Una de las pruebas más incuestionables de la pérdida del sentido de pertenencia, de "Patria socialista", es el estado de suciedad y miseria, la ruina que nos muestra la ciudad donde vivimos. La Roma imperial perdió el orgullo por su ciudad en el momento que el ciudadano dejó de serlo, o simplemente la ciudadanía se hizo exclusividad para unos pocos; cuando las mayorías fueron excluidas de las decisiones concernientes a todos los habitantes. Lo mismo pasa en Caracas ahora, las autoridades nos imponen sus propias necesidades: ganar elecciones, traficar con alimentos, vender espacios para el comercio de todo tipo de mercancías, obligarnos a envilecernos como son de viles los burócratas y dueños verdaderos de nuestra vida citadina: mercachifles y mafias oficiales.
Cualquiera se orina donde mejor le parece; preferiblemente al lado de una estación del Metro. El gran mercado público que es la ciudad, sirve para que nadie se sienta su dueño (o se sienta su dueño, depende sus hábitos familiares): en sus calles lo que se impone son las malas costumbres y el comercio; parece un campo de batalla, una arena de circo romano, todos peleando por vivir y viviendo para pelear; a esto nos llevó la crisis del hambre, la ética y la política del gobierno. La ciudad huele a lo que huelen los ministerios, así estén sobre pulidos algunos de sus pisos.
Una ciudad es el reflejo de su gente, y cada uno de sus habitantes el reflejo de su propia vida. El capitalismo ha llevado a las ciudades más limpias del mundo a sostener ese estado mediante "sanciones muy severas", multas, cárcel, porque las mayorías de sus habitantes en los tiempos actuales se mueven en un espacio que ya no lo consideran suyo, "su casa", sino un gran mercado público, un espacio para las oportunidades de hacer dinero. Si es así en Europa ¿Qué decir de Caracas que no tiene ni siquiera gobierno?
El socialismo fue la gran oportunidad de Caracas y ya se perdió. Pero no por la vía de la carencia de imposiciones "estéticas", "normas", "ordenanzas", sino por el camino de la indiferencia, la falta de educación y organización de las comunidades para vivir en socialismo, a interesarse por la suerte del resto de sus iguales, en el respeto por individualidades, no de las "normas" y ordenanzas, más bien en preparación del individuo para comprender el sentido de éstas. Justo lo que no hacen sus autoridades, porque ellos tampoco conocen ese respeto ni ese sentido; ellos solo saben dictar "normas" muchas de ellas copiadas de otras experiencias o de experiencias viejas. Por eso decimos que lo que mejor saben hacer nuestras "autoridades" es imponer su "estilo propio de vida", como modelo, al resto de los habitantes de la ciudad.
No podemos decir que la casa de Jorge Rodríguez huele al acre que baña las estaciones de metro, y a mierda, ¡No! ¡No lo creo!, su casa debe ser muy limpia y olorosa a madera recién pulida, sin embargo, él es un "ciudadano de primera", como lo fueron los patricios romanos; nosotros solo somos el "resto": pobres plebeyos. Para las autoridades, para algunas que no son Jorge Rodríguez (apuesto a eso), ciudadanos son ellos; nosotros, más otras autoridades menos escrupulosas con eso de la "vida ciudadana", nos merecemos nada más que "cumplir normas", "obedecer las leyes", que nadie obedece.
Que nadie obedece… pero ellos se hacen los locos, porque la ciudad la gobierna realmente el alcalde "dinero", y sus directores: "negocios", "trampas", "tráfico", "mafia" y "chantaje electoral". Caracas es un espacio inmenso de mercaderes de todo tipo y sus autoridades facilitadores de este desnalgue.
El socialismo hubiera hecho mucho por la ciudad, pero el presidente terminó de desmontar al equipo signado a formar conciencia de pertenencia y ciudadana. ¿Qué necesidad tuvo Maduro de quitar del gobierno capital a Jaqueline Farías, ingeniero hidráulico, y a su jefa Nora Delgado, ingeniero civil, del gobierno Capital y enviar a Una para el MINCI (¡!), y la Otra, como candidata a algo? Jorge Rodríguez, y eso se sabe, fue un pésimo alcalde, la ambición lo hizo asquearse de Caracas con la mirada puesta en Nueva York y Paris (¿qué ruta usarán estos altos funcionarios para llegar a sus casas para no ver los montones de basura, a los comebasura y mendigos, las calles oscuras, caer en los huecos?... ¿Por lo olores?, ya sabemos que sus camionetas están cerradas, blindadas, y huelen a nuevo)
Esta es la prueba más clara de que no existe organización popular, conciencia del deber social, conciencia socialista, ni el más mínimo vestigio de espíritu de pertenencia a la sociedad o a la "gran comunidad" que es la ciudad; es la anarquía que reina en la ella, incluidos muchos de los urbanismos de la MVV (Algunos bloques del "23 de Enero" son una "joyita de plata" comparado con algunos urbanismos de esos). La gente se organiza y la persiguen, más bien la organizan (las que organizan) para recibir las cajas de comidas y para todo lo que de ellas se pueda derivar; eso es lo que las autoridades llaman "organización popular", una imposición, no existe la formación política y ética, moral socialista. Mientras la ciudad, el espacio y el ambiente donde debemos hacer vida ¡todos!, está podrido de basura. Y la otra ciudad, la "ciudad socialista", la que debería hacer vida en el espíritu, también está podrida, muerta.
La sociedad está fragmentada, la ciudad lo dice, cada quién queriéndose salvar de forma individual. Unos se van a Chile o a Panamá, a Miami, otros solo aprenden a no ver hacia los lados, indiferentes a los pesares ajenos. Caracas es un gran remate de oportunidades y de caballos para ganarle un tiempo más a la "vida". La esperanza en el socialismo se fue con Chávez y eso todos lo sabemos, nuestro gran modelo y maestro. Solo queda por ahí "la esperanza de poder salir de aquí algún día", con la mirada dirigida hacia lo alto… O la esperanza de que el pueblo reaccione y los mande a ellos, gobierno, mercachifles capitalistas y mafias oficiales, para esa misma mierda que no quieren ver, oler ni sentir bajo sus zapatos.