"Nosotros no necesitamos marchas apoteósicas que llenen docenas de amplias avenidas o estadios para imponer nuestro candidato,… De nuestro candidato se habla en todos los mercados, aeropuertos, parques y plazas, hospitales y centros comerciales, en bancos y redes sociales… el gobierno podrá pavonearse diciendo que manda, mientras la realidad le muestra que somos nosotros lo que tenemos el poder y el único capital que controla una nación. Ya podemos anunciar que hemos aplastamos sin conmiseración a esa Asamblea Nacional Constituyente, ¿es que acaso creen que aquí no hay observación internacional?,… hemos reducido a cero a esa asquerosa plebe chavista con sólo mover la leve palanca del libre mercado… Hemos acabado total y absolutamente con este PENDEJO gobierno, señoras y señoras…, y que griten todo lo que quieran por sus canales, con sus oradores y portentosas consignas…, aquí mandamos nosotros. PUNTO…".
Con estas palabras, cerró eufórico el presidente de Fedecámaras su alocución de fin de año al país.
Tronaron los aplausos como aquel 12 de abril de 2002 en Miraflores, y a medida que el moderador sentenciaba:
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Ya no existe capacidad de acción económica del presidente de la República Bolivariana de Venezuela… (atronadores aplausos)
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Hemos pulverizado a la supuesta indestructible Asamblea Nacional Constituyente con sus controles de precio… (atronadores aplausos)
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Queda inutilizada y sin capacidad de maniobra alguna para requisarnos, las Fuerzas Armadas…
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Hemos barrido al Contralor General de la República…(atronadores aplausos)
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Hemos abatido en regla al Fiscal y al Procurador General de la República…
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Hemos pasado coleto con la SUNDDE…
Cumplido pues este cierre de jornada EXITOSA de lucha durante este año, en el que se han superado con creces todas las batallas que se venían dando desde 1998, se fueron los poderosos vencedores a celebrar una alborozada reunión en el Country Club de Caracas. Los distintos invitados resumían esta victoria entre brindis y brindis, y un muy exquisito condumio en los siguientes términos:
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Nuestra clase empresarial ha vuelto a tener un nivel de ingresos multimillonarios, como pocos países de Latinoamérica pueden enarbolarlo.
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Hemos colocado a la chusma a los niveles de miseria en los que realmente merecen estar.
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Ya la plebe no va a los mercados como solía hacerlo desde 2002. Ya esa plebe no osa tragar carne, ni nos insulta presumiendo de que es capaz de consumir whisky, champaña o vino importado; ni siquiera ron ni cerveza le hemos permitido tomar este año. Hasta el cocuy y el aguardiente callejonero se lo hemos puesto inalcanzables.
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Ya a esa canalla plebe le es imposible comprarse un carrito de segunda o tercera mano, ni siquiera una moto o bicicleta destartalada.
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A la abominable gentuza del chavismo le hemos impedido que hagan hallacas con los bienes importados que solíamos traer al país: sin pasas, sin alcaparras, sin aceitunas y sin ciruelas pasas.
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Se les acabó la jolgorio del pan de jamón, del pernil, de la ensalada de gallina o del pavo relleno.
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Se les acabó esa vaina de tragar las doce uvas de fin de año. Que se jodan tragando mamones, si es que consiguen por esta época.
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Ya les hemos impedido a esa cochina turba que se meta en hoteles y restaurantes decentes. No y que son socialistas, pues que coman m…
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A ese despreciable populacho también le hemos impedido que se movilice como lo hacía en el pasado: les cobramos en efectivo el importe de los pasajes y además se los hemos puesto bien caros. Ya no tienen la manguangua de viajar en avión ni siquiera de poder desplazarse en bus.
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Y en todos los lugares fronterizos o cercanos a la querida hermana Colombia (como los estados Táchira, Mérida, Apure y Zulia), los tenemos sin gasolina ni gas, sin gasoil, y además con grandes problemas para poder conectarse por celular y por internet.
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Y lo más grandioso: les hemos impedido que tengan medicinas, que puedan hacer compras electrónicas, que se vistan como humanos... Que tengan celulares, que les hemos acabado el negocio de los vergatarios y les hemos bloqueado la producción de tables.
Y concluyeron roncos de alegría, con una gran cogorza, con este estribillo que fueron cantando hasta sus mansiones:
¡VIVA VENEZUELA LIBRE Y DE LOS VENEZOLANOS!
