El 25 se septiembre de 1828, después que Bolívar es rescatado debajo el puente El Carmen, sitio por donde pasa el río San Agustín, un amigo se lo lleva a su casa para que termine de pasar la noche y Manuelita se va con él para cuidarlo, Esa noche el Libertador presentó un severo acceso de tos, cuando llega allí su fiel sirviente, José Palacios, quien dice lo encontró al borde del delirio. José Palacios desde ese momento llevará una especie de diario. "Le oigo decir frases desconocidas que nadie entendió. El cuerpo ardía en calentura, que ya no alarmaban a nadie, pues hacía más de cuatro años que las padecía. En la casa estaban reunidos muchos amigos civiles, militares y diplomáticos y un destacamento militar para protegerlo, pues se presumía un nuevo atentado contra el Libertador. Se despidió de Manuelita, que se iría para su casa y al día siguiente lo vería de lejos salir de la ciudad. En la reunión de despedida para el viaje, un diplomático comentó ‘esto parece un funeral’ A Bolívar lo acompañan en la primera jornada un grupo de delegados del gobierno, militares, diplomáticos y amigos. Supe que el diplomático inglés escribe en un informe a su gobierno: ‘el tiempo que le queda le alcanzará, a duras penas, para llegar a la tumba’ El último viaje de Bolívar sale de Santa Fe de Bogotá el 8 de mayo de 1.830 a las 6 horas de una mañana lluviosa y triste, con rumbo a Cartagena; y sin saber dónde iría después. Iba acompañado por un grupo de amigos y un pequeño destacamento militar para protegerlo, en el sitio llamado Cuatro Esquinas, donde empezaba el camino empedrado, Manuela Sáenz sola y a caballo esperó el paso de la comitiva, le hizo al General desde lejos un último adiós con la mano, él le correspondió de igual modo y prosiguió la marcha. Nunca más se volvieron a ver. Bolívar atravesó la sabana y llega a Facatativá, Colombia, donde pasó la primera noche, luego sigue ya por tierra caliente, y pasa la segunda noche cerca de Guaduas, Colombia.
Todo el tiempo tenía fiebre, en la última etapa de este viaje llega hasta La Honda, Colombia, donde permanece varios días. La primera noche en Honda está postrado de la fiebre, sucumbía a la calentura, desvariando casi a gritos en un pantano de sudor. El segundo día estaba mejor, fue a un paseo y pudo nadar sin fatiga durante media hora. En la última noche fue a un baile en su honor y bailó tres horas seguidas. El 16 de mayo inicia la navegación por el río Magdalena. Viaja en una pequeña flota de champanes con un pequeño séquito de militares. En Monpox, Colombia, tuvo dificultad para subir al puerto, titubeando a cada paso y sosteniéndose a duras penas, pero logra llegar con la dignidad intacta. En la noche habló dormido, prosiguió con un salterio de lamentos amargos, residuos de una gloria desbaratada que el viento de la muerte se llevaba. Reinició el viaje el 21 de mayo. En la población de Zambrano, Colombia, ya no recuerda hechos previos y el General está cada vez más inquieto con las goteras de su memoria. Por todos los sitios donde se había quedado, el temor a la tisis hacía que quemaran los tendidos de su cama y enterraran las vajillas. Llega Bolívar a Turbaco, Colombia, el 25 de mayo. Primero desembarca en Barranca Nueva, Colombia, y en mulas sigue a Turbaco. Se aloja en la casa que fuera del Virrey Caballero y Góngora. En realidad estaba peor de lo que revelaba su mal humor, así se empeñara en ocultarlo, hasta su mismo séquito observaba día tras día su erosión insaciable. No podía con su alma. El color de su piel había pasado del verde pálido al amarillo mortal. Tenía fiebre y el dolor de cabeza se había vuelto eterno, deliraba de fiebre. Los huesos eran visibles a través de la piel y no conseguía fijar la mirada. Estaba consciente de la fetidez y calor de su aliento. Los amigos notaban que había disminuido de estatura. Un visitante al salir dijo: ‘ya tiene cara de muerto’
Permanece en Turbaco 29 días. El 24 de junio viaja de Turbaco a Cartagena con la intención de viajar a Inglaterra, lo que se va aplazando y se abandona. El 1º de julio llega a Cartagena la noticia del asesinato del Mariscal Sucre ocurrido el 4 de junio en la montaña de Berruecos cerca de Pasto, en su viaje de Bogotá a Quito. Esto le produjo al Libertador un dolor profundo por la desgraciada y temprana muerte de un jefe y compañero de armas tan célebre como querido. Por una coincidencia fatal en esos días Bolívar se expone a un viento frío y húmedo, aquella noche contrajo un constipado que se le agrava después. El 14 de julio le informan de la resolución del Congreso Venezolano de mayo 28, en la cual se le negaba entrar a su país, y las relaciones con Colombia quedaban rotas mientras el General Bolívar permaneciera en su territorio. Bolívar sintió profundamente este agravio, su salud ya mala se empeora y esta nueva pena obró poderosamente en su alma devorada en amargura. Bolívar se traslada de la residencia en Cartagena a una más fresca en el cerro de la Popa. La fiebre y la tos se recrudecen.