezuela, a las que debemos adicionar una más en la costa atlántica, producto de un convenio que está en proceso de ser aprobado por el Congreso brasileño, que concedería el uso de la base de lanzamiento de Alcántara, en Sao Luis, a las fuerzas armadas estadounidenses La base de Alcántara tiene la enorme importancia de ubicarse en el borde atlántico de la cuenca amazónica y de posibilitar su cercamiento enlazando toda el área del Gran Caribe, con Venezuela en el centro. Es la posición que permite cerrar el círculo. Desde el año de 2002, justo al final del periodo presidencial de Fernando Henrique Cardoso, el proyecto de concesión de la base a las fuerzas armadas estadounidenses ya se encontraba en curso asentando que el territorio en cuestión quedaría bajo la jurisdicción norteamericana sin que las autoridades brasileñas pudieran tener ningún tipo de supervisión, otorgando total libertad para la entrada y salida de tropa, equipo u otros bienes. Realmente una entrega del territorio en un punto por demás estratégico porque además corresponde al área o franja con posibilidades de lanzamiento de satélites. Teniendo en cuenta las bases militares ya asentadas en esta zona en Guantánamo, Aruba y Curaçao, Puerto Rico, Honduras (Soto Cano), El Salvador (Comalapa), Antigua y Colombia (seis en funcionamiento y 7 más en proceso por el acuerdo de 2009 que quedó temporalmente suspendido), con el refuerzo de las de Perú en el otro extremo y con la ocupación de Haití por las mal llamadas “fuerzas de paz” (comandadas oficialmente por Brasil), puede afirmarse que la región está militarmente cercada. Desde siempre, por el Canal de Panamá y por ser el centro del acceso náutico al continente en que se asienta el poder americano; en las últimas décadas, particularmente, por ser una de las áreas de concentración de yacimientos hidrocarburíferos, minerales, genéticos y acuíferos más importante del planeta, con Venezuela como epicentro. La guerra contra Venezuela no es “para derrocar a un dictador”, cuestión que evoca las de Irak, Libia y circunstancialmente las de cualquier país petrolero que pretenda poner condiciones a la entrega de sus recursos. Es la guerra de la Exxon, que no deja de abrir brecha desde la región en disputa del Esequibo; es la guerra de Chevron, del coltan, el uranio, el thorium, el gas y el oro; es la guerra del estado norteamericano por reforzar sus condiciones materiales y su posición hegemónica. Las bases de Tabatinga y Alcántara implican no sólo cerrar el círculo militar estadounidense en esta riquísima región de relevancia estratégica sino el involucramiento de Brasil en una guerra prestada, emulando el triste papel de Colombia.
La intervención directa de Estados Unidos en Venezuela es así precedida o disimulada por su intervención o su amenaza tercerizada desde las fronteras: los países circundantes encargados del “rescate humanitario” de un pueblo que, por lo demás, en cada elección, en cada momento de riesgo, en su dificilísima lucha cotidiana, confirma que no quiere ser “rescatado”, sino libre de vivir con lo suyo eligiendo su modo, a su manera autodefinida como bolivariana. Ante, las escenas apocalípticas que ejercen algunos gobernantes en el mundo y que representan una tendencia progresista, el papa Francisco, despojándose de toda condición religiosa, le hace un llamado a las comunidades para que asuman sus liderazgos y conminen a los curas parroquiales, a que sus fieles se comprometan a enseñar Las Sagradas Escrituras y obviar las tendencias de algunas organizaciones partidistas. El mundo es una sorpresa, una organización política que con sus dogmas, filosofía y mentiras busca crear niveles de desasosiego e intranquilidad a miles de cristianos, La Iglesia, en este sentido viene aprovechando su mejor perfil de lucha. Es un círculo donde sobrevivirán los mejores. Hubo un momento que coloque mi nave de grandes dimensiones en la luna. Al bajar, note la presencia de una calavera que, tenía su dentadura muy adornada y sus dedos unos diamantes muy pulidos. Fui enviado a un satélite habitable para persuadir a los pocos religiosos, que la religión era falsa. Y que algunas veces servían para el blanqueo de dinero y droga. Quienes predicaban la Fe, eran verdaderos explotadores de las masas religiosas y, además pertenecen a organizaciones satánicas que mueven billones de dólares anuales, algunos de sus personeros gozan de inmunidad diplomática. Debemos reflexionar y, en vez de comprar ron con las tikeras, pensemos en el país, por existir un vacío de poder, la burla sigue hacia el protagonismo revolucionario, Recordemos a los Matanceros de Alfredo Maneiro y La Causa R.